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Literatura

Éric Vuillard: «El poder político está siendo captado por el económico»

El autor, que ha participado en el Festival Eñe, denuncia la concentración de poder y cómo la ideología impregna la cultura

El escritor Éric Vuillard Javier LizonEFE

Éric Vuillard ha traído consigo un tipo de ensayo histórico particular y personal. Transita por el pasado, la Revolución Francesa, la Primera Guerra Mundial, el auge de Hitler, los enfrentamientos religiosos, pero en sus páginas siempre existe el rescoldo o una llama aún viva que nos interpela y nos hace comprender que muchos de los problemas de ayer son todavía asuntos del presente. En sus páginas está la desigualdad, los banqueros y los industriales que ganan dinero con la guerra y los grandes hombres que dominan el discurso histórico. El escritor galo, que ha participado en esta edición del Festival Eñe y que el próximo año saca nuevo libro en Francia, recapacita ahora sobre el momento histórico que vive Europa.

¿Los poderosos están escribiendo la historia?

Lo que caracteriza nuestro tiempo es la concentración del poder, que así se llamaba ya en el siglo XVIII. De manera moderna, tiene la forma de una evidente concentración de las riquezas. Podemos concluir, y lo constatamos con lo que sucede en Estados Unidos, que el poder político está siendo captado por el poder económico. Es lo que llamamos la crisis de las instituciones. La confianza que la gente pone en sus instituciones está intoxicada por la importancia progresiva en el campo cultural, político, etc., de la economía. En este contexto, es verdad que los poderosos están influyendo. Es lo que tiene controlar la narración, la historia. En Francia, la concentración de las editoriales y de la prensa es evidente. Se benefician de influir en la información, la literatura, la historia y la producción cultural.

¿La cultura es ideología hoy?

Tradicionalmente, hay varias ideologías que se enfrentan en la democracia y hoy en día estamos en un contexto, como en el antiguo régimen, donde la ideología y la cultura se confunden. La cultura ahora es tan solo un discurso cultural que justifica la influencia y el poder de los dominantes.

«Los derechos se diluyen. Hoy siempre hay justificaciones para recortar las libertades»

Éric Vuillard

La cultura, como cultura, ¿ha desaparecido? ¿Ya es solo parte de un discurso ideológico?

La cultura como fenómeno general no puede desaparecer del todo nunca. Siempre habrá espacios de derivación, subjetivos, con opiniones distintas, incluso cuando hay una manera extendida de estandarización como hoy. Por otro lado, hay enfrentamientos internos en la cultura. Siempre hubo luchas profundas. La tendencia masiva hoy en día es una homogeneización, una dominación de la ideología que legitima en la cultura en general unas ideas. Los instrumentos que hay de producción, de difusión del saber, de los conocimientos y de la información, descansan en las manos de unos pocos y todos sabemos que cuando el poder se concentra, se corrompe absolutamente.

¿Estamos volviendo otra vez a las desigualdades?

Hace unos años leí en la Prensa de mi país que en un barrio que dirige la patronal francesa se justificaba que los sueldos se mantenían bajos porque los obreros tenían demasiado dinero y podían comprarse móviles. Es el mismo discurso y la misma justificación que se daba en el pasado y al que aludía en mi libro «El 14 de julio». Es el mismo discurso de siempre. Ya teníamos la prueba de que este argumento era falso, además, en un contexto muy dramático de la Revolución Francesa. Todos los indicios muestran que las desigualdades aumentan radicalmente dentro de las naciones, pero también a escala mundial. Dentro de cada nación las desigualdades son bastante evidentes. En el mismo Ayuntamiento de París, me comentaban hace poco, que ya no pueden encontrar gente para trabajar en los puestos básicos de limpieza, por ejemplo, porque el tiempo de desplazamiento entre las viviendas de las personas y el lugar del empleo está tan lejos que no compensa. ¿Por qué? Porque el precio de la vivienda no permite ya vivir a las personas cerca del centro. Ya nadie puede hacerlo.

«El autoritarismo es muy necesario para distraer al pueblo de los problemas económicos reales»

Éric Vuillard

La literatura...

Creo que una literatura que ignore este contexto social y que prosiga como si viviéramos en un mundo ideal, estaría desfasada. No se puede ignorar el plano social, el que se despliega delante de nosotros todos los días. Solo sería literatura para entretener...

¿Resistirán las democracias actuales los desafíos que tienen?

Lo que se enseña en los Business Schools es que el objetivo principal es el beneficio. Es una ley muy fría de una parte de la economía. En un momento como el nuestro, en el que el gusto por el orden aumenta y existen muchas desigualdades, el autoritarismo es muy necesario para distraer al pueblo; distraerlo de los problemas económicos reales, y también para poder contener a la gente. En Francia, recientemente, pudimos verlo en ese escándalo que consistió en mandar a nada menos que 5.000 policías para contener una manifestación de ecologistas, y empleando disparos. Es algo desproporcionado, pero se hace para impresionar. Pero este tipo de intervenciones son nocivas y destruyen la atmósfera democrática.

Europa parece rodeada de enemigos y aliados que ya no lo son tanto. ¿La defensa del derecho y los derechos convierte a Europa en adversario a batir?

Recuerdo que las libertades públicas eran una enseñanza central. Eran el núcleo duro, algo que era sagrado, que nos enseñaban los grandes principios. Pero hoy en día ya se han visto vulnerados en las democracias, o bien para mal con diferentes excusas: luchar contra el terrorismo, o bien contra ecologistas supuestamente radicales. Siempre hay una justificación para recortar las libertades, con lo cual el derecho que me enseñaron a mí no es que ya no exista, es que está totalmente mermado. Hay una disolución de los derechos. El derecho civil, penal, administrativo, de libertades políticas o el general ahora es el derecho comercial y los negocios. En este momento, el derecho ya no es una herramienta de emancipación; es una herramienta, una técnica a disposición de la concentración de la riqueza que tiene como objetivo aumentar la riqueza.