Historia

“Malleus Maleficarum”, el manual que describía cómo identificar, dar caza y castigar a la brujería

El libro, publicado en 1487, ponía el foco ante todo en las mujeres, por ser “más crédulas, más propensas a la malignidad y embusteras por naturaleza”

"El aquelarre", de Francisco de Goya, refleja a una serie de mujeres sucumbiendo a los caprichos del diablo
"El aquelarre", de Francisco de Goya, refleja a una serie de mujeres sucumbiendo a los caprichos del diabloLa RazónLa Razón

Desde la más remota antigüedad se ha hablado de brujería. Se han conocido historias o leyendas sobre personas con supuestas habilidades mágicas, que por tener estas capacidades podrían ser un peligro para la humanidad. De ahí la caza de brujas, que si bien se suele asociar con la Edad Media, ha estado presente en casi toda nuestra historia, ante todo a partir de un hecho en concreto. Parece que hasta que no se pone una idea negro sobre blanco, hasta que no se materializa con unas normas y reglas, no se puede considerar algo “oficial”. Pues bien, buena parte de la culpa de la cacería de brujas vino a partir de “Malleus Maleficarum” (”El martillo de las brujas”, en latín), libro publicado en 1487 con el objetivo de servir como manual a la hora de identificar, capturar, interrogar y, por supuesto, capturar, a los relacionados con la brujería.

Se trata de una polémica obra que contiene todo tipo de infames descripciones, sobre todo enfocadas a la mujer, principal y gran víctima de la caza de brujas. En sus páginas, se explica cómo es una bruja, su carácter, cómo dar con “los actos más terribles” que cometían. Entre estas descripciones, figuraban los criterios de deformidades físicas, edades avanzadas o, simplemente, ser diferente. Es decir, aquel que llevase una vida distinta, apartada al resto, era motivo suficiente para acusarlo de brujería. Una mirada a lo ajeno prejuiciosa que tanto se ha repetido a lo largo de la historia de la humanidad.

Página introductoria del "Malleus Maleficarum", especie de guía de instrucciones que se creó para dar caza a la brujería
Página introductoria del "Malleus Maleficarum", especie de guía de instrucciones que se creó para dar caza a la brujeríaarchivo

El autor principal de este cruel “libro de instrucciones” fue el inquisidor Heinrich Kramer, quien justificaba y promovía la tortura hacia las mujeres como forma de “paliar sus poderes” y hacer que confesaran por sus supuestas relaciones con la oscuridad. Y nos referimos a mujeres pues las principales perjudicadas fueron ellas, pues el libro incluso las describía como especialmente propensas a que adquiriesen poderes oscuros, por ser “más crédulas, más propensas a la malignidad y embusteras por naturaleza”.

Entre críticas y escobas

Pero Kramer no fue el único responsable del “Malleus Maleficarum”: el también inquisidor Jakob Sprenger fue su aliado. De esta manera, trabajaron juntos recopilando información en libros sobre demonología, tratados de la Inquisición y todo tipo de supersticiones. De hecho, es en las bases de este libro donde residen los principales símbolos que siempre se han atribuido a la figura de las brujas y que tantas veces se han representado a través de la pintura o del cine: sus capacidades de volar encima de escobas, sus ceremonias en bosques profundos y sus catastróficos conjuros.

Si bien fue un manual referencia, también obtuvo bastantes críticas, y no solo por los crueles métodos que se incluían en sus páginas, sino porque Kramer usó sin permiso una bula papal condenando la brujería para que su libro pareciera ser de autoridad pontificia. Una serie de teólogos e incluso inquisidores criticaron el documento, principalmente por la autorización de la tortura para obtener confesiones. No obstante, también existió la otra cara de la moneda, pues bastantes fueron las instituciones religiosas que siguieron los pasos de esta guía de instrucciones.

El “Malleus Maleficarum”, que gracias a la imprenta gozó de una gran difusión, se dividía en tres partes: la dedicada a demostrar que la magia existía, la de describir cómo identificar a una bruja según el uso de sus poderes, y la de cómo realizar un proceso por brujería. A esto, además, se le unió que este libro confería a los inquisidores de una presunción de infalibilidad. Es decir, no podían equivocarse de ninguna de las maneras, por lo que las víctimas no tenían vuelta atrás de ser señaladas.