Subasta cancelada
El Holocausto no está en venta, cómprese un loro
La presión de la cancillería polaca y de la alemana ha dado al traste con una subasta que pretendía poner a la venta enseres personales de supervivientes de los campos de concentración nazis
A ver. «¿Una carta de un prisionero polaco de Auschwitz, fechada en 1940, por 180 €? ¿Una ficha de la Gestapo con información sobre la ejecución de un residente judío del gueto de Mackheim, en Prusia Oriental, en julio de 1942, por 350 €? ¿O quizás la notificación del fallecimiento de un paciente del Sanatorio Estatal de Hadamar, asesinado en 1944 en el marco del llamado programa de eutanasia, también por 350 €?», se pregunta no sin cierto escándalo el Instituto Fritz Bauer sobre la Historia e impacto del Holocausto a raíz de conocer la subasta de enseres de víctimas de los nazis que ha estado a punto de llevarse a cabo ayer en Alemania, concretamente por la casa Felzmann, en la localidad de Neuss, vecina a Düsseldorf.
Acertadamente, los objetos personales de los supervivientes del Holocausto no han sido puestos en almoneda gracias, sobre todo, a la intervención del gobierno polaco –que abrirá una investigación y reclamará para sí los enseres pertenecientes a sus paisanos–, que ejerció presión al ejecutivo alemán para su paralización o cancelación. «El respeto a las víctimas exige la dignidad del silencio, no el bullicio del comercio», llegó a expresar el ministro de Exteriores de Polonia Radosław Sikorski tras confirmarle su homólogo germano, Johann Wadephul, la expulsión de los mercaderes del templo. El propio Wadephul criticó severamente la subasta: «Algo así es simplemente inaceptable y debe quedar claro que tenemos la obligación ética con las víctimas de impedir que sucedan cosas así».
Así, los 623 lotes que estaban pendientes de subasta, bajo el título «El sistema del terror, volumen II, 1933-1945», comprendían la correspondencia entre prisioneros de campos de concentración alemanes y sus familiares, con un total de varios cientos de cartas. Estos documentos proceden de diversos contextos de persecución nazi e incluye documentos de los perpetradores, entre ellos las notas de Arthur Liebehenschel, comandante del campo de concentración y exterminio de Auschwitz, en preparación de su defensa en los juicios de Auschwitz en Cracovia en 1947. Dicho lote también contenía fichas de la Gestapo, carteles de propaganda antisemita o una estrella de David del campo de concentración de Buchenwald «con señales de uso».
Originalmente, la casa de subastas había justificado la acción en declaraciones al diario alemán «FAZ» señalando que con la recolección de efectos históricos los investigadores privados realizan «una contribución al esclarecimiento de los hechos históricos» y que su actividad no tenía como objetivo «comerciar con el sufrimiento, sino la preservación» de la memoria. Sobre la memoria precisamente Christoph Heubner, vicepresidente del Comité Internacional de Auschwitz, recordó que los «documentos sobre la persecución y el Holocausto pertenecen a las familias de los perseguidos. Deben exponerse en museos o en exposiciones de memoriales y no degradarse a objetos comerciales».
Como le respondió aquel dependiente del ultramarinos a una clienta: «Señora, el niño no está a la venta, cómprese un loro». O adóptelo, no se me enfaden los animalistas.