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El niño del lago contaminado

larazon

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Durante los años de la Guerra Fría la temperatura subía repentinamente en algunos lugares del planeta. Sucedió de forma especialmente extrema en la inmensa estepa de Kazajistán donde los soviéticos realizaron un total de 468 explosiones nucleares de una potencia 2.500 veces superior a la de la bomba de Hiroshima. Allí, en «La zona», como se llamaba al lugar donde se realizaban las explosiones, vive Yerzhán, que parece un niño aunque haya cumplido 27 años y toca el violín de forma prodigiosa desde los 3. Subido en un tren que atraviesa lentamente las desiertas estepas, Yerzhán le contará su vida al anónimo viajero, trasunto del autor. Esas estepas lejanas y poco pobladas fueron el lugar de pruebas ideal para los soviéticos obsesionados por una idea, repetida entre la población como un eslogan: «No solo alcanzaremos a los yanquis, tenemos que superarlos».
Hamid Ismailov (Kirguistán, 1954), que creció en Uzbekistán pero se vio obligado a exiliarse por sus «inaceptables tendencias democráticas», retoma en este libro, de una singular belleza, los paisajes de su infancia y narra con un encanto tradicional la historia de un niño que no pudo crecer porque se bañó en un lago contaminado, y el amor que sentía desde la infancia por una dulce niña y cómo en dos familias cayó la desgracia.
Las descripciones de la estepa alcanzan cotas magistrales y descubren al lector otras formas de paisaje: las tonalidades del cielo, las diferentes calidades del aire, un torbellino amarillo o un cielo plomizo, los lentos trenes. Ismailov denuncia en su novela el hecho terrible de las pruebas nucleares y lo hace con un lenguaje de un lirismo sencillo y cautivador: «Esos años de la infancia fueron de una felicidad azul y amarilla, que crecía entre el cielo y la tierra». Un libro inolvidable.

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