Crítica de libros

El Hitchcock más retorcido

Thomas Berger publica «El rostro del mal», un prodigioso «thriller» psicológico

Dustin Hoffman en «Pequeño gran hombre», que escribió Berger
Dustin Hoffman en «Pequeño gran hombre», que escribió Bergerlarazon

La forma de enfrentar a una persona con su lado perverso es permitirle que lo viva como propio. Es el esquema típico de las pelis de amigos. Basta con asociar a dos personas opuestas para crear un conflicto que acabará extremando las posiciones de ambos compañeros o acercándolas. Uno representa el orden, el respeto a la Ley y una escrupulosidad enfermiza por las normas. El otro, su opuesto: insumisión, maldad y falta de respeto a las leyes. Hay un momento de confusión en el que ambos intercambian sus caracteres, pero es un espejismo.

La maldad y el otro

Ése es el mecanismo ideado por Berger para su extraordinaria «El rostro del mal». Contraponer dos tipos en apariencia opuestos. Uno es el reflejo distorsionado del otro, unidos por sus fantasías complementarias. El tema que Berger plantea es el de la maldad y su relación con el otro. En psicoanálisis sería la transferencia, un asunto que apasionó a Hitchcock. Lo mismo que a Patricia Highsmith, cuyo entrecruzamiento es «Extraños en un tren». Filosóficamente, la relación sería la del amo y el esclavo, dialéctica en la que el dominio del amo no existiría sin la sumisión del esclavo y viceversa. Los separa la escrupulosidad moral del otro, una línea débil en apariencia pero imprescindible para que el mundo se rija por la Ley. Es un placer leer a Thomas Berger. En «El rostro del mal» parte de un malentendido que se despliega con el virtuosismo de quien antepone el engranaje literario que va creando el relato a la convención, y acaba construyendo un artefacto tan complejo y desasosegante que el lector no puede por menos que sentirse atrapado en esa pesadilla. Berger resalta por su fino sentido del humor y el tratamiento tragicómico de unas tramas que se arman literariamente a medida que avanza la acción y perfila a los personajes. Todo es lo que parece hasta que algo se quiebra y surge ese otro fascinado por el lado oscuro que todo. Bien lleva adosado como un castigo. No es un retrato psicológico, ni siquiera moral, sino un juego literario desconcertante, parecido al vértigo que produce en el cine de Hitchcock el ensamblaje de las piezas que van articulando ante el alucinado espectador el relato cinematográfico.

Sobre el autor

Es famoso por dos novelas llevadas al cine, «Pequeño gran hombre» y «Mis locos vecinos», y es uno de los grandes de la literatura americana

Ideal para...

tener un primer contacto con este autor imprescindible, escasamente conocido

Un defecto

Debe de tenerlos, pero son indetectables

Una virtud

Proponer una experiencia cuyo placer sólo procura la literatura

Puntuación: 10

«El rostro del mal»

Thomas Berger

Ediciones B

256 páginas,

16 euros