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Isaac Rosa, ante el amor roto

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  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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La narrativa de Isaac Rosa (Sevilla, 1974) viene definida por una incisiva denuncia de las desigualdades sociales y un impecable retrato moral de la actualidad, adentrándose en un realismo crítico que no descuida el intimismo psicológico, el melodrama de las situaciones argumentales o la detallada descripción de ambientes. En esta línea, novelas como «El país del miedo» (2008), «La mano invisible» (2011) o «La habitación oscura» (2013) reflejan una voluntad testimonialista y comprometida con un conflictivo entorno, en el marco cercano de la crisis económica, la precariedad laboral, el desesperanzado futuro y la incertidumbre vital. Con «Feliz final» hallamos ahora un cambio de registro temático, profundizando el novelista en la reconstrucción de una ruptura sentimental, en el pautado proceso de un devastador fracaso amoroso. Evocando el acomodado pasado convivencial, cruzando sus respectivas voces e impresiones, una pareja con hijos adolescentes detalla las circunstancias de su desgarrador divorcio.
Matrimonio en crisis
Una marea de reproches y recriminaciones –junto al recuerdo del ilusionado enamoramiento, la cotidianidad familiar o el principio del desamor– van radiografiando la desafección mutua de unos protagonistas que deben encarar sus nuevas y desnortadas vidas. La conciencia de este naufragio les lleva a curiosos referentes culturales, como la revisión de «Viaje a Italia» (1954), la emotiva película de Rossellini, en la que un matrimonio en crisis busca denodada o inconscientemente el desaparecido amor. Se sucederán en estas páginas los característicos formantes de la ruptura: el reparto de objetos, la custodia compartida y la distribución de los préstamos, sin olvidar fastidiosas situaciones, como las reuniones de amigos bromeando sobre el asunto o la creciente banalización social de este drama íntimo, sus condicionantes económicos y el traumático impacto de un naufragio personal. Se matizan muy acertadamente los diversos registros del amor al rememorar el inicio de la crisis sentimental: «Nos queremos, seguramente no nos amamos pero nos queremos, no nos deseamos pero nos queremos, podríamos vivir el uno sin el otro pero nos queremos, hemos aceptado que esa forma tranquila de quererse no es una merma ni un fracaso sino al contrario, un triunfo» (pág. 70). En esta prospección semántica cobran diferenciado sentido palabras como afecto, cariño, deseo, querencia, pasión o ternura; y también aversión, rencor y episódicos odios sin remedio. Los protagonistas conceptualizan su conflicto bajo la expresión de «Lo Que Nos Había Pasado», con un grafismo de letras mayúsculas que trasciende el desencuentro y la separación.
Destacan en esta novela de irónico título y elaborada estructura la minuciosa gestualidad de los detalles cotidianos, los punzantes diálogos de enconados resquemores, el brillante análisis de las frustradas emociones, y el ameno ritmo de una prosa de lograda introspección psicológica.