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Henry Howard Holmes, el asesino del «Castillo de los horrores» que ha seducido a Scorsese

El director dará su gran salto a la pequeña pantalla con una serie sobre el criminal al que se le atribuyen entre 27 y 200 asesinatos. Deja la mafia y se pasa al «serial killer».
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El director dará su gran salto a la pequeña pantalla con una serie sobre el criminal al que se le atribuyen entre 27 y 200 asesinatos. Deja la mafia y se pasa al «serial killer».
Los amantes de la obra de Martin Scorsese, los cinéfilos en general, los enamorados del gran arte facturado por este señor italoamericano tan apasionado como espídico, tan culto como seductor y tan ducho en filmar espléndidos relatos de autodestrucción como señor de los montajes más acelerados, la estética más turbadora y la música más deslumbrante, están de absoluta enhorabuena. «Rolling thunder revue», su formidable y fallido documental dedicado al Bob Dylan de 1975, dista de ser lo último que veremos suyo en los próximos meses. Hay mucho y bueno en la canana. Para arrancar, claro, «The Irishman», «El Irlandés», la película con nada menos que Robert de Niro, Joe Pesci, Al Pacino y Harvey Keitel. Un auténtico pepino cinematográfico en términos económicos, con un presupuesto multimillonario y que Scorsese no quiso rematar hasta que tuvo a su disposición una tecnología inventada sobre la marcha. Imprescindible para narrar la misteriosa desaparición del legendario Jimmy Hoffa, jefe del sindicato de camioneros que se esfumó en 1975 luego de un encontronazo con varios mafiosos. El protagonista de su muerte fue, al parecer Frank «The Irishman» Sheeran, asesino a sueldo de los Bufalino, en Pensilvania, veterano de la II Guerra Mundial, ex combatiente en Bahía de Cochinos e intrigante cercano al supuesto magnicidio de JFK.
Pero «El Irlandés», que fardaba de pintar casas con la sangre de sus víctimas y llevó durante años una doble vida, dista de ser la única apuesta del viejo y arrollador Martin. Así, y de la mano de su otro actor talismán, Leonardo DiCaprio, con el que no trabajaba desde la fantástica y descompensada «El lobo de Wall Street», prepara una serie con todas las papeletas para ser un hito. Una colaboración en la que vienen trabajando desde hace años, más o menos desde que Erik Larsen publicó su espeluznante relato de no ficción «Devil in the White City», allá por 2003. DiCaprio compró los derechos para su adaptación a la pantalla y parece claro que siempre tuvo como objetivo que la dirigiera Scorsese. La idea inicial era una serie, con el propio actor de protagonista, pero el auge del medio televisivo y la chequera de una de las rivales de Netflix, Hulu, les habría convencido para lanzarse a una serie. Lo que ya no sabemos es si DiCaprio encarnará a algunos de los dos protagonistas de la historia, Henry Holmes, médico, estafador y asesino en serie, y el arquitecto y diseñador Daniel H. Burnham, gran dinamo de la Feria Mundial de Chicago en 1893. A Holmes la leyenda le atribuye entre 27 y 200 asesinatos. En realidad es imposible saber la cifra, mientras que parte de la historia conocida nos ha llegado a través de un relato, «Gem of the prairie: an informal history of the Chicago underworld», publicada en 1940 y cuyo autor, Herbert Asbury, confesó que había mezclado realidad y ficción. Asbury es una referencia importante del libro de Larsen. Pero que no fuera suficientemente cuidadoso a la hora de deslindar verdad y mito en su, por otro lado, fascinante crónica, no impide que Holmes fuera, con toda la evidencia disponible, un asesino asesino.
