Exposición

Trece hojas de papel higiénico: la dulce herencia de Miguel Hernández

Hasta el 7 de enero, la Biblioteca Nacional ofrece en una muestra el legado que el poeta creó mientras estaba en la cárcel para su hijo de dos años y medio

Miguel Hernández y Josefina Manresa en 1937
Miguel Hernández y Josefina Manresa en 1937La Razón

Delicadeza, fragilidad, pero también resistencia. Durante sus últimos años de vida, Miguel Hernández mostró su lado más tierno y familiar, pero también su inacabable tenacidad y fortaleza. Entre condenas y prisiones, el escritor supo comprender el sentido de la libertad, así como la importancia de los detalles: los abrazos, las miradas, la cercanía. Por ello utilizó lo que tuvo a mano para comunicarse con los suyos: hojas de papel higiénico, visiblemente sensibles, frágiles, en las que Hernández escribió una serie de cuentos dedicados a Manuel Miguel, su segundo hijo. Un bello legado, tanto por su contenido como por la historia que guarda tras de sí. Se trata de un manuscrito compuesto por trece carillas, con dibujos del autor en el reverso de una de ellas, y que están cosidas por un hilo de color ocre en la parte superior. Miden 12x19 centímetros, y contienen un tesoro: cuatro relatos infantiles titulados “El potro oscuro”, “Un hogar en el árbol”, “El conejito” y “La gatita Mancha”. Revelan una interesante faceta de los últimos años de Hernández, y ahora están expuestos al público de la mano de la Biblioteca Nacional (BNE). Desde este viernes 6 de octubre hasta el 7 de enero, estará abierta al público la exposición “El poeta que hacía juguetes”, que refleja a Miguel Hernández como “un padre despojado de todo, y cuya herramienta para dejar herencia a su hijo es la maestría de su escritura”, resume Ángel Rocamora, quien se ha encargado del diseño de la muestra, junto con José Carlos Rovira en el comisariado.

Manuscrito de cuatro cuentos, escritos por Miguel Hernández para su hijo
Manuscrito de cuatro cuentos, escritos por Miguel Hernández para su hijoBNE

"En el techo sobre mi cabeza, que da con el techo, no sé si porque he crecido o porque ha crecido poco el techo, he pintado un caballo como esos que te mando a todo galope y he colgado un pájaro de papel con este letrero: Estatua voladora de la libertad. Espero que el caballo y ella a pesar de todo, me traerán, nos traerán la buena suerte pronto". Estas palabras las escribía Miguel Hernández en una carta dirigida a Josefina Manresa, para que se la trasladara también a su hijo, de dos años y medio. La mandó en julio de 1939 desde la cárcel de Torrijos, y es una de las tantas misivas que el autor envió durante su estancia en prisión, y que también se reflejan en la exposición de la BNE. Explica Rovira que "estas cartas son el recorrido de alguien que se dirige a su mujer y a su hijo, y le va contando sus sensaciones y estados de ánimo durante cuatro años". Y es que la muestra abarca desde el nacimiento de Manuel Miguel, el 4 de enero de 1939, hasta el fallecimiento de Hernández, el 28 de marzo de 1942.

Exposición Miguel Hernández: el poeta que hacía juguetes. Ausencias y últimos cuentos para su hijo'
Exposición Miguel Hernández: el poeta que hacía juguetes. Ausencias y últimos cuentos para su hijo'Sergio PérezAgencia EFE

Caballos y lecheras

Nada más entrar en la sala de la BNE, los ojos del espectador se dirigirán hacia un camastro carcelario, situado en el centro, sobre un espacio iluminado, y bajo una serie de lecheras que mucho tienen que ver con la historia de estos cuentos y cartas. En estos recipientes, Josefina Manresa enviaba alimento a su esposo mientras estaba preso, y cuando las recibía de vuelta se fijaba bien en su tapadera, pues el poeta escondía ahí sus escritos. La muestra incluye la lechera original, además de las réplicas que sirven como diseño y decoración de la exposición, así como una serie de manuscritos, dibujos y juguetes realizados por Hernández. En cuanto a las hojillas de papel higiénico, estos "cuentos son seguramente los últimos textos que escribió el autor en el Reformatorio de Adultos de Alicante en 1941", apunta Rovira, y añade que funcionan como "cuatro metáforas de libertad con personajes de animales principalmente, y dos de ellos fueron transformados en dos bellos cuentos ilustrados por Eusebio Oca, compañero de prisión del poeta: 'Dos cuentos para Manolillo (para cuando sepa leer)'". Unos objetos que pertenecen a la BNE desde 2013, y que anteriormente los poseía Julio Oca, hijo de Eusebio Oca, a quien, según Rovira, "se los regaló Hernández y quien nunca dijo que los tenía por temor".

 Vista de los objetos que forman parte de la exposición Miguel Hernández: el poeta que hacía juguetes. Ausencias y últimos cuentos para su hijo' este jueves en la Biblioteca Nacional en Madrid.
Vista de los objetos que forman parte de la exposición Miguel Hernández: el poeta que hacía juguetes. Ausencias y últimos cuentos para su hijo' este jueves en la Biblioteca Nacional en Madrid.Sergio Pérez EFE

Escribía Hernández a su mujer en una de sus cartas: "No he podido mandar los juguetes que le tengo fabricados (a su hijo) a mano: un carro precioso pintado de varios colores y un caballo blanco y rubio de serrín, casi de tamaño natural. Hoy salen de aquí para Madrid, desde donde irán directamente a Orihuela por ferrocarril. Creo que llegará a las manos de mi niño con menos retraso que el perro, ya que un caballo siempre avanza y se traga el camino más deprisa que un perro y este es de los que trotan como si volaran. Ahora voy a fabricarle un popeye y otras tonterías más para cuando vengáis y pueda dárselo yo en sus mismas manos". Además de cuentos, Hernández quiso sentirse cerca de su hijo creando juguetes: perros, caballos, pájaros, carros... Nueva prueba de las tres obsesiones que la BNE expone: "Las dos primeras, el reencuentro con su mujer y el anhelo de ver a su hijo, al que lleva 18 meses sin haber podido abrazar a causa de su periplo por varias cárceles de España", continúa Rovira, "y la tercera obsesión es la libertad y, en los relatos que editamos, el poeta crea una metáfora continuada de la misma, una alegoría narrativa de personajes, sobre todo del mundo animal, que viven presos de situaciones de las que se deben liberar".