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Mosaicos soviéticos, el arma ideológica más colorida de la época

En la era soviética, los mosaicos eran prevalentes en la mayoría de las ciudades para que los ciudadanos disfrutasen y se inspirasen de ellos. Debían reflejar la modernidad y el progreso y glorificar a los líderes que los planearon.
Adam JonesAdam Jones
La Razón

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Las ciudades de la Unión Soviética se adornaban con vastos murales y mosaicos ubicados principalmente en el exterior de todo tipo de edificios, ya que se consideraban una especie de alternativa estatal al arte callejero moderno. La herencia proviene tanto del impulso ideológico del estado soviético como de la creencia en inspirar a los ciudadanos con un bello entorno cotidiano.
Los primeros mosaicos soviéticos aparecieron en la década de 1930 en las grandes estaciones de tren neoclásicas estalinistas, los teatros y las estaciones del metro de Moscú. Luego pasó de moda en la década de 1950 pero reapareció a fines de la década de 1960 y 1970. Fue entonces cuando la mayor parte del arte apareció en las ciudades de Asia Central.
Estos mosaicos tenían dos funciones principales. La primera era que se usaba como medio de propaganda. Sirvieron como una especie de publicidad exterior, creando héroes y enemigos a los ojos de la nación. Por ejemplo, muchos mosaicos representaban victorias militares o logros espaciales y héroes del trabajo como mineros, trabajadores del acero, constructores y lecheras. Además, también se decoraban con ideas y consignas. Su otra función era mejorar estéticamente las ciudades a través de sus colores brillantes e inmensos tamaños. Muchos también contaban historias de amor en vez de narrativas de propaganda.
Curiosamente, por mucho dinero que invirtió el estado en la contratación de artistas para crear estos mosaicos, los residentes nunca reconocieron su mérito artístico. Las obras no lograron atraer al público, tanto en la época soviética como ahora. Consideraban que era una herramienta propagandística que no se le podía llamar arte.
Fue en Ucrania donde más se creaban estas obras, aunque lamentablemente, después del colapso de la Unión Soviética en 1991, algunos de ellos han sido objeto de los procesos de descomunicación que surgieron como consecuencia de la situación política en Ucrania en 2014 (Revolución de la Dignidad). Se ordenó el desmantelamiento de todos los símbolos del Partido Comunista como los monumentos, nombres de ciudades y calles y los mosaicos.
El tema de la destrucción de estas obras ha sido objeto de un considerable debate ya que se puede decir que son objetos culturales que se deberían de preservar a pesar de su pasado. Muchos han sido pintados por encima o destruidos mientras que otros en pueblos más provinciales se han descuidado. El arte soviético, como recordatorio de un sistema político caído, ya no ocupaba un lugar destacado en la lista de preservación urbana.