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¿Tienes fuego?

Jaime Cantizano: «La vida me ha tratado de puta madre»

Con una sonrisa que define su actitud ante la vida, el presentador habla de sus sueños, cumplidos y por cumplir

Entrevista de verano al presentador Jaime Cantizano.
Entrevista de verano al presentador Jaime Cantizano. Alberto R. Roldán La Razón.

Hay hombres que parecen estar siempre recién duchados, pongamos que hablo de Jaime Cantizano. Duchados por fuera y por dentro, cuidado. Es casi seguro que en su interior acontecen, algunas veces, borrascas; tempestades puntuales propias de quien tiene sueños muy altos y los va despachando. Pero la imagen que nos regala es, indefectiblemente, la de aquel al que cuando lo mira una cámara le lanza una de esas sonrisas que definen una actitud ante la vida. Aunque puede ser, todo es posible, que él no sepa nada de todo esto.

Es obligado empezar dándole la enhorabuena. Por la boda, digo.

Sí, yo creo que en un momento en el que poca gente se quiere comprometer a algo y se quiere mojar el culo, por qué no dar el paso y entrar a formar parte de ese club de los que deciden casarse por derecho. Por derecho y también del revés, porque no sé si significará un cambio importante en la vida... Eso, de momento, no está ocurriendo, así que todo fluye, que es lo importante.

Darle carta de naturaleza a su relación es importante para usted.

Sí, sobre todo teniendo familia y por lo que pueda pasar en el futuro. Soy de los que mido y estudio mucho qué puede pasar en el futuro y me gusta la planificación en todos los terrenos, en el profesional y, también, en mi vida personal y familiar. Así que todo tiene que ver con lo que pueda pasar en los próximos años.

La popularidad fue bastante incómoda para mí durante algunos años

Jaime Cantizano

Su madre se llama Salud: ¿gestarse en un cuerpo con ese nombre es jugar con ventaja?

Ja, ja, ja. De momento los chequeos son positivos, así que... Mi abuela aguantó hasta los 95 años y yo espero que la genética empuje el carro de la edad. Tengo más confianza en la genética que en mí mismo. Uno procura aliviar el peso de los años, pero los responsables son los que te han dejado la carga genética, por supuesto.

Se inició en la profesión haciendo radio y, tras años de televisión, volvió al redil. ¿Es el medio de comunicación perfecto?

La radio es el medio de comunicación que consigue conectar mejor con la persona que está al otro lado. Y es el medio que hace más transparente y más cercano al presentador, al comunicador. Siempre he tenido un vínculo directo con la radio, ya sea como escuchante, como oyente, en casa, siendo niño, o como un profesional que se sienta delante del micrófono. Y siempre he tenido un ojo, aunque hiciera televisión, en la radio. De hecho, solo hay que ver cuáles han sido mis decisiones en los últimos años. La pasada temporada, de lunes a viernes estaba hacienda televisión y el fin de semana radio, y decidí en su momento confiar aún más en un medio como es Atresmedia y volcarme en la tarde.

Hay una cosa de la radio que me desconcierta: casi siempre se están riendo. ¿Surge así, es inevitable, es imperativo del medio trasladar buen rollo, o hay un plus de sobreactuación?

Creo que es el medio más natural y que nos hace más transparentes. Siempre se lo explico al equipo y creo que eso se percibe en el programa: para mí es muy importante el clima, la atmósfera que hay en cada uno de los programas que presento. Creo que ya tengo muy buen olfato y procuro rodearme de gente que transmite una manera de entender cómo deben ser las relaciones personales y con el resto de individuos. Por eso mi programa es tan diverso y hay voces tan dispares, tan distintas. Estoy pensando en el ejemplo de Celia Villalobos y Susana Díaz. Ellas incendian la conversación de las tres de la tarde de los jueves, pero son muy de cañas en Torremolinos cuando llega el verano. Eso ocurre, en general, con todas las personas con las que trabajo y de las que me rodeo. Creo que la radio es el medio en el que menos se puede forzar la risa o la sonrisa.

«Creo que la radio es el medio en el que menos se puede forzar la risa o la sonrisa»

Jaime Cantizano

Y luego está el reverso, las lágrimas: qué fácil es llorar escuchando un testimonio en la radio. ¿Le ha pasado mucho? Llorar. Como oyente, quiero decir.

Como oyente/presentador, es decir, ejerciendo de ambas cosas, por supuesto. Y esta temporada he tenido varios ejemplos. No sé si es una de las virtudes que me pueden adornar, pero creo que soy un gran escuchante, que dejo respirar la conversación y, además, disfruto haciéndolo. Y que haya pausas en la radio a veces puede ser peligroso, pero las pausas bien hechas alimentan el relato de la persona que está explicándote algo. Y todo tiene que ver, vuelvo otra vez, a esa idea de intimidad, tanto para el oyente como para la persona con la que conversamos.

Para triunfar en la radio no es necesario ser guapo, pero en la tele sí ayuda. ¿Cuánto allanó el camino en su caso?

