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Ian Anderson: «Lo último que necesita el mundo es otra canción de amor»

El rockero flautista celebra en Madrid 50 años de la histórica banda y habla sobre Dios, Israel, el Brexit y por qué, en primer lugar, eligió la flauta
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El rockero flautista celebra en Madrid 50 años de la histórica banda y habla sobre Dios, Israel, el Brexit y por qué, en primer lugar, eligió la flauta.
Su banda ha conocido múltiples etapas a lo largo de medio siglo de trayectoria. Pero seguramente ninguna como su primera década, jalonada por las dos obras maestras de Jethro Tull: «Thick As a Brick» y «Aqualung», dos álbumes de lírica incómoda y apuesta estética tan reconocible como la flauta de su líder, Ian Anderson. 36 músicos después, el grupo británico ha cumplido medio siglo de historia con la única constante de su líder, el hombre que toca como un flamenco (el ave, queremos decir), con el pie apoyado en la pierna opuesta. La única fecha en España para volver a escuchar las emblemáticas canciones del grupo será mañana, en Madrid.
–¿Cómo se siente?
–Si quieres llegar a mi edad, es mejor que te mantengas ocupado. Tengo planes hasta 2020 que incluyen un disco nuevo, giras y el libro oficial de la historia de Jethro Tull. Cosas que quiero hacer antes de morir y que hacen que sigas pedaleando hasta la puesta de sol sin caer de la bicicleta.
–Ya no lo hace por dinero.
–No. La semana que viene estaré en Israel y donaré todo a una ONG que actúa en favor de las relaciones de los grupos étnicos. Yo decidí seguir actuando en el país pero no por beneficio personal. Porque si tuviera una clase de posición política al respecto también podría aplicarla sobre actuar en EE UU, ¿verdad? Por desacuerdo político dejaría también Rusia y al final ni saldría de casa. Yo apoyo a unas entidades de caridad y también busco fondos para la Iglesia británica. Pero mira, la mayor parte del tiempo cobro por mi trabajo aunque teóricamente no necesitaré dinero los próximos años.
–¿Es una persona religiosa?
–Esa es un apregunta delicada. Yo apoyo a la iglesia cristiana y también el matrimonio gay y, hasta donde yo sé, no soy homosexual. La apoyo porque creo que son una parte de nuestra historia y cultura pero eso no me hace cristiano. Puedo ser muy crítico con ellos, pero siento como obligación apoyarles para conservar los bellos edficios históricos que poseen.
–¿Pero cree en Dios?
–No soy miembro de la Iglesia pero creo en Jesús de Nazaret, porque hay abrumadoras pruebas de que existió como profeta, y se convirtió en modelo de conducta para medio mundo. Pero ¿creo en Jesucristo en términos de la profecía bíblica y de hijo de Dios? Me temo que tengo más dificultades, aunque lo considero una historia buenísima. Apoyo totalmente a la Cristiandad y a los mitos y leyendas de Jesús, hasta el punto de que me rasco el bolsillo. Pero creer en Jesús de Nazaret no es lo mismo que hacerlo en Jesucristo.
–Sobre creencias, como escocés, ¿qué opina del Brexit?
–Creí que me ibas a preguntar sobre la independencia de Escocia. Y no, no la apoyo, yo soy el producto de una unión que se remonta a 300 años, la de Escocia e Inglaterra. Pero también la unión de mis dos padres, mi padre escocés y y madre inglesa. He vivido parte de mi vida en ambos lugares y creo que en el mejor futuro para ambos países es mejor juntos. En el contexto del Brexit, creo que Inglaterra jugaría un mejor papel siendo una fuerza de cambio, porque la UE tiene 50 años y un modelo que debe cambiar. Creo que Inglaterra puede proponer soluciones más modernas y flexibles y que estaríamos mejor en Europa si podemos ser fuerza de cambio.
–Perdone que estemos hablando de Dios y de política...
–No te disculpes, ese es el contenido de mis letras. He escrito mucho sobre ambos asuntos, sobre cosas reales. Mis letras son contenido de CNN, de BBC, de Al Jazeera. Yo escribo sobre lo que hay a mi alrededor, la historia, y aspectos que tienen un significado. No hablo de fantasía romántica, por eso tengo credibilidad como letrista.
–¿Se siente orgulloso de las letras que ha escrito?
–Lo estoy de ser capaz de ganarme la vida con mis principios. A la gente le gustan las cosas fáciles aunque las hayan oído un millón de veces. Pero lo último que necesita el mundo es otra canción romántica y mucho menos una que escriba yo. No nos hace falta otro cantante de angustias personales.
–¿Volvería a escribir «Demasiado viejo para el rock and roll, demasiado joven para morir»?
–La canción viene de una sensación de terror en un vuelo durante una gira. Era el año 75 y sentí que todos íbamos a morir. Esas palabras llegaron a mi mente y decidí aplicarlas a un personaje ficticio cuya vida está anclada en el pasado y siente nostalgia por su juventud. No es una canción autobiográfica.
–Suele escribir de personajes.
–Es más fácil, porque cantar sobre uno mismo es un poco aburrido. El rock está lleno de gente aburrida. ¿Sabes? Artistas que ganan mucho dinero y cuyo único interés es estar de fiesta. Y así es difícil tener una vida entretenida. Músicos, futbolistas... no somos conocidos como intelectuales o gente interesante. No vivimos en el mundo real, sino en una burbuja en la que somos afortunados y algunas veces alguien la rompe y hace algo distinto, pero no suele suceder. Lewis Hamilton quiere ser músico y un actor, y bueno, tener sueños está bien, pero Lewis, tus opciones son mucho menos que cero. Nadie te va a tomar en serio por mucho que tu habilidad sea conducir coches más rápido de lo imaginable y de los que están diseñados para correr. Tampoco creo que tenga mucha conversación.
–¿No ha tenido otros sueños?
–Bueno, pasé 20 años en el mundo de las piscifactorías y el procesado de pescado, y he hecho otras cosas que me han interesado, pero estoy convencido de que mi trabajo está muy bien.
–Oiga, ¿y por qué la flauta?
–Cuando vi en 1966 a Eric Clapton tocar con John Mayall supe que nunca sería un gran guitarrista. Vendí mi guitarra por un micrófono y no sé, la flauta me pareció un objeto brillante. Era agosto y no fui capaz de sacarle una nota hasta diciembre. Y al cabo de una semana ya tenía cinco y podía tocar el blues. En un par de semanas estana en el Marquee. Fue un golpe de suerte.
–¿Cómo será el concierto?
–Nos centraremos en lo que la gente quiere escuchar. Y trateré de que visualmente sea interesante. Solo espero que la gente no pierda el tiempo haciendo estúpidas fotos y me gustaría recordarle al público una cosa: «tienen un cerebro, ojos y oídos. Miren, escuchen y recuerden». Es mucho más satisfactorio que grabar unos cuantos vídeos de mierda.