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¡Socorro Urtasun, a plaza llena y con toreo clásico de un riojano!

Diego Urdiales da una vuelta al ruedo en la primera de la Feria de San Isidro
Tremendo derechazo de Urdiales al tercero
Tremendo derechazo de Urdiales al tercero David JarDavid Jar

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Madrid acogía la feria del patrón con los brazos abiertos, tiempazo y un llenazo que bien podría ver Urtasun, pero para eso hay que querer, primero a tu país, y después a la pluralidad de los ciudadanos más allá de tus propios intereses y eso hoy en día es mucho pedir. La ignorancia corre tanto como la pólvora verbal de aquellos a las que se le da voz, una voz barata porque no aprendieron a mejorar el silencio. Pero hay que escuchar mucha tontería, a mucho Óscar Puente, que no se dan cuenta que «irrelevante» será su huella por la vida política y que si tan acabada está la Fiesta de los toros que la dejen morir en paz, que la acompañaremos, en libertad y conciencia aquellos que queramos, sin más. No deberían tener nada que temer si fueran verdad sus patrañas, o las que contaba algún tertuliano que acapara minutos televisivos en un discurso basado en el engaño con la buena suerte de que nadie tiene enfrente los conocimientos suficientes para rebatirlo. Y así a fuerza de repetir mentiras vamos construyendo verdades futuras y echando humo que tan bien le viene a nuestro presidente. Si algo tiene la tauromaquia es que cuando suena el clarín y sale el toro habrá muchas interpretaciones, aciertos y desaciertos, pero pocas mentiras. Y cada vez el abismo con el mundo real que vivimos es más grande, quizá por eso hay más gente en las plazas. Aunque algunos no quieran verlo, igual es que no quieren asomarse, por si tanta verdad (entre su mentira) les abruma.
Hubo que confiar en el primero. Marca de la casa. Abanto de salida, pero cuando tuvo que emplearse en la muleta “Afectuoso” lo hizo. Era el toro de la confirmación. Fotón por cierto. Y cuando el toro empujó a la muleta de Pulido le faltó ajuste en los encuentros para que aquello fuera mecha corta y prendiera de verdad. Después en la distancia corta fue donde se creció el torero y conectó con el público en el lío de las cercanías. El toreo había sido otro.
Tuvo cosas buenas el segundo y Morante le buscó las vueltas, pero con discontinuidad. Lo bueno supo a muy bueno y también a poco. Con la espada entró muchas veces, pero no se tiró ninguna. Ido.
El comienzo de faena de Morante al cuarto fue soberbio. Una obra de arte en sí misma. La pena. Grande. De corazón y sincera es que el toro se paró. Normal. Pero ya no se puede decir que haya mala suerte en los sorteos. Si masacras al toro. El toro no va. Y hay que responsabilizarse.
Diego brindó despacio, porque así siente el toreo. Delicia lo que vino después. Se presentía. El toro había abanderado su mansedumbre, pero se guardaba lo bueno en las yemas de la muleta de Urdiales. El toreo era porque no podía ser de otra manera. Delicatessen. No había trallazos ni palabras de más. Era un poema. No para todos los paladares, pero los exquisitos disfrutamos de ese verso condensado. La cadencia es el recorrido inverso a la estridencia. No estalla en el tendido siempre con el mismo fulgor, pero es alimento del alma. Al toro se le apagó el brío y la faena bajo decibelios, pero había sido bonito. Y la espada un estoconazo.
Otra cosa fue el quinto, que además tuvo su guasa y su peligro y Urdiales no estuvo a gusto con él. Se justificó pero la faena no pasó a mayores. No podía ser.
Para el último cartucho quedaba la bala de Pulido. Fin de fiesta. El deslucido ejemplar de Alcurrucén dilató la tarde y quedaron las ganas de García. Nos acordábamos más del clasicismo de Diego y el comienzo de faena de Morante. Y el llenazo, Urtasun, el llenazo, claro que hay que estar o querer verlo. ¿Y qué hacemos?
Las Ventas (Madrid). Primera de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Alcurrucén. El 1º, bueno; 2º, noble y con buen fondo; 3º, mansito, de buena condición y el fuste justo; 4º, parado; 5º, difícil; 6º, deslucido. Lleno de «No hay billetes».
Morante, de buganvilla y oro, nueve pinchazos, dos avisos, descabello (silencio); estocada (pitos).
Diego Urdiales, de rioja y oro, estocada arriba (vuelta); pinchazo hondo, estocada delantera (silencio).
García Pulido, de azul cielo y oro, que confirma alternativa, estocada baja, aviso (saludos); pinchazo, estocada (silencio).