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El futuro es Duchamp

La Razón
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

  • Pedro Alberto Cruz Sánchez

    Pedro Alberto Cruz Sánchez

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Marcel Duchamp (1887– 1968) es el suceso más interesante del arte de hace un siglo, la apuesta más estimulante del arte presente y la principal esperanza del arte futuro. Más que un artista –concepto éste que se le queda demasiado corto, estrechísimo, rídiculo, diría yo–, Duchamp es un modelo sin precedentes de inteligencia vital, alguien que rechazó todos y cada uno de los lugares comunes que adocenan esperpénticamente la experiencia artística, y, sobre todo, uno muy extendido entre los integrantes de las vanguardias: el destino trágico del artista. Duchamp demostró cada uno de los días de su vida que para ser un genio no hacía falta sufrir; el artista más transgresor de la historia jamás padeció una depresión, ni procesos de melancolía ni ninguna de esas patologías emocionales tan características de los autores visionarios. Nadie mejor que él para calificar su actitud ante la vida: «Soy un respirador».
El presente año 2013 no constituye ningún dígito especial dentro del calendario de posibles conmemoraciones duchampianas. Pero tampoco lo necesita el artista francés para seguir dando lugar a situaciones reseñables. De hecho, dos acontecimientos importantes han coincidido ahora en el tiempo: por un lado, la muestra que el Centro Barbican de Londres dedica a rastrear la influencia que ejerció su obra sobre el trabajo de nombres revolucionarios de diferentes disciplinas como John Cage, Merce Cunnigham, Jasper Johns y Robert Rauschenberg; y, por otro, la reedición en castellano del clásico libro de entrevistas de Pierre Cabanne, «Conversaciones con Duchamp», sin lugar a dudas el mejor documento a la hora de conocer de primera mano las opiniones y reflexiones del autor del «Gran vidrio» sobre tantos asuntos enigmáticos de su vida y obra. Lo que estos dos nuevos eventos permitrán constatar será algo ya refrendado por la mera inercia cotidiana: no se trata, está bastante claro a estas alturas, que Duchamp haya sabido envejecer mejor que ningún otro artista del siglo XX, sino que, a día de hoy, la inteligencia infinita que desprende todo su universo creativo está muy por delante de cualquier creación contemporánea. Para los artistas actuales, él permanece como una cuestión de futuro.