Cortázar, sin cuento
Ensayo. Un volumen reúne las modélicas clases que impartió en EE UU
No resulta frecuente contar con las fichas didácticas o notas académicas que des-tacados escritores o profesores han utilizado para impartir sus clases. Habría que remontarse al conocidísimo «Curso de Lingüística General» de Ferdinand de Saussure, publicado por destacados discípulos suyos, o las más recientes lecciones de literatura a cargo del mismísimo –y polémico en este aspecto por sus controvertidas opiniones–Vladimir Nabokov. Este material pedagógico resulta interesantísimo, porque al valor de los contenidos teóricos hay que añadir la capacidad comunicativa y la amenidad docente, propias de la más deseable transmisión de conocimientos. En este sentido, «Clases de Literatura», de Julio Cortázar, es un texto modélico, viva expresión del profundo sedimento narrativo-conceptual que asistía al inolvidable autor de «Rayuela».
Universo creativo
Apurando, con sensibilidad y rigor, el fondo inédito de un legado literario inagotable, el estudioso de la obra cortazariana Carles Álvarez Garriga ha reunido –con la aquiescencia de Aurora Bernárdez, legataria del novelista–, la transcripción de las lecciones de literatura que este impartió en la Universidad de California, Berkeley, en 1980. Con su característica agilidad coloquial y un impecable orden argumentativo, Cortázar va desgranando sus teorías sobre el cuento fantástico, la narrativa realista, las interioridades creativas de sus obras, la función de la musicalidad en el relato breve, la magia del suspense en la trama argumental, las tendencias de la literatura hispanoamericana o la importancia del erotismo en la ficción fabulada, entre otros temas y asuntos; porque no se trata aquí sólo de las ensoñadas mixtificaciones del creador literario, sino que apela al cine, el jazz, el boxeo o la política como característicos referentes de su particular universo creativo. La inclusión de las preguntas de los alumnos y las correspondientes respuestas de este en absoluto improvisado profesor, añaden una extraordinaria vivacidad al conjunto; al ser requerido sobre la relación entre fantasía y realidad en su literatura, leemos. Por ejemplo: «Siempre me fue difícil distinguir entre lo que mi inteligencia racional ve de la realidad y lo que mi propia fantasía le pone por encima o por debajo y que la transforma». En alguna ocasión Cortázar bromea, como cuando finge enfadarse al preguntarle una alumna si escribe literariamente en español –claro está– o en francés. Resulta también de la máxima utilidad crítica el análisis que realiza de cuentos suyos como «El perseguidor» o «La autopista del sur», en lo que supone un despliegue de sensibilidad y una fiesta de la inteligencia.