Fría venganza

Aunque Seicho Matsumoto (1909-1992) es uno de los autores más prolíficos y exitosos de Japón, sus libros llegan a nuestro país con cuentagotas y gracias a Libros del Asteroide, que publicó en 2014 la obra que le lanzó a la fama, «El expreso de Tokio», y ahora «La chica de Kyushu». A Matsumoto se le considera el padre de la novela negra japonesa, a la que aporta una carga de crítica social y denuncia de la corrupción política y moral de la sociedad nipona de mediados del siglo XX. Su origen humilde siempre está presente cuando describe la desigualdad económica de sus personajes. Esta novela pertenece al género que él popularizó en Japón durante la década de los sesenta, el «misterio social».

En esta ocasión, una mecanógrafa, Kiriko Yanagida, viaja a la ciudad de Tokio con la intención clara de contratar a un prestigioso abogado, Kinzo Otsuka, que defienda a su hermano de la acusación de asesinato de una anciana, pero Otsuka no acepta el caso porque la joven no tiene dinero para pagar los honorarios del letrado y su negativa tendrá dramáticas y complejas consecuencias. La trama se va enredando sorprendiendo al lector con nuevos giros y la última parte del libro es un baile de dos entre el abogado y la chica convertida en camarera hasta llegar a un final magnífico que recuerda a un relato de Borges.

Kiriko Yanagida es un personaje que resulta enormemente atractivo, una protagonista «comme il faut», fuerte y con un objetivo claro en su vida. Esta obra trata dos temas que resultan cruciales, uno es la dificultad de los pobres para obtener justicia y el otro, gracias al cual la novela crece y alcanza cimas más altas, es la venganza. Ese plato que se toma frío, como son las oscuras y húmedas calles de una ciudad como Tokio al anochecer.