Crematorios y cubas de ácido
Tampoco está en cuestión el llamado «Castillo de los horrores», construido por Holmes y con pasillos que conducían a ninguna parte, habitaciones cuyo suelo se abría y crematorios y cubas de ácido en el sótano. Fue allí donde supuestamente acabó con muchas de sus víctimas. Lo que pueda salir de ese Castillo y de esa América que amanecía al siglo XX en las postrimerías de la brutal Gilded Age, y lo que pueda hacer con semejante historia un cineasta tan potente, hace ya salivar a los fans. Quién sabe si Scorsese, que nunca ha buceado en el horror, no usará el cuento para beber en obras capitales como «Kuroneko» y «Onibaba», dos de los clásicos de terror del maravilloso Kaneto Shindo, al que tanto admira el director de «Taxi driver» y «Toro salvaje».
A las razones para salivar añadan un misterioso proyecto, supuestamente protagonizado por Meryl Streep y Robert de Niro. Tenemos noticia gracias a unas declaraciones de Sharon Stone, que aseguraba hace más de un año haber rodado una película a las órdenes de Scorsese y junto a los aludidos, y que supuestamente sigue pendiente, presa de la acumulación de materiales y proyectos por rematar que se agolpan en la mesa del director. Otro trabajo en postproducción es «An Afternoon with SCTV», un documental sobre el programa humorístico de televisión «Second City Television», que se emitió entre setenta de los mediados y de los ochenta. Añadan a esto un anunciado biopic sobre el presidente Franklin Delano Roosevelt y resten el tantas veces mencionado sobre Frank Sinatra por desavenencias con los herederos: «Ciertas cosas son muy difíciles para una familia», comentó en 2017 al «Toronto Star», «y lo entiendo totalmente. Pero si esperan que lo haga, no pueden tapar ciertas cosas. El problema es que el hombre era tan complejo. Todos lo son, pero Sinatra particularmente». En el horizonte, sin embargo, brilla un nuevo proyecto. Otra aventura junto a DiCaprio y De Niro: «Killers of the flower moon». Una cinta que adapta el libro de no ficción de David Grann, «The Osage murders and the birth of the FBI». El guión habría sido escrito por Eric Roth, guionista de «Forrest Gump», «Munich», «El curioso caso de Benjamin Button» y «The good shepard». Sigue la historia de los asesinatos sufridos por los indios Osage en los años veinte. Aquellos crímenes, relacionados con el descubrimiento de yacimientos petrolíferos en el subsuelo de Oklahoma, acabaron por convertirse en el primer gran caso de homicidios investigado por el FBI.
Campos de sueños y sombras
Parece que De Niro habría aceptado interpretar a William Hale, el magnate ganadero acusado de al menos dos docenas de asesinatos en su lucha por conseguir los derechos de propiedad de las tierras. Entre los finados estaban su suegra, su sobrino y sus cuñados. Hale acabó entre rejas, condenado por un asesinato, y murió en la cárcel de Phoenix, a la edad de 82 años, en 1962. Conviene leer esto de la reseña del libro de Grahan, publicada en 2017 por «Publisher Weekly», donde recordaban que «las protestas por los asesinatos llevaron a la participación en 1925 de una rama “oscura” del Departamento de Justicia, la Oficina de Investigación de J. Edgar Hoover, que finalmente acusó a algunas figuras sorprendentes de los asesinatos». En opinión del reseñista Grann «demuestra cómo la investigación de los asesinatos de Osage ayudó a Hoover a defender una fuerza policial “nacional, más profesional y científicamente capacitada”. El obstinado trabajo de detective de Grann revela otra capa del caso que los hombres de Hoover nunca habían expuesto». Una capa, la de la de la construcción nacional, sus campos de sueños, sus zonas de sombras, sus héroes pero sobre todo sus verdugos y sus muertos, donde siempre ha brillado como buscador y cirujano Martin Scorsese. Es lo que tienen en común muchas de sus películas, y lo que a menudo le falta a la competencia: ese insobornable compromiso con la historia y sus precipicios, más una rara capacidad para compaginar la mirada panorámica y las luces largas con el instinto casi infalible del storyteller o contador de historias que tiene muy claro que no hay mayor pecado que aburrir al espectador. Martin Scorsese, o cuando el talento supremo, el genio y la sensibilidad van de la mano de la curiosidad intelectual y las dotes de showman.