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El grupo de mujeres que fue capaz de derrotar a los submarinos nazis con tizas, cuerdas y lienzos

Capitaneadas por el oficial Gilbert Robert, las Wrens establecieron un “juego” que cambió el curso de la Segunda Guerra Mundial y fue determinante para la victoria de los Aliados
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  • Antonio Añover Ortiz. Manchego de Quintanar de la Orden (Toledo). Estudié Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid. Inicié mi carrera en La Razón, y tras pasar por Negocios TV, volví a este periódico. Actualmente soy redactor de la edición digital y escribo artículos SEO y de actualidad, mayormente sobre temas internacionales. A veces también hago entrevistas.

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Todo comenzó en una mañana fría. En Liverpool, una ciudad marítima en el noroeste de Inglaterra, todos los días de principios de año lo eran, como es natural en el hemisferio norte, que en esa época, atraviesa la fase más dura del invierno. Esta metrópoli, como otras del Reino Unido, fueron gravemente golpeadas por los bombardeos de la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial, y la vida era más gélida que de costumbre en 1942.
El nombre de Janet Okell, de solo 19 años, solo resonaba levemente en un edificio grande a orillas del río Mersey, tras conseguir un nuevo empleo que le permitiría sacar a su familia adelante. Ella se presentó en su nuevo trabajo, y tal vez por los nervios o por la mala fortuna, se olvidó su uniforme. Un hándicap que le puede pasar a cualquier persona, en cualquier momento y en cualquier lugar. Pero gracias a ese despiste, formó parte de un grupo de mujeres que conseguirían derrotar a los submarinos nazis y jugar un papel importante en la historia, determinante para que los aliados vencieran en la contienda universal, la peor de la humanidad.
Cuando llegó a su nueva ocupación, se perdió entre la gran cantidad de habitaciones y pasillos que conformaban el búnker. Su nuevo jefe, Gilbert Roberts, la encontró llorando, y tras una leve charla, Okell se puso a trabajar en marcha para sacar adelante el proyecto de la recién formada Unidad Táctica de Aproximaciones Occidentales (WATU, por sus siglas en inglés), que estaba constituida por el grupo selecto llamado “Wrens” -como se llamaba a las integrantes del Servicio Naval Real de Mujeres- y que era liderado por Roberts, un excapitán de la marina.
Su misión no era otra que intentar destapar la razón por la que los submarinos de Adolf Hitler lograban hundir a tantos barcos británicos en el Atlántico, así como saber la forma de detenerlos, tal y como explica el experto Simon Parkin en el medio BBC.
Tizas, cuerdas y lienzos contra embarcaciones acorazadas
Winston Churchill, primer ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, era perro viejo. Se sabía todas las estrategias, todas las formas de salir adelante en una guerra y todas las líneas “inquebrantables” que se debían quebrantar. Tal vez Hitler le pasaba por encima, durante meses, en las batallas marítimas. pero el inglés sabía que el resultado de la guerra y el futuro de la humanidad dependía del Atlántico, una lucha que comenzó perdiendo en los primeros años, pero que acabó remontando.
Y es que, durante los dos primeros años de guerra, los submarinos de Alemania hundieron cientos de barcos aliados mientras transportabas alimentos y combustible desde Estados Unidos, que era, en palabras de Churchill, “la llave estranguladora y el fundamento de nuestra estrategia de guerra”. Unas 68 millones de toneladas de alimentos y combustible fueron transportados por una flota de tres mil buques mercantes. Y a Roberts, que volvió a la Marina británica tras recuperarse de un ataque de tuberculosis, se le encomendó la misión.
“Averigua qué está sucediendo y hunde los submarinos”, le dijo el primer ministro, de tal forma que debía descubrir el funcionamiento de los submarinos, desarrollar contramedidas efectivas y enseñar nuevas tácticas a cada capitán.
Un simple juego que se convirtió en arma de guerra
Roberts y las Wrens mostraron un simple juego con el que se podría descubrir toda la táctica alemana, tirar por la borda la estrategia nazi y dar un vuelco a la batalla del Atlántico. Las aptitudes en matemáticas y estadística del oficial fueron la clave para desarrollarlo.
Bolas de hilo, tizas y un rollo de lienzo fueron suficiente para llevarlo a cabo, siendo diseñado por las Wrens, compuestas por Jean Laidlaw, Jane Duncan, Nancy Wales, Christian Oldham, Judy DuVivier, Elizabeth Drake, Elizabeth Hackney, Jane Howes, Doris Lawford y Pauline Preston, además de la oven Janet Okell.
Un juego similar al mítico “hundir la flota”, que utilizaba informes posteriores a la batalla, sistemas de detección, simulaciones de juego de mesa y la ayuda de la máquina Enigma alemana, cuyos mensajes cifrados de los alemanes fueron descifrados por el matemáticos Alan Turing. Parecía algo divertido, un pasatiempo para cualquier niño o adolescente, pero se refería a un trabajo serio, con duras consecuencias si se fallaba en cualquier cálculo.
Dos equipos, en el que uno jugaba con submarinos y otro como capitanes de barcos de escolta. El equipo de mujeres movía convoyes en miniatura en un suelo de linóleo marrón, del tamaño de un gimnasio, y pintado con cuadrículas. El progreso de cada uno de ellos sería marcado con tiza blanca
Cada lienzo tenía una mirilla, por la que el resto de oficiales observaban, para entender la mecánica del juego y, en sí, la estrategia de guerra. Así, al finalizar el juego, todos sacaban las conclusiones, y jugaban una y otra vez, cambiando de bandos, de posiciones y de lado para averiguar los posibles avances y establecer determinadas hipótesis.
Errores que fueron determinantes pero que se pudieron reparar
Los oficiales pudieron ver los numerosos errores que se cometieron. Percy Noble, almirante y comandante en jefe del Western Approaches, felicitó a Roberts y le pidió a un miembro de su personal que informara al primer ministro sobre “un error cardinal”, que se comenzaría a reparar para el resto de combates.
Roberts y las Wrens mostraron el juego incluso al rey Jorge IV, y su trabajo se convirtió en una escuela para la perfección de guerra contra los submarinos. En tan solo un mes, durante el verano de 1942, los barcos de escolta hundieron hasta cuatro veces más submarinos alemanes que el mes anterior. La tendencia sería ascendente, continuaría durante el resto del año y contragolpeó a los nazis durante lo meses siguientes de guerra.
Según explica el experto en BBC, hasta cinco mil oficiales navales formaron parte del juego, y Roberts y su equipo impartieron más de 130 cursos. Incluso, con la caída de Berlín en 1945, los comandantes de los submarinos nazis estaban íntimamente familiarizados con estas tácticas y las habían intentado aplicar.