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Irlanda del Norte

El duelo más largo de Colm Tóibín

El autor irlandés presenta su más reciente novela traducida al español, «Nora Webster», que ha tardado trece años en escribir

El escritor Colm Tóibín habla de su novela «Nora Webster»
El escritor Colm Tóibín habla de su novela «Nora Webster»larazon

El autor irlandés presenta su más reciente novela traducida al español, «Nora Webster», que ha tardado trece años en escribir

Enniscorthy, condado de Wexford, Irlanda. Un territorio recurrente en las novelas de Colm Tóibín, y el pueblo donde creció. En su más reciente novela traducida al español, «Nora Webster» (Lumen), vuelve a ese lugar para contar cómo una madre de cuatro hijos se adapta a la vida sin su esposo. Es el final de la década de los sesenta, pero en Enniscorthy no hay señal de los Beatles, de los hippies ni de las drogas que tan populares eran por entonces en Londres, por ejemplo. Sigue siendo un pueblo furiosamente católico donde todos toman té y se preocupan sobremanera por lo que piensan de ellos sus vecinos. Mientras tanto, en Irlanda del Norte comienzan los conflictos («the troubles», los llaman) y Neil Armstrong camina en la Luna. Pero Tóibín insiste en que nada de eso le importaba en realidad cuando escribió la novela: «Lo que me interesa principalmente es la vida privada, crear el retrato de un individuo. Elegí un momento tan preciso para su desarrollo de manera que también los sentimientos fueran más exactos. No estoy seguro que esté tan interesado en la sociedad o, al menos, no sé qué puedo hacer como novelista con ella, mientras que con el espíritu individual sí puedo trabajar».

Luego lo piensa mejor y admite que sin esa sociedad Nora no sería la mujer que es ni la historia fluiría del mismo modo: «Una novela necesita textura, que ocurran cosas a las que el personaje pueda responder». Y sí que suceden cosas en ese tranquilo pueblo irlandés: «Está el contexto del conflicto en Irlanda del Norte, el alunizaje e incluso los inicios del feminismo, del que ella comienza a oír hablar. Es importante que no se desarrolle diez años antes o diez después, porque éste es un momento interesante en la historia del feminismo, en el que una mujer que no es feminista está prácticamente viviendo como si lo fuera», explica.

Nora se convierte en viuda y sus vecinos y familiares de pronto parecen saber qué le conviene y qué no mejor que ella misma: «El pueblo es para ella a la vez un protector y una cárcel; está presa por una serie de valores a los que no se habría adherido si no hubiera vivido allí. Ella es progresista», comenta Tóibín. Además eligió «un momento interesante en la historia del duelo: veinte años antes la muerte podría haber parecido algo natural o que la religión podía ayudar a sobrellevar. De haber ubicado la novela diez años después, ya existirían terapeutas de duelo, psiquiatras. Son los años en los que nadie en Irlanda sabía qué hacer respecto a la muerte».

Desde el recuerdo

El pueblo no es el único elemento autobiográfico en el libro. De hecho, Tóibín insiste en que lo es «hasta el más mínimo detalle». Su padre murió cuando tenía 12 años, así que creció viendo a su madre aprender a sobrellevar la pérdida. «Gran parte de la novela viene de la memoria. El problema es que la memoria no me sirve de nada» dice. «¿Conoces a ese autor noruego, del que habla todo el mundo, que escribe esos libros titulados “My struggle”? Se trata de memoria plasmada en el papel, sin dejar nada por fuera. La diferencia entre eso y lo que yo hago es la misma que hay entre la sopa y la salsa. En otras palabras, la memoria es sopa y esto es salsa. Yo estoy intentando destilar la memoria y encontrar un sabor más refinado». Por eso pasó cerca de 13 años escribiendo el libro, que terminó en otoño de 2013.

«Nora Webster», más que hablar del duelo y la muerte en general, «intenta registrar los cambios imperceptibles que suceden en un periodo de tres o cuatro años tras una pérdida, las maneras en que te sientes a la deriva y cómo luego, lentamente, te mueves hacia otro espacio, uno más seguro». Tóibín cree que por eso su novela ha sido importante para muchas mujeres que han pasado por lo mismo: «Tengo una página web a través de la cual la gente me puede escribir, y he recibido muchos correos de viudas que me dicen: “¡Este libro!”».

Para muchos autores, escribir es una manera de hacer terapia; no es el caso de Tóibín: «No se le puede llamar así. Estás utilizando de manera deliberada ciertas cosas que tienen poder sobre ti. No estás tratando de deshacerte de ellas, ni siquiera de reconocerlas... Es como hacer una incursión en la experiencia y huir con el tesoro. Ningún psicólogo sugeriría hacer eso».