Fernando Zavala Vidarte: Una espada al servicio de la contrarrevolución
El historiador José Ramón Urquijo Goitia publica la biografía del militar vizcaíno que destacó como líder de la contrarrevolución durante el Trienio Liberal y en la Primera Guerra Carlista


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La historia de España está llena de personajes que han jugado un papel importante en ella y, sin embargo, siguen siendo bastante desconocidos. Manuel Fernando Zavala Vidarte (Meñaka –Bizkaia- 1788/Madrid 1853), del que José Ramón Urquijo Goitia ha escrito su biografía, es uno de ellos. El doctor en Historia y académico correspondiente de la Academia de la Historia, ha publicado «Zavala Vidarte, una espada al servicio de la contrarrevolución» (Foro para el Estudio de la Historia Militar de España). “Al estudiar la Primera Guerra Carlista, sobre todo en Vizcaya, descubrí el personaje en 1833 y empecé a interesarme por él, fui cogiendo pequeñas informaciones en distintos archivos durante casi veinte años y tenía un volumen importante, así que hice un último esfuerzo para completarlo y escribí el libro”, explica el historiador sobre un personaje “que es uno de los mejores ejemplos de personas que se iniciaron en la milicia y en la política en la Guerra de la Independencia y definieron su vocación y su biografía en los conflictos civiles siguientes, el Trienio Liberal y la Primera Guerra carlista. Y aunque es una figura poco estudiada, entre 1822-23 es el responsable militar y político de los movimientos contrarrevolucionarios de todas las provincias vascongadas y en 1833 es el hombre que mantiene Bilbao a favor de los carlistas”, afirma.
Sobre su primera etapa en la Guerra de la Independencia hay muchos datos confusos en torno a su figura, comenzando por la grafía de su propio apellido. “En la partida de nacimiento está con “b” y como es abuelo de un fundador del PNV, lo “vasquizan” y también lo ponen así, pero él en todas las cartas, proclamas y escritos escribe Zavala y lo he respetado”. Además, “sus descendientes hicieron una biografía poco probable –explica-, aparece como que tuvo un papel bastante importante, pero los datos no lo avalan y su reconocimiento militar como subteniente es demasiado bajo para tantos méritos, con lo que parece que esa primera fase está bastante inflada”, asegura. Zavala Vidarte formó parte de la contrarrevolución, luchó contra los liberales en restablecimiento de la monarquía. “Se subleva, dice que por indicación de Fernando VII -y parece cierto-, lo que no sabemos es por qué se recurre a un individuo tan poco significativo, quizá porque consideran que en el País Vasco pueden tener más fuerza los movimientos contrarrevolucionarios y a nivel popular, sí tiene en Vizcaya cierto control de la situación”. Su papel consistió “en mover partidas para intentar sublevar al país entero contra los liberales del gobierno y tratar de volver al Antiguo Régimen”, señala Urquijo Goitia .
Zavala Vidarte es un hombre de acción, “su mentalidad militar era la de un guerrillero más que de un oficial de carrera –significa-. Del 20 al 23 hay cosas oscuras que lo caracterizan como un hombre duro, incluso cruel, llegando a tener líos con sus propios compañeros contrarrevolucionarios. En su historia hay numerosas denuncias de fusilamientos de prisioneros y saqueo de poblaciones”. En 1830 es puesto a las órdenes del capitán general de Guipúzcoa, que le encomendó el mando de los Paisanos Armados de las Provincias Vascongadas. “Su principal misión consistía en exterminar las fuerzas liberales de Mina que habían entrado desde Francia. Poco después se retiró a su casa de Mungia y comenzó su actividad política”, apunta.
Al fallecimiento de Fernando VII, asumió la dirección del levantamiento militar en su provincia en calidad de comandante general de Vizcaya. Tras la victoria de los isabelinos al mando de Sarsfield, se dedicó a reorganizar las fuerzas del Pretendiente don Carlos en las zonas rurales. “Él es uno de los jefes que resisten y que no pasan la frontera a Francia, se mantiene intentando reconstruir las tropas, va sustituyendo los voluntarios realistas, poco operativos, por un ejército más profesional, y ahí se enfrenta con gente de la corte carlista, como Zumalacárregui o Simón de la Torre –resalta el autor- . En 1834 don Carlos, aún en Portugal, le concedió el ascenso a mariscal de campo, con Zavala y Zumalacárregui se consolidan las dos jefaturas militares vascas, sin embargo, “Don Carlos se inclinó por el segundo, que aunque inicialmente es guerrillero, después se profesionaliza militarmente hasta el punto de ser instructor de milicias y de hacer ejércitos clásicos, mientras que Zavala fue siempre un guerrillero”.
Tras el Abrazo de Vergara, Zavala fue uno de los generales que escoltan a don Carlos al cruzar la frontera hispano-francesa. “En el exilio es un hombre de absoluta fidelidad Tras las sucesivas amnistías, sobre todo las de 1849, vuelve a España. Su máxima preocupación entonces fue lograr el reconocimiento de los ascensos y recompensas conquistados en las filas del Pretendiente, pero nunca pudo lograrlo, de hecho muere en Madrid intentando que sean reconocidos sus méritos, pero no lo consigue”, concluye.