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El regalo novelado de Jorge Rodríguez Gómez
El escritor, político y psiquiatra publica un libro ambientado en su país, en una Venezuela "tan reconocible como imaginada", afirma

Cuando Jorge Rodríguez Gómez presentó esta novela en su país, en Venezuela, aseguró que es una trama «fragmentada». «Pinceladas con algún tipo de dilación», explicaba el autor en consonancia con las palabras del también escritor Cósimo Mandrillo, a su lado. Con esa puntualización, el político y psiquiatra profundiza en la trama policiaca de «El mar que me regalas» (Libros del Centinela), un título que termina evolucionando hacia la tragedia. Sus personajes, envueltos en la derrota, logran arrodillar a un régimen pasado que se caracteriza por la «persecución, tortura y asesinato» de lo que Rodríguez llama «revolucionarios».
Todo sucede en esa Venezuela del pasado, «tan reconocible como imaginaria» –sostiene–, comandada por un dictador que se presenta como «débil y crepuscular», sacado de otro tiempo, que daría lo que fuera por encontrarse lejos de los problemas de un país «desagradecido» con su tiranía. Aunque, en realidad, como siempre pasa en este tipo de historias, los acontecimientos comienzan mucho antes de la primera página.
La historia da inicio con el secuestro de un gringo, «que no es quien parece», deja clara la contraportada del libro. Aparentemente estamos ante un norteamericano que trabaja como directivo de una importante farmacéutica, sin embargo, resulta ser un agente infiltrado de la CIA. Secuestrarle debía ser un trabajo sencillo, limpio. Nada por lo que «ensuciarse» en exceso. Pero las cosas no siempre son como uno quiere...
Luego, todo acaba frente al mismo mar al que hace referencia el título, que a su vez es también un principio para esta historia «de amor y sexo, de intimidad y desasosiego, de tortura y desencanto», con intensos deseos que relucen en medio de «la mugre del tiempo».
Jorge Rodríguez inaugura con esta novela el «noir» caribeño. Radiografía lo que la editorial define como «la verdad de la mentira y la mentira de la verdad». Un universo de seres que habitan los márgenes de la historia y que muestra las costuras de un siglo XX que agoniza entre espasmos de horror y placer, personajes que están vivos porque saben lo que significa estar muertos... «Una novela oscura e inquietante, sorprendente y ambiciosa, como un mar cálido y feroz, que hiere a los ojos de solo mirarlo».
Desde muy joven, el autor ya «leía todo lo que pasaba por mis manos», como ha reconocido en más de una ocasión. Para él, la creatividad es ubicua, «está en todo», y su relación con la palabra escrita «es entrañable», reconocía en la pasada Feria del Libro de Caracas, en la Galería de Arte Nacional.
La obra de Jorge Rodríguez Gómez aparece en la literatura latinoamericana a fines del siglo XX, cuando en 1998 resulta galardonado en la edición 53.ª del Concurso de Cuentos de «El Nacional» con el relato «Dime cuántos ríos son hechos de tus lágrimas». Desde entonces su trabajo destaca por una voz narrativa propia que lo llevó a ser merecedor dos años después la mención especial en la Bienal Latinoamericana de Literatura José Rafael Pocaterra con «El sueño de los ciegos», publicado por Comala.
Su siguiente libro de relatos «La piel del lagarto» tiene en su haber dos ediciones venezolanas (Fundarte, 2015, y Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2022) y una cubana (Editorial Arte y Literatura, 2022). Allí el autor desarrolla con maestría sus temas recurrentes: la muerte, el deseo, el género policial, y la ciudad post apocalíptica como telón de fondo de una ficción tan alterada como la realidad misma.
Rodríguez ha sido docente de posgrado en Psiquiatría de la Universidad Central de Venezuela y de Psicología Clínica en la Universidad Católica Andrés Bello. Fue alcalde de Caracas, ministro y vicepresidente de su país, donde ejerce la presidencia de la Asamblea Nacional. Tras su introducción, a partir de 2020, en el terreno poético, esta novela supone una vía literaria propia: llena de «originales sugerencias narrativas, hallazgos lingüísticos y simbología expresiva», apunta la editorial.
Memoria y supervivencia
En la citada incursión en la poesía, «Papeles de la demencia» (Ediciones Acirema) abrió camino a su profundización en la memoria y la supervivencia. El psiquiatra presenta la demencia como una lógica que en su raciocinio e intuición le presta un arte poético a su sensibilidad y percepción del mundo.
En el prólogo («Cuando la poesía dice no») de aquel título, el poeta Luis Alberto Crespo le presentaba como «el que se agobia de desvelos por la pasión de servir», recordaba de un hombre que «solía acercarse a las confidencias sobre la página escrita y su huella en nosotros». Así comenzaba su texto sobre un manuscrito en el que, continuaba el prologuista, descubría «esa feligresía, esa obediencia a la soledad del ser ante sus emociones, como si al atender a la añoranza o al pasado crudo –libre del suspiro, ese artista del retoque– no privilegiase otra apariencia que la de la descarnadura y ya no la obstinación de que hablaba Yves Bonnefoy en “La poésie et la gnose”».
Siguiendo los textos de la escritora luxemburguesa Anise Koltz, Rodríguez Gómez hizo bueno eso de que «el poeta pide perdón a las palabras/ que saborea/ antes de escupirlas/ en la hoja en blanco./ Pide perdón por la rabia/ que añade al mundo». El presidente de la Asamblea se centró entonces en el poema como relator de ruinas, «de lo que ya no somos», «de los sueños que nos arrebataron», firmaba Crespo: «Hay iglesias sin dioses, casas donde murió nuestra infancia y persisten, no sin sarcasmo, atributos de automotor para mostrarse al mundo con “mi pecho abierto sin radiador a cuestas”».
No faltaba el humor en sus versos, como el descreimiento; y a su vez, Rodríguez se atrevió a desautorizar ciertos valores humanos mediante la reescritura del poema «como verdad desértica». «El poema, a la luz de estos tiempos, lejos de restablecer el derruido orden de nuestros valores, aspira, gozosa, a la página en blanco –ese alzhéimer de la emoción– antivalor de sobrevivencia y consecuencia», se leía en la introducción. «Al caos de la tierra de los cactus y de los hombres embutidos de aserrín de Eliot, Jorge Rodríguez prefiere las estrellas desaparecidas. Pero cuida, eso sí –y basta con buscar en el libro no pocas motivaciones de reconciliación, de dulzura y caricia– que no medre el descontento frente a lo real y su desierto», cerró Crespo.
Tras ese debut, su siguiente poemario fue «Río quemado», en 2023, donde ejerce con su lírica una suerte de alquimia de la memoria, de búsqueda y redención a través de las palabras. Hace apenas un mes que presentaba este volumen en la 33.ª Feria del Libro de La Habana, en la patria de Martí y Castro, hasta donde se trasladó el autor para hablar de un proceso de creación que calificó como «complejo y hermoso, comparable a poner palabras a emociones profundas en la vida de los hombres de causas justas».
«A través de breves textos líricos», explicó durante la presentación el político y poeta venezolano Freddy Ñáñez, Rodríguez Gómez aborda «la sustancia existencial en medio de recuerdos fragmentados y rostros desvanecidos, evocando la desolación de una hecatombe, como una oda y una elegía a la vez, creando un lugar de memoria semejante a Comala o Macondo».
- «El mar que me regalas» (Libros del Centinela), de Jorge Rodríguez Gómez, 184 págs., 17,90 euros.