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Sancho Panza, todo un Quijote

larazon

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La dedicación de Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León, 1953) a la obra cervantina es sobradamente conocida. Ya en 1993 publicaba «Las vidas de Miguel de Cervantes». Una biografía distinta, creativa aproximación a la incierta personalidad del autor; y hace diez años aparecía «Al morir don Quijote» (Premio Fernando Lara de Novela, 2005), recreación fabulada de las vidas de quienes acompañaron al genial caballero en la inmortal novela de sus aventuras. Existe una cierta tradición continuísta a partir del carácter legendario del texto primigenio, y el propio ingenioso hidalgo hubiera de buena gana proseguido y dado fin a los despropósitos librescos que le trastornaron el juicio.
En esta línea de admirativa prosecución novelesca, Trapiello publica «El final de Sancho Panza y otras suertes», historia que recupera al lúcido escudero, al bachiller Sansón Carrasco, su esposa Antonia –sobrina de Alonso Quijano– y al ama Quiteria, preparando y emprendiendo el viaje a las Indias, declaradamente seducidos por prometidas riquezas, aunque también decididos a dejar atrás un pasado que les define y condiciona, pendientes de una última resolución vital: «Y se declara esto aquí para que se vea que no hay ninguna historia en el mundo que se haya acabado nunca de contar, y que al mejor tejedor le queda un hilo suelto.» (pág. 13).
Abigarrado ambiente
En toda acción plagada de lances y desafíos no podía faltar el malvado de turno, aquí el escribano Alonso De Mal y su secuaz Cebadón, dispuestos a conseguir unos comprometedores documentos en poder de Antonia y sus compañeros de viaje; unos y otros inmersos en un abigarrado ambiente. Destacar la labor de profusa documentación sobre la Sevilla de los Siglos de Oro, el logradohumor sanchopancesco, el idóneo final abierto y la acertada conformación lingüística. Aunque entretiene, no es esta novela un mero divertimento; la sombra de don Quijote es su mejor hallazgo.