Violante de Aragón: una historia de amor y despecho
La vida (incompleta) de la esposa de Alfonso X el Sabio e hija de Jaime I se mueve de la venganza a la redención
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Esta futura reina, hija del rey Jaime I de Aragón el Conquistador y de Violante de Hungría, quien fue a su vez medio hermana de santa Isabel de Hungría, pasará de manera desapercibida a la historia. De hecho, por falta de fuentes, desconocemos su fecha de nacimiento por lo que nos tenemos que remontar hasta el año 1240, en que recibimos la primera noticia de su existencia, por donde es mencionada a causa de cierta declaración de su padre respecto a la conquista del Reino de Valencia. Cuando cumplió los cuatro años, fue prometida al entonces infante Alfonso, futuro Alfonso X el Sabio, por parte de su padre Fernando III, el único rey-santo español. Con una Castilla fuerte y en plena expansión (Fernando había conquistado Badajoz, Jaén, Córdoba y Sevilla, donde estableció su corte), se deseaba la buena relación entre los dos reinos más importantes de la península, tanto por ellos como por parte del Papa y la Orden de Santiago, entonces muy poderosa, para así poder ejercer una política exterior más homogénea.
En 1244, otros cuatro años tras el acuerdo de matrimonio, se reafirmaron los esponsales formalmente en el llamado Tratado de Almizra, cuyo contenido establece las fronteras del Reino de Valencia. Los novios no se casarían hasta cinco años después, pues Violante era todavía muy pequeña. Tan pequeña era que cuando contrajeron matrimonio Alfonso tenía 27 años mientras que Violante doce. El príncipe debería haberse casado con más prontitud pero no pudo ser, pues al parecer, antes de la proposición al padre de Violante, se intentaron otros acuerdos matrimoniales con la infanta Blanca de Champaña, hija del rey de Navarra, y asimismo con Felipa de Ponthieu, hermana de su madrastra. Como vemos, ninguno de estos compromisos llegarían al altar.
Desgraciadamente los historiadores concuerdan en que el matrimonio no fue feliz y diría que he aquí la clave de las futuras acciones de la reina. Ya en sus primeros años comenzaron los problemas pues Violante, al ser tan joven, no resultaba fácil que concibiera un hijo. Sin embargo, las presiones aumentaban pues el reino y la política no se hacen esperar. Alfonso, desesperado por un heredero, comenzó a pensar en repudiar a su esposa y casarse, en cambio, con una princesa noruega llamada Cristina. Esta incluso llegó a venir a España, en donde se desposó con el hermano de Alfonso, el infante Felipe.
Para la tranquilidad de todos, Violante entonces ya había tenido una hija, Berenguela, que inmediatamente fue nombrada sucesora de su padre. Por suerte, Alfonso mantuvo el compromiso con su esposa, pues terminó teniendo nada menos que once hijos. Sin embargo, las presiones, la descortesía y el deshonor que le hacía teniendo aventuras con otras mujeres, provocarán en la reina una herida que no será fácil de olvidar.
Entre su descendencia se encuentra el conocido Fernando de la Cerda, casado con la hija del rey de Francia, y el futuro Sancho IV de Castilla. La reina Violante pasará a la historia a causa de sus hijos, pues fue la que enfrentó con energía los conflictos que surgieron a raíz de la sucesión de su esposo el Rey. Sucedió que, al infante Fernando de la Cerda, heredero del reino de Castilla, su padre cada vez le iba delegando más responsabilidades, con lo que viendo que tenía más poder, entró en querellas con este, especialmente por no posicionarse a su lado durante una revuelta nobiliaria. Fernando, quien estaba muy unido a su madre, murió repentinamente antes de cumplir los 20 años en Ciudad Real. El problema es que a su muerte, Alfonso X intentó nombrar como sucesor a su otro hijo Sancho en vez de a los hijos de Fernando. La reina Violante se opuso tremendamente a esto y siempre se posicionó a favor de los derechos de los infantes de la Cerda.
Demostrando su resistencia, Violante abandonó la corte y al rey (como lo harían muchos) para luchar por los intereses de sus nietos, volviendo al Reino de Aragón junto a su hermano. Parece ser que en el fondo, lo que en verdad detestaba la reina era a su propio marido pues al rebelársele su propio reino contra él, ella se declaró abiertamente en su contra y maquinó para lograr su destitución en favor de su hijo Sancho, en lugar de los nietos a quienes antes había apoyado. Al final de su vida, Violante quiso redimir su alma de las acciones que el odio le había causado tomar, por lo que peregrinó a Roma a visitar la tumba de san Pedro. Al volver de su largo viaje murió en Roncesvalles, en paz, en el año de 1300.