Pues habría que preguntarle al director. Antonio Robles se llamaba. Habría que preguntarle a ese director. Mira, si detrás de la fachada no hay nada o la estructura que sujeta la fachada no tiene cierta solidez, eso se cae. Si no en una temporada, en dos.

Eso es evidente. Pero la belleza siempre abre una primera puerta. Luego ya se encarga uno de echar abajo las restantes.

La belleza puede abrir una primera puerta, sí, pero también puede ponerte cierto cliché. De todas maneras, con 52 años que cumplo tenerlo como un elemento a tener en cuenta no tiene mucho sentido para mí.

A propósito de la belleza: Charo López dijo que la división entre guapos y feos es otra lucha de clases. No es mala frase.

No creo que haya que llevarlo al extremo de lucha de clases... En la televisión tenemos el ejemplo de personas, de presentadores, de presentadoras…

A ver a quién va a llamar feo...

Ja, ja, ja. Te decía que tenemos personas que no son adonis.

«Me queda mucho fuego, porque empiezo una nueva etapa ya casado y porque me quedan los años más intensos de crianza de un hijo que está a punto de entrar en la adolescencia»

Jaime Cantizano

Sí, claro. Acuérdese de Kiko Ledgar o Joe Rígoli. O Adriano Celentano, por irnos a un país cercano.

Mira, Celentano es un gran ejemplo de ello. Por hablar de compañeros, ja, ja, ja, que estuvieron en otro momento y en otro país, además.

La política ha entrado en modo programa del corazón. ¿De un tiempo a esta parte le resulta ingrato hablar de política?

Hay que hablar de política. La política es necesaria. Otra cuestión sería si es necesario hablar de política con los políticos que actualmente están en ejercicio. Pero en esta temporada y en la siguiente, y eso se detecta y se ve, la política va a ser un ingrediente fundamental en la radio y en la televisión. Porque vivimos momentos yo creo que cruciales en la historia reciente no solamente de nuestro país, sino también a nivel global. Y estamos transitando hacia un no sé si nuevo sistema o nuevos sistemas políticos, y el movimiento de placas tectónicas que se está registrando en Estados Unidos, en Europa, en muchos países, lo que nos viene a explicar es que estamos en un momento histórico, de transición. ¿Hacia qué? Pues seguramente en los próximos 10, 20 años nos enteraremos realmente de hacia dónde íbamos.

Esos latidos en todo el mundo nos exigen estar muy atentos, claro. Sobre todo, a los que nos dedicamos al periodismo.

Tenemos que estar muy atentos y no dejarnos arrastrar por los que quieren anular el sentido crítico y los que juegan a ponernos en un bando o en otro. Aquello de los muros. No podemos dejarnos arrastrar por esta idea de construir un muro. Tú estás al otro lado, estás conmigo o estás contra mí... Eso nos lleva al desastre, directamente.

La popularidad. ¿Es un bendito incordio?

La popularidad acompaña al trabajo, a mí me ha acompañado. Pero durante algunos años fue bastante incómoda para mí. Quien me conoce sabe cómo me han educado en casa y, por mi concepto de lo que tiene que ser la vida, se producía un hecho que me distorsionaba enormemente. Era difícil compaginar la popularidad de los años de televisión con mi idea de llevar una vida discreta y de ser un tipo que protege especialmente a su entorno, a la gente más cercana. Pero de esto ha pasado ya mucho tiempo y nunca me he quejado de ello. Porque no creo que tenga que quejarme y porque el ejercicio de masticar los efectos de la popularidad es un ejercicio personal y privado que está superado desde hace muchísimo tiempo.

¿Jaime Cantizano es razonablemente feliz?

No persigo la felicidad, no quiero ser extraordinariamente feliz, y creo que soy moderadamente feliz. Más que moderadamente feliz: la vida me ha tratado de puta madre y no me puedo quejar. No sería justo que lo hiciera.

¿Sería un mal nacido si se quejase?

Sí, yo creo que lamentarse, después de lo que uno ha vivido y de lo que ha recibido… Eso sí que sería una injusticia social. Y no hay que más que echar un vistazo para ver cómo está el patio. Y tampoco hay que irse a ningún rincón del país. Con mirar qué es lo que tiene la familia y cuál es la vida de familiares cercanos, uno se da cuenta que le tocó el Gordo en su momento. Aunque hasta la suerte hay que trabajarla, no hay que olvidar eso.

Esta sección lleva por título «¿tienes fuego?». Se lo pregunto a usted: ¿tiene fuego?

Pues todavía me queda mucho fuego por muchas razones. Porque empiezo una nueva etapa ya casado. Porque me quedan los años más intensos de crianza de un hijo que está a punto de entrar en la adolescencia. Y porque llevo mi primera temporada de «Por fin» y en la segunda tiene que arder la antena. Y cuando digo arder la antena es que se caliente y tome la temperatura adecuada para estar mucho tiempo. Mi idea sería jubilarme en la radio. Pero cada vez que digo algo de este tipo, siempre, qué casualidad, hay un proyecto, un cambio profesional, que me hace abrir otra puerta. Así que tampoco voy a pedir muchas cosas más.