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«Los Increíbles 2»: La familia es lo que importa

En Estados Unidos ha debutado en su primer fin de semana de estreno con 182 millones de dólares, récord absoluto para una cinta de animación. La familia de superhéroes regresa con más aventuras
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En Estados Unidos ha debutado en su primer fin de semana de estreno con 182 millones de dólares, récord absoluto para una cinta de animación. La familia de superhéroes regresa con más aventuras.
Vuelve la familia más increíble de Pixar junto al hielo de Frozono, la esencia de Edna Moda, un villano tecnológico y los poderes sorprendentes de Jack Jack. Catorce años han pasado desde que vimos a Bob, Helen, Violeta y Dash por última vez poniéndose el antifaz negro para luchar contra el Socavador, el villano con el que acabó la primera cinta y cuyo doblaje lo ha realizado Álex de la Iglesia. Ahí los dejamos y ahí los retomamos en la nueva película dirigida por Brad Bird –que ganó dos Oscar a la mejor película de animación por «Los Increíbles» y «Ratatouille»–, distribuida por Walt Disney Pictures y producida por John Walker y Nicole Paradis Grindle, donde la familia Parr se enfrenta a