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“Las 5 famosas” y su batalla para que las mujeres fuesen declaradas “personas”

Se cumplen 92 años desde que las también conocidas como “Las 5 fantásticas” consiguieran la personalidad jurídica femenina en Canadá

Artículo firmado por Nellie McClung, una de "Las 5 famosas" que consiguieron que las mujeres fueran consideradas "personas" archivo

La discriminación y desigualdad era tal que ni siquiera eran consideradas personas. Hablamos de Canadá entre 1916 y 1929, periodo de tiempo en el que se estableció una lucha de ideas y diálogo para que las mujeres alcanzaran, por fin, sus derechos y privilegios. Fue quizá una de las mayores victorias feministas de la historia, y se llevó a cabo, en especial, gracias a 5 mujeres, conocidas como “Las 5 fantásticas” o “Las 5 famosas”: Emily Murphy, Nellie McClung, Irene Parlby, Louise McKinney y Henrietta M. Edwards. La primera de ellas fue quien encabezó el movimiento, destacando su logro de convertirse en la primera magistrada mujer del Imperio Británico, del que entonces formaba parte Canadá.

Todo comenzó en 1916, cuando un grupo de mujeres, entre ellas Murphy, acudió a ver un juicio de unas supuestas prostitutas encarceladas bajo circunstancias “dudosas”. A las visitantes se les pidió que abandonasen la sala, pues el juicio no era adecuado para ser presenciado por ambos sexos. Esto lo concibieron como inaceptable, y Murphy decidió protestar ante el fiscal general: “Si la evidencia no puede ser escuchada por personas de ambos sexos, entonces el gobierno debe establecer una corte especial presidida por mujeres para enjuiciar a otras mujeres”.

Pero Murphy no era la única líder, sino que cada una de “Las 5 famosas” lo eran a su manera: una era magistrada de policía, otra una experta legal que fundó el Consejo Nacional de Mujeres y tres fueron miembros de la Asamblea Legislativa. Cargos que les ayudaron en su batalla por eliminar la ley británica de 1876 (British North America Act), que declaraba que “las mujeres pueden someterse a castigos y penalidades, pero no tienen derechos ni privilegios”. Además, utilizaba la palabra “personas” cuando se refería a más de una persona y la palabra “él” cuando se refería a una única. La Ley decía que solo un hombre podía ser una persona, lo que impedía a las mujeres participar en la vida política o asuntos de Estado canadienses.

Ante esto, “Las 5 fantásticas”, en su consulta hacia la Corte Suprema, incluían la siguiente pregunta: “¿Incluye a las mujeres la palabra ‘persona’ mencionada en la Sección 24 del Acta de la Norteamérica Británica?”. Poco más de un mes después, la Corte falló que, efectivamente, esa palabra no incluía a las mujeres, es decir, a la mitad de la población.

No consiguieron el cambio de esta situación hasta el 18 de octubre de 1929 -se cumplen 92 años-, cuando, y tras haber conseguido el derecho al voto unos años antes para las mujeres, por fin se promulgó una ley que declaraba en Canadá la personalidad jurídica de las mujeres. Lord Sankey, Canciller del Consejo Privado, anunciaba que “la exclusión de las mujeres de todas las oficinas públicas es una reliquia de días más bárbaros que los nuestros. Y a los que se preguntan por qué en la palabra ‘persona’ se deben incluir las mujeres, la respuesta obvia es, ¿por qué no?”.

Por tanto, Murphy, McClung, Parlby, McKinney y Edwards pasaron a la historia por visibilizar a la mujer no solo en el Senado, sino en todos los aspectos de la vida pública tanto en Canadá como, por ende, en los países pertenecientes a la Commonwealth. “El propósito de la vida de una mujer es el mismo que el de la vida de un hombre: que pueda hacer la mejor contribución posible a la generación en la que vive”, dijo Louise McKinney. Asimismo, McClung sostenía que “Canadá está destinado a ser una de las grandes naciones del mundo, y las mujeres canadienses deben estar preparadas para la ciudadanía”.

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