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Música y literatura

Serrat deposita su legado en el Cervantes: Ducados, estraperlo y el porvenir

El cantautor deja un ejemplar de su primer disco, la partitura de "Mediterráneo" y una máquina de escribir para la posteridad

Debería ser la primera piedra, el primer paso, para algo bien merecido. Joan Manuel Serrat depositó ayer en el Instituto Cervantes su legado en la Caja de las Letras para la posteridad dejando la candidatura en el aire, como un verso recién pronunciado. Si Bob Dylan ha ganado el Nobel de Literatura, hay pocas razones para que Joan Manuel Serrat no alce algún día el Cervantes, máxima distinción de nuestras letras. Claro que ni él lo pidió ni es que lo desee. Nada de lo que hizo Serrat fue con ánimo de permanecer. «Yo nunca escribí nada ni he hecho prácticamente nada en la vida pensando que iba a dejarle algún legado a nadie. Incluso cuando mis hijos nacieron tampoco lo tenía previsto», dijo ante la prensa. Pero es que todo se movía en las brumas de lo indefinido: Serrat, que no ha escrito un solo libro en su vida, recibía el Premio Antonio de Sancha que conceden los editores de Madrid como si de un novelista o un poeta se tratase. Que lo es, pero sin obra en papel. En fin, todo un galimatías que no hace sino sustentar más aún esa posibilidad de que sea el primer Cervantes pop de nuestra historia.

Quedan para la posteridad desde ayer, con enmienda de arrepentimiento concedida («me ha costado mucho desprenderme de estos objetos»), una serie de ítems trascendentales para la lírica (¿qué es una canción si no un poema?) en lengua hispana. A saber: un ejemplar del primer disco –en catalán– que publicó en 1965 «y que el pobrecito está desintegrándose», junto a una copia original de la partitura de «Mediterráneo» –con anotaciones manuscritas–, un ejemplar –«de estraperlo, de la editorial Losada»– que contenía una antología de la poesía de Miguel Hernández que el Nano usó para el disco en el que adaptó sus poemas y, finalmente, una pesada máquina de escribir («que iba siempre en la maleta con una cajetilla de Ducados») en la que todas las letras que hacía «me parecían mejores de lo que eran».

El gran cantautor celebró que la caja 1.276 de la que fuera la cámara acorazada del viejo Banco Español de Río de la Plata alberguen cosas más importantes que las que hubo depositadas en otros tiempos. «Sueños, fantasías, pensamientos, arte, pero arte vivo. Arte de aquel que pueda estar en contacto con la gente». Serrat fue preguntado por la herencia quijotesca: «Está pasando por un mal trago, mal momento realmente. Pero bueno, quizá el talento de Cervantes sigue perfectamente vivo y sus personajes siguen diciéndonos cosas que nos pueden ser hoy en día también muy útiles. Realmente Don Quijote saldría muy mal parado, mucho peor de lo que salía en la novela. Pero puede decirse que lo que valía para su tiempo vale también para el siglo XXI». Por su parte, el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, reconoció que «recibir el legado de Serrat es una fiesta. Un modo de celebrar la educación sentimental de los españoles». Antes de terminar, el Noi de Poble Sec pidió permiso para, quizá, recuperar un día sus objetos y llevarlos «de paseo por el Retiro», aunque fuera por un rato. Pero, de cualquier manera, celebró que tenga la ocasión de «dejarme en vida entre tan buenos muertos».