Siga a ese psicópata

Las novelas de Julia Navarro se traducen a más de treinta lenguas y han vendido cinco millones de ejemplares. Es una de las reinas del «best-seller» español con repercusión internacional desde que publicó «La hermandad de la Sábana Santa», «La Biblia de barro» y «La sangre de los inocentes», sus tres primeras incursiones en la novela histórica de intriga, con claras referencias a «El Código Da Vinci». Se consagró con «Dime quién soy», una intriga internacional de espías que recorre el siglo XX, de la Guerra Civil española a la caída del muro de Berlín. Desde entonces, Julia Navarro ha sustituido la intriga esotérica de misterio con referencias históricas por un relato más centrado en la actualidad y la psicología de los personajes. Su mundo es el mundo y todas las pasiones.

«Dispara, yo ya estoy muerto» le dio una nueva dimensión a su carrera, preservando los elementos que la han hecho famosa: intensidad dramática, suspense, amores imposibles y conflictos familiares. Una mezcla del relato histórico con sagas familiares en un entorno explosivo. El mayor mérito de sus novelas es homologarlas con el «best-seller» internacional. Una etiqueta popular un tanto lábil, que consiste en reverdecer el folletín decimonónico con una nueva combinación de estilemas melodramáticos siguiendo el bricolaje del todo vale posmoderno.

Una muestra de su capacidad para la renovación del género es el planteamiento de «Historia de un canalla». El título indica que el lector se enfrenta al clásico malvado de melodrama, cuyo mejor exponente contemporáneo es JR, de la serie «Dallas». Es cierto que para que adquiera dimensión maléfica, el canalla ha de desenvolverse en un entorno en el que la bondad realce al manipulador. Pero la autora parte de la confesión del desalmado, de la consciencia de su maldad desde la infancia. Thomas Spencer disfruta con ella y se siente orgulloso de ejercerla con furia destructiva. Detrás de este estereotipo imperecedero de folletón se ciernen algunas sobras de Grey en una síntesis lograda: consciencia del mal con aceptación del dolor como la única forma de amar dañando: «Prefería que sufriera a mi lado a que fuera feliz lejos de mí».

Julia Navarro es un escritora concienzuda, con propensión al desbordamiento e incapaz de síntesis. Su prosa fluye de forma orgánica, sin complicaciones estructurales ni complejidades narrativas. Va al grano. Tiene bien dispuestos sus artefactos críticos contra el «establishment» financiero, político y publicitario, de los que se sirve para enmarcar esta historia paspartú realmente oscura sobre el alma humana en su gradación más perversa, pero sin resultar hiriente. Éste es su acierto, lograr un siniestro personaje cotidiano que enmarca diversas narraciones truculentas sin más pretensiones que entretener, atrapar al lector para que siga a este psicópata a través de vicisitudes, violencia, corrupción, prostitución, dramas rurales y altas finanzas. Y lo consigue con una distancia que pone al lector de su parte.