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Del Día D al gueto de Varsovia: las imágenes más crueles de las guerras mundiales

El escritor británico Dan Jones y la colorista brasileña Marina Amaral publican “El mundo en llamas” (Desperta Ferro Ediciones), volumen con 200 fotografías rescatadas de las grandes contiendas

Anna Coleman Ladd
Anna Coleman LaddDesperta Ferro

Las guerras, esos terribles y crueles periodos de la historia donde tantas historias y vidas se han perdido. Durante la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, las batallas y el dolor se sucedieron de tal manera que aún hoy se siguen estudiando o documentando sus detalles. Ahora, de esa época gris, se ha lanzado un libro que pretende darle color (literalmente) a cada historia. El escritor británico Dan Jones y la colorista brasileña Marina Amaral han trabajado juntos para dar forma a “El mundo en llamas. La larga guerra, 1914-1945″ (Desperta Ferro Ediciones), un volumen con 200 imágenes de los años de mayor horror de nuestra historia reciente. Rostros, fuego, sangre y víctimas de todos los bandos se resumen en una serie de fotografías coloreadas que, en palabras de sus autores, se presentan como “una advertencia. Mientras escribimos estas líneas vuelven a marchar en todo el mundo el fascismo, el nacionalismo, el populismo, el antisemitismo, el odio, los prejuicios, las políticas de exclusión. El mundo es frágil, hace falta mucho menos de lo que pensamos para sumirlo en las llamas”, dicen en el prólogo.

“El mundo en llamas. La larga guerra, 1914-1945″. Marina Amaral & Dan Jones.
“El mundo en llamas. La larga guerra, 1914-1945″. Marina Amaral & Dan Jones.Desperta Ferro

Tregua por Navidad

Tregua de Navidad
Tregua de NavidadDesperta Ferro

Fueron tan solo unas horas, pero les supo a gloria. Durante la Primera Guerra Mundial, el 24 de diciembre de 1914, arrancó una tregua entre bandos contrarios que ofreció un halo de humanidad entre tanto horror. Mientras los alemanes decoraban sus trincheras, los británicos respondían a sus villancicos cantando en inglés. Personas que habían estado matándose entre sí, decidieron salir de sus escondites (o escudos) para poder celebrar, al menos durante un tiempo, la Navidad. Y así sucedió: se abandonaron los fusiles para incluso organizar un partido de fútbol, lo que concluyó en una noche histórica donde, más que nunca, se pudo entonar el villancico “Noche de paz”. En la imagen se refleja ese imprevisto acuerdo: soldados británicos y alemanes miran a cámara.

Passchendaele

Soldados portando una camilla en Passchendaele
Soldados portando una camilla en PasschendaeleDesperta Ferro

Para los geógrafos, Passchendaele es el nombre de un cerro; para los soldados de la Primera Guerra Mundial era sinónimo del infierno. Nunca se combatió con más dureza y mayor crueldad que en los entornos de este territorio. Este fue uno de esos lugares que dieron a la contienda de 1914 la fama de hacer astillas el cuerpo y el alma de los combatientes. Las baterías británicas arrojaron aquí, durante el mes de julio de 1917, cuatro millones de proyectiles y convirtieron esta tierra en un insoportable tremedal. La tierra se convirtió en un lodo debido a las lluvias y el enfrentamiento que se dirimió por esta franja de terreno costó 475.000 bajas entre ambos ejércitos. Hubo penuria, muerte, hambre y carestía. En la imagen unos camilleros, con el barro a la altura de las rodillas, la camilla de un moribundo. El poete Siegfrid Sasoon escribió: «Yo moría en el infierno. Ellos lo llamaron Passchendaele».

El día más sangriento

Cañones en plena batalla del Somme
Cañones en plena batalla del SommeDesperta Ferro

Parecía interminable. Se alargó en el tiempo y se cobró innumerables vidas. Por ello, a la Batalla del Somme se le considera como una de las más largas y sangrientas de la Primera Guerra Mundial. Con más de un millón de bajas entre ambos bandos -los aliados atacaron a los alemanes tras una semana de bombardeos-, se produjo cerca del Río Somme (al norte de Francia) entre el 1 de julio y el 18 de noviembre de 1916. Tan solo el primer día murieron más de 19.000 británicos y otros 38.000 resultaron heridos o desaparecidos, una cifra que supera a cualquier otra jornada de la Gran Guerra. Un ataque masivo para el que, como se aprecia en la fotografía, contaron con cañones y todo tipo de artillería.

Ataque relámpago

Primer día de invasión nazi en Polonia
Primer día de invasión nazi en PoloniaDesperta Ferro

El 1 de septiembre de 1939, los nazis comenzaron en su misión de tomar Polonia. Esa primera jornada se aprecia en la fotografía, y fue el inicio de un ataque relámpago, en el que carros de combate, bombarderos y artillería consiguieron hacerse con la totalidad del país. El objetivo de esta estrategia era el de hacerse con la victoria a pesar de sus consecuencias, sin importar el desgaste en términos de vidas y recursos que ello pudiera suponer. En la imagen, un aviador de la Luftwaffe, fotografiado por un bombardero alemán, y ante él una panorámica de las ciudades minutos antes de ser bombardeadas.

Una posición clave

Invasión de Noruega
Invasión de NoruegaDesperta Ferro

En 1940 se produjo la primera confrontación entre Aliados y la Alemania nazi de la Segunda Guerra Mundial. Se produjo en primavera, cuando el país comandado por Hitler invadió Noruega a través de un ataque simultáneo. Este país era una posición clave para los alemanes, pues era la puerta de acceso hacia la neutral Suecia. Ante esto, se puso en marcha la Operación Weserübung, por la que se terminó tomando el control militar y político tanto de Noruega como de Dinamarca. Desde las ciudades costeras del país, como Narvik, hasta Oslo, en el sur. Unas cruentas batallas en las que salieron los alemanes victoriosos, y que aseguró el paso de las tropas nazis hacia el Atlántico Norte.

Un mundo de caras nuevas

Anna Coleman Ladd
Anna Coleman LaddDesperta Ferro

Para muchos supervivientes de la Primera Guerra Mundial hubo algo peor que las trincheras: vivir con las secuelas que les había dejado. Jamás antes, la humanidad había presenciado heridas tan horribles y consecuencias psicológicas tan tremendas. Los hospitales se llenaron de soldados incapaces de sujetar el temblor de su pulso o que habían perdido la mitad de su cara debido a una bala, la metralla o las explosiones. En la fotografía vemos a Anna Coleman Ladd, una retratista que se había casado con un médico. Su marido era uno de los doctores de la Cruz Roja a finales de la Gran Guerra. Ella decidió poner su talento como pintora y escultora para dar más humanidad a las máscaras protésicas que los soldados utilizaban para tapar las deformaciones de su rostro. Es cierto que esto nunca devolvió expresividad a esas caras mutiladas, sin quijadas, sin narices, en ocasiones, con el cráneo deformado por las heridas. Pero si daba un aspecto humano y les ayudaba a incorporarse de nuevo a la sociedad.

Una población marcada

Ghetto en Varsovia
Ghetto en VarsoviaDesperta Ferro

Después del Holocausto, la historia ya no puede contemplarse de igual manera. La población civil siempre ha sufrido las consecuencias de los conflictos bélicos, pero lo que se vio durante el Tercer Reich fue el exterminio sistemático de la población en función, solo, de su religión, color de piel o un origen cultural distinto, como es el caso de los gitanos europeos. El gueto de Varsovia se ha convertido en una de las peores experiencias de este tiempo para los civiles. En un distrito de apenas cinco kilómetros se hacinó a una población de 450.000 personas. Las raciones distribuidas entre estas personas eran minúsculas y apenas alcanzaban las 200 calorías al día. Y en un lugar donde el invierno era especialmente duro y dañino para la salud humana. Esta pareja judía fue fotografiada en este barrio en 1942. En la solapa de sus abrigos se distingue las estrellas amarillas que los identifica como judíos. Es probable que, después de esta instantánea, fueran trasladados a los campos de concentración, con toda probabilidad a los campos de Treblinka, a 80 kilómetros. Los nazis lo llamaron «reubicación». Hoy todos saben a lo que se referían: asesinatos en masa.

El coste de acabar con Hitler

Día D
Día DDesperta Ferro

Esta fotografía es el prolegómeno de una victoria y, al mismo tiempo, de una carnicería. La tomó, durante la madrugada del 6 de junio de 1944, el llamado Día D, el fotógrafo de la guardia Costera de Estados Unidos, Robert. S. Sargent. Los soldados norteamericanos desembarcan en las Playas de Normandía para reconquistar Europa y acabar ya de una vez con Hitler y el Tercer Reich. Pero lo que tienen por delante dista bastante de ser un trabajo fácil. Esta operación costaría cientos de bajas y esas aguas francesas se convirtieron en la tumba de docenas de chavales. El mar se tiñó, literalmente, de rojo, y rendir la posición costó mucha bravura y determinación por las unidades desplegadas. Se convertiría en una de las batallas más complejas y más costosas, en vidas humanas, de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en un periodo de tiempo tan breve. Pero más allá del horizonte, estaba Berlín. Cuando los aliados alcanzaron la victoria en esta franja costera, la caída de Hitler era cuestión de meses.