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Julio Valdeón

Habrá “biopic” de Boy George, pero ¿a quién le interesa su vida?

La película dedicada al hombre que cantaba en Culture Club, gran icono gay en los ochenta, será dirigida por Sacha Gervasi.

El «biopic» de Boy George, dirigido por Sacha Gervasi, narrará su vida desde la infancia hasta que alcanzó la fama / Ap
El «biopic» de Boy George, dirigido por Sacha Gervasi, narrará su vida desde la infancia hasta que alcanzó la fama / Aplarazon

La película dedicada al hombre que cantaba en Culture Club, gran icono gay en los ochenta, será dirigida por Sacha Gervasi.

De los superhéroes a las estrellas del rock y el pop. Hollywood, que detecta rápido los gustos en taquilla y exprime las obsesiones del público como si fueran limones, ha decidido que de un tiempo a esta parte la gente quiere asistir a la vida y milagros de los músicos. No de cualquiera, obviamente. No hay excesivo interés por los grandes del blues o el soul. Pero sí por las luminarias que alumbraron los días felices de la industria, años setenta y ochenta.

Cuando los directos despachaban millones, los singles engrasaban el despegue de unos elepés concebidos como si fueran superproducciones y los artistas consagrados disfrutaban de unas vidas entre operísticas y disparatadas, atiborrados de millones como si fueran los reyes del acero y rodeados de unas cortes de aduladores dignas de un sátrapa persa. Queen y su «Bohemian Rapsody». Elton John y «Rocketman». Y ahora, todavía sin título, llega el «biopic» dedicado a Boy George. Dice la revista «Deadline», que dio la exclusiva, que la película dedicada al hombre que cantaba en Culture Club, gran icono gay en los ochenta, emblema de una música tan desacomplejada y refrescante como maquillada de sintetizadores y efectos, será dirigida por Sacha Gervasi. La publicación también afirma que el guión planea seguir las peripecias del cantante desde su infancia «en una familia irlandesa de clase trabajadora» hasta trazar «su ascenso a la fama».

En declaraciones a «Deadline» Gervasi afirma que «la historia de la vida de George es perversamente entretenida, pero también conmovedora e inspiradora». No dudo de su honestidad cuando asegura sentirse «honrado y emocionado» de ser el elegido para dirigirla, y ojalá recaude millones, haga feliz al biografíado y sirva para que los niños descubran sus simpáticas tonadas. Pero que nadie olvide que los «biopics» musicales llegan lastrados de fábrica: por regla general los artistas o sus herederos imponen unos guiones políticamente correctos, limpios de aspectos escabrosos o excesivamente crudos. Cuentan a su favor con un arma de destrucción masiva: los derechos de las canciones, sin las que la película perdería buena parte del gancho comercial. A cambio obtenemos unas historias cortadas por el mismo patrón, dividas en tres actos, infancia pobre, ascenso más o menos metéorito, drapeado de alcoholes, sexo y drogas y ulterior y monumental planchado coronado con una postrera redención.

Solo así se explica, y es un ejemplo entre mil, que el público abandonase las salas después de ver el dedicado a Johnny Cash convencido de que después del 68, de «Folsom Prison» y el matrimonio con June, su vida fue un caramelo cuando en realidad tuvo problemas con las drogas hasta casi el final de sus días. A quien busque algo más le resta el monumental consuelo de «Bird», la atormentada y hermosa joya que Clint Eastwood tributó a la memoria de ese yonqui genial llamado Charlie Parker. Pero «Bird» es la excepción y «I walk the line» o «Bohemian Rapsody», la meliflua y falsaria norma.