Historia

Las cartas privadas de la hermana de José Antonio

Nuevos documentos de Pilar Primo de Rivera que esta guardaba con celo y en los que cambiaba palabras con varios intelectuales

Pilar Primo de Rivera nació y murió en Madrid (1907-1991)
Pilar Primo de Rivera nació y murió en Madrid (1907-1991)Agencia EFE

De entre el centenar de cartas conservadas por Pilar Primo de Rivera en su archivo privado al que accedí por gentileza de su sobrino nieto y albacea testamentario, Pelayo Primo de Rivera, publiqué ya en LA RAZÓN algunas de las más significativas, el 16 de diciembre de 2019. Ahora, al cabo de los años rescato otras epístolas desconocidas y no menos interesantes conservadas también con gran celo por la hermana de José Antonio, como la rubricada por Rafael Sánchez Mazas el 19 de mayo de 1964, dos años antes de morir.

Padre del también escritor Rafael Sánchez Ferlosio, Sánchez Mazas fue corresponsal de «Abc» en Roma, donde asistió a la subida al poder de Mussolini, y destacó por su labor literaria con su novela «La vida nueva de Pedrito de Andía».

«La gran amistad que le tuve [a Miguel Primo de Rivera] –escribía Sánchez Mazas a Pilar– me reaviva con inmenso dolor cuantos recuerdos imborrables, entrañables y patéticos tantas veces, desde la muerte de vuestro padre, que de vosotros guardo, y no te digo ya de José Antonio. Todos habéis honrado a vuestra casa y servido a España durante generaciones, con egoísmo emocionado e inteligente, y Miguel no faltó a la tradición de los suyos. Con gran pena también supe el fallecimiento de vuestra tía monja [Carmen] en Andalucía. José Antonio me daba escapularios que ella le mandaba. Quedas ahora tú, querida Pilar, que tanto has hecho y harás todavía, si Dios quiere, para rezar y recordar a los tuyos, cuyas vidas todas te pueden llenar de consuelo».

Previamente, el 15 de octubre de 1939, cuando España se desangraba aún tras la Guerra Civil, Agustín Muñoz Grandes, futuro jefe de la División Azul, señalaba en esta otra misiva a Pilar algunas de las misiones que debían desempeñarse entonces: «Felicita en mi nombre a las recompensadas, pero que no se envanezcan, que si bien todos les debemos gratitud por la labor que realizan, es más, mucho más, lo que ellas deben a Dios por haber nacido en España. Como labor inmediata que sólo vosotras podéis realizar está la de reponer rápidamente los estragos que la guerra produjo con la pérdida de cerca de un millón de hombres en plena juventud, dedicando vuestra atención preferente al niño y muy particularmente en su período de lactancia, educando, al propio tiempo, a la madre en la tan importante y difícil misión que en la vida le corresponde. Hay que evitar la terrible mortandad infantil que hoy nos azota, haciendo una intensa campaña casa por casa y organizando todos los establecimientos de puericultura que sean precisos, hasta desterrar tan grave mal».

Papel protagonista

Dionisio Ridruejo, futuro divisionario y amigo de José Antonio, además de poeta y ensayista de la Generación del 36 junto con Luis Rosales o Leopoldo Panero, reivindicaba a Pilar un papel más protagonista de la mujer de su tiempo en esta carta fechada en enero de 1939: «No es posible –escribía– que las mujeres vivan sólo para remediar miserias y consolar desdichas. Junto a esa misión abnegada y sublime les corresponde la de saturar el ambiente nacional, purificándole».

El filólogo e historiador Ramón Menéndez Pidal, verdadero iniciador de la filología hispánica y discípulo de Marcelino Menéndez Pelayo, elogiaba así a la Sección Femenina en esta epístola fechada en marzo de 1959: «Mucho le agradezco, querida y admirada Pilar Primo de Rivera, su tan cariñosa felicitación en mi noventa aniversario, y las preciosas flores ciclamen que, aun inmarcesibles, recrean mi vista; mucho le agradezco también los libros, muestra de la fecunda obra de Falange Femenina que siempre me ha interesado sobremanera».

Ernesto Giménez Caballero, escritor y periodista que tras la Guerra Civil retomó su actividad como catedrático docente, escribía a Pilar el 28 de marzo de 1966 para recalcarle su rol místico en la llamada cruzada nacional: “Hay que mantener la piedad, la memoria, la gratitud, sin desfallecimientos, día a día, hora a hora, año tras año, ante los que sois, como José y tú, haces místicos de una victoria que hoy gozan millones de seres sin saber ya a quién se la deben».

Amigo de José Antonio y de Eugenio D’Ors, con quien compartía tertulias, Julián Pemartín reclamaba también a Pilar el papel de la mujer en aquella época en esta otra carta de 1939: «Por mujeres, debéis ser siempre fieles a vuestro temperamento femenino, evitando toda falsificación. Debéis cultivar, sobre todo, con anhelo de superación, las cualidades genuinas de la mujer, y si queréis acertar siempre, sed siempre mujeres auténticas».

Ruiz-Giménez sobre José Antonio

Embajador de España ante la Santa Sede y ministro de Educación Nacional, designado Defensor del Pueblo en 1982, Joaquín Ruiz-Giménez escribió a Pilar esta significativa carta fechada el 4 de junio de 1966: «No necesito decirte, porque estoy convencido de que lo sabes, que mi fidelidad a ti es muy honda, a ti y a todo lo que permanece válido y esperanzado en el pensamiento de tu hermano. Por desdicha, los hombres de nuestra generación no hemos sido capaces de hacer fructificar ese pensamiento en las entrañas de nuestro pueblo; si se hubiesen realizado los cambios de estructura que él preconizaba, a estas horas se abrirían a nuestra Patria horizontes más claros. Sin embargo, nadie tiene derecho a desesperanzarse, y unos en una latitud, otros en otra, hemos de seguir en la brecha hasta conseguir para nuestra España la justicia, la libertad y la paz auténticas con que él soñara».

La fecha: 1964

Sánchez Mazas escribía a Pilar: «Con gran pena supe el fallecimiento de vuestra tía monja en Andalucía. José Antonio me daba escapularios que ella le mandaba».

Lugar: Madrid

Dionisio Ridruejo, amigo de José Antonio, reivindicaba el rol de la mujer: «No es posible que las mujeres vivan sólo para remediar miserias y consolar desdichas».

La anécdota

Ruiz-Giménez a Pilar: «Mi fidelidad a ti es muy honda, a ti y a todo lo que permanece válido y esperanzado en el pensamiento de tu hermano».