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cultura
Tutmosis II, nuevos hallazgos de un poder fascinante
Una misión arqueológica ha hallado una tumba real egipcia, un descubrimiento de la talla del de Tutankamón en 1922

En 2022 se cumplían cien años del más memorable y recordado hallazgo de la arqueología reciente, la tumba de Tutankamón por el arqueólogo Howard Carter. Este aniversario se celebró, como no podía ser de otra manera, por todo lo alto aunque, quizá, la mejor manera de conmemorarlo podría haber sido con otro descubrimiento de una índole similar como una nueva tumba real puesto que la mastaba del hijo de Akenatón era la última sepultura real hasta el momento hallada. Ese año un equipo arqueológico egipcio-británico notificó el descubrimiento de un interesante sepulcro en el Valle de los Reyes originalmente interpretado como perteneciente a una esposa real de la dinastía XVIII. Sin embargo, tres después se ha confirmado la noticia: esa tumba pertenecía a otro soberano egipcio de la misma dinastía y que, por tanto, fue antepasado lejano del propio Tutankamón. En concreto, es la de Tutmosis II, según lo acredita el ajuar encontrado y que porta su nombre. Paradójicamente, es un faraón del que se conservaban sus restos mortales, pues fueron encontrados en el caché de Deir el-Bahari con las momias de otros soberanos de las dinastías XVIII y XIX, ocultados por sacerdotes para evitar su desecación, pero se desconocía su lugar original de reposo.
Este hallazgo es fabuloso. Aunque Tutmosis II, que en egipcio antiguo significa originalmente «el nacido de Djehut», es decir, el dios Tot, no sea un monarca legendario por sus actos, sí que lo es por su intimísima conexión con otros reyes de extraordinario peso que, una vez superada la dominación de los hicsos propia del Segundo Período Intermedio y que marcó el inicio del Imperio Nuevo, llevaron el poderío egipcio a unas cuotas de grandeza político-militar inéditas. Es el caso de su padre, Tutmosis I, quien protagonizará intensas campañas militares en el sur contra Nubia, alcanzando la cuarta catarata, y en el Levante, tanto en Siria-Palestina como contra el reino de Mitanni, llegando, de este modo, a cruzar el río Éufrates, pero también de sus inmediatos sucesores, su esposa y medio hermana Hatshepshut y su hijo Tutmosis III, hijastro de la anterior, que compartieron el trono hasta el fallecimiento de la primera. Mientras que la poderosa Hatshepshut gobernó el país con mano férrea 22 años, Tutmosis III, que procuró borrar todo recuerdo de su madrastra cuando por fin gobernó en solitario, es indiscutiblemente el más poderoso de todos los reyes que jamás ocuparan el trono egipcio. Frente a estos grandes nombres, Tutmosis II, que murió con 30 años después de una década de reinado, apenas cuenta con un gran legado histórico o patrimonial. Eso va a cambiar con el descubrimiento de su recinto funerario y de lo que se ha encontrado de ajuar, aunque la mayor parte parece haberse trasladado a otro sepulcro por culpa de unas inundaciones que forzaron a dicha mudanza. Habrá que estar atentos a los resultados finales de esta investigación aunque ya se han aportado conclusiones interesantes como que Tutmosis II fuera enterrado por Hatshepshut y no por su hijo Tutmosis III, como marcaba la tradición. Un detalle que avala el inusual ejercicio de poder de una mujer fascinante.
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