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Crítica de libros

No es policiaca, sino feminista

No es policiaca, sino feminista
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La feminista Amy Stewart plantea dos problemas cruciales en su saga de Constance Kopp: desplaza el foco de la novela policiaca a la novela histórica policial y prima la ideología sufragista sobre la trama criminal. Es convención que la novela policiaca histórica nace con Agatha Christie y su «Muerte en el Nilo» (1937), pero es con Umberto Eco y «El nombre de la rosa» (1980) cuando se pone de moda. Precedida por Ellis Peters, especializada en novela histórica medieval, con «Un dulce sabor a muerte» (1977), protagonizada por el monje detective fray Cadfael.

Así pues, este género tiene como pioneras dos escritoras inglesas: Agatha Christie y Edith Mary Pargeter (Ellis Peters), pero son sus continuadoras quienes convierten a una mujer en protagonista, desplazando el Mundo Antiguo, Egipto y la Edad Media al reciente pasado: las primeras décadas del siglo XX. La primera es la australiana Kerry Greenwood con su sofisticada «flapper», la detective Phryne Fisher en «Cocaine Blues» (1989); la segunda, la inglesa Jacqueline Winspear y su Maisie Dobbs, una investigadora privada tras la I Guerra Mundial con «Maisie Dobbs» (2003); y la tercera, la norteamericana Amy Stewart y su ayudante del shérif Constance Kopp, en plena I Guerra Mundial.

Mientras las anteriores se basan en figuras imaginarias, Amy Stewart ha tomado como modelo una real: la primera mujer policía de la historia. Los relatos cubren las lagunas inmensas de ella y sus dos hermanas para elaborar unas tramas policiacas mínimas, casi naturalistas por su verismo, en las que lo más importante es el relato histórico y la reivindicación del discurso feminista de las bondadosas sufragistas en su etapa inicial envueltas en un fino humor y aguda ironía. Quien espere una novela policiaca al uso no encontrará en las páginas de Stewart el tipo de intriga criminal que cumpla las veinte reglas que fijó el novelista S.S.Van Dine en 1928. Una de las esenciales es la número 7: «No existe novela policiaca sin cadáver... Obligar a leer trescientas páginas sin ofrecer siquiera un asesinato sería exigirle demasiado a un lector de este tipo de relato».

Historia de la vida cotidiana

Son pues estas novelas de la detective Kopp eminentemente buenistas y de una acendrada militancia feminista. Se leen como libros de historia de la vida cotidiana y su reflejo en el malestar de las mujeres pobres de comienzos del siglo XX. La crónica novelada, con regusto dickensiano, de un mundo atroz en el que la mujer vivía oprimida y sin posibilidades de romper las cadenas de la familia, acusadas si huían de amancebamiento o cautivas de la «trata de blancas». Están tan bien escritas que merecen el interés del lector por lo que cuentan y por su sugerente aproximación a las historias sórdidas de las mujeres antes de su primera emancipación. La señorita Kopp es un personaje entrañable y misericordioso, cuya misión es ayudar a jóvenes descarriadas que querían liberarse y sin otra salida que la cárcel, el reformatorio o el psiquiátrico.