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Música

Hildegarda: la monja del siglo XII que inspira la música de vanguardia

Artistas tan diferentes como Julia Holter, Orbital o hasta David Lynch se han sentido fascinados por las composiciones de una mujer que pareció vivir mil vidas creativas

Facsímil de Eibingen del códice de Ruperstberg en donde queda representada la santa abadesa, Hildegarda
Facsímil de Eibingen del códice de Ruperstberg en donde queda representada la santa abadesa, HildegardaArchivo

Mística, poetisa, feminista, filósofa, científica, naturalista, boticaria, abadesa, predicadora, exorcista... y una de las compositoras más influyentes de la historia de la música y más allá. También dicen que inventó la cerveza y que fue la primera mujer en describir el orgasmo femenino. Su nombre es Hildegarda de Bingen (1098-1179) y fue una de las figuras más fascinantes del siglo XII. Una renacentista antes del Renacimiento. No fue hasta 2012, año en el que fue canonizada, cuando su nombre comenzó a despertar más curiosidad entre los amantes de la música del Medievo y, a partir de aquí, multiplicar los horizontes estilísticos. Porque quizá ella fue la primera gran revolucionaria de las partituras y hoy una enorme influencia de mil y un estilos. Reivindicada por decenas de músicos, continua generando una inmensidad de artículos y estudios. Entonces, ¿quién fue esta fascinante mujer?

No hay espacio para escribir una biografía más o menos canónica que resuma su figura. Cada año de su larga vida, mucho más para los estándares de la época, fue prácticamente un hito. Por introducir su figura antes de revelar sus creaciones revolucionariamente contemporáneas, se diría que fue una monja benedictina alemana conocida por su amplia producción teológica, artística y científica, así como por su don para la profecía, que nació en el valle del Rin en el seno de una familia de la baja nobleza. Por ser la décima hija, la consagró a la vida religiosa desde niña y fue entregada como oblata a la condesa Jutta de Spanheim, con quien profesó a la edad de 14 años en el monasterio masculino de Disibodenberg, que habilitó un espacio para las mujeres.

Desde su infancia, Hildegarda experimentó visiones místicas acompañadas en ocasiones de música y a los 43 años, en una de dichas visiones, recibió el mandato divino de poner por escrito sus experiencias. En 1148, una visión le ordenó que marchase del monasterio de Disibodenberg para fundar una nueva sede situada en Rupertsberg, cerca de Bingen. A partir de ese momento, la abadesa Hildegarda comenzó una amplia labor de predicación al tiempo que continuaba con su producción literaria así como una colección musical titulada Symphonia armonie celestium revelationum, y por supuesto el Liber divinorum operum, iniciado hacia 1163 para recopilar e inmortalizar sus abundantes visiones.

«¡Y he aquí! En el año 43 de mi vida terrenal, mientras contemplaba con gran temor y atención temblorosa una visión celestial, vi un gran esplendor en el que resonó una voz del Cielo que me decía: ‘‘¡Oh, frágil ser humano, cenizas de cenizas y suciedad de suciedad! Di y escribe lo que ves y oyes’’». Aquí, con estas palabras, recordaba Hildegarda la intervención divina que la encaminó a convertirse en una de las compositoras más antiguas e influyentes de la historia. Porque ella ha inspirado infinidad de obras académicas y literarias, películas e incluso perfumes, si bien «actualmente su presencia se siente con mayor intensidad en la música, donde su obra ha trascendido los silos de la música antigua y clásica para influir en artistas experimentales y feministas», tal y como acaba de recordar «The Guardian».

Orbital
Orbital Archivo

Fuera del canon

El gran salto de Hildegarda a cierta clase de popularidad en el mundo de la música no llegó hasta casi nueve siglos después de su nacimiento, con la grabación en 1985 de «A Feather on the Breath of God», dirigida por Christopher Page junto a la soprano Emma Kirkby y Gothic Voices. Dicen que el ingeniero de sonido de la grabación les comentó: «Música encantadora, lástima que nadie la compre». Fue un éxito, cosechó críticas entusiastas en todo el mundo, se llevó un premio Gramophone e incluso dio el paso a los clubes industriales al ser sampleada por Orbital (dúo británico de electrónica presente en la imagen de arriba) y The Beloved. En el último año, Hildegarda ha inspirado grabaciones de la artista pop Julia Holter, los más experimentalistas Larum, el dúo catalán Tarta Relena o el dúo de jazz compuesto por Noah Preminger y Rob Garcia. Antes, la vocalista neoyorquina Daisy Press combinó la música de Hildegarda con ragas indostaníes, interpretándola en catacumbas.

La arpista new age Arianna Savall, la vocalista experimental Megan Mitchell, la artista sonora coreano-estadounidense Bora Yoon o el músico de doom metal Lingua Ignota también la honraron en sus composiciones. Además, inspiró una pieza de guitarra eléctrica de 22 minutos del instrumentista underground neozelandés Roy Montgomery, mientras que la cantante de folk-pop Devendra Banhart, fascinada por su figura, escribió «Für Hildegard Von Bingen», donde la imaginaba dejando atrás su abadía y trabajando para la MTV. Grimes se enclaustró como Hildegarda para recibir inspiración y componer su álbum de 2012 ‘‘Visions’’. Y hasta el recientemente fallecido David Lynch produjo en la década de los 90 un álbum con su música, interpretada por Jocelyn West (entonces Jocelyn Montgomery), de la banda inglesa Miranda Sex Garden. Por poner solo unos ejemplos. «Sentí una conexión instantánea, tanto terrenal como sobrenatural», dice en «The Guardian» la compositora Laura Cannell sobre la música de Hildegarda. «Fue como hacer una muy buena amiga o enamorarme. Puedo encontrar oscuridad y luz en ella; parece ser el acompañamiento perfecto para gran parte de la vida. Mi cita favorita de ella es: ‘‘Incluso en un mundo que naufraga, mantente valiente y fuerte’’. Este optimismo es necesario».

Con cierta exageración, muchas veces ha sido considerada como la primera compositora de la historia de la música y se la considera toda una heroína feminista y hasta un icono queer por la forma en que describió su amor por sus mentoras y compañeras. Su obra comprende 77 cantos litúrgicos o llanos, conocidos como la Sinfonía, así como una obra musicalizada sobre la moral que relata las tentaciones de la carne y el viaje del alma. La biógrafa Fiona Maddocks escribe que su música, con melodías profundamente evocadoras y extrañas que adornan los textos, «se acerca a la improvisación, desarrollándose orgánicamente en lugar de sistemáticamente». Efectivamente, posee una estructura completamente libre, alejada de cualquier canon, lo que ha entusiasmado en estos últimos tiempos, tan llenos de vulgaridad, a los amantes del riesgo y la experimentación en cualquiera de sus estilos y formas de expresión.

«Parte de la razón por la que Hildegarda impacta entre los músicos contemporáneos es que su música es anterior a las afinaciones estandarizadas, por lo que a menudo tiene una sensación desconocida. Tampoco sabemos exactamente cómo debe interpretarse. Aspectos como el ritmo, la armonía o el acompañamiento son una cuestión abierta, que queda en manos de arreglistas e intérpretes», explica «The Guardian». Lo curioso es que Hildegarda no se consideraba compositora, ni mucho menos, por más que en el siglo XII no existiera tal concepto como ahora se identifica. De hecho, muchos dudan de si realmente escribió su música. Es posible que simplemente diera ciertas órdenes que habitaban en su cabeza para que otros plasmaran esas visiones que tenía. Quizás ninguna otra compositora medieval haya cautivado el interés del público popular, los eruditos y los fieles religiosos como Hildegarda de Bingen.

«Es, con diferencia, la compositora de canto llano más famosa, y sus 77 cantos litúrgicos y obras morales han encontrado hoy un lugar destacado en los repertorios tanto de congregaciones religiosas como de artistas clásicos y de la New Age», recuerda ahora The International Society of Hildegard von Bingen Studies, un grupo formado por académicos y entusiastas empeñado en difundir la relevancia de esta visionaria, teóloga, compositora, curandera, artista, santa y doctora de la Iglesia del siglo XII. En una época en la que pocas mujeres ostentaban autoridad, Hildegarda creó un extraordinario corpus de música sacra, marcado por las melodías etéreas e intensidad espiritual. Sus composiciones desafiaron la simplicidad para abrazar la originalidad y la experimentación. Fusionó música, teología y misticismo, convirtiéndose en toda una revolucionaria cuya música continúa seduciendo, cautivando e influyendo nueve siglos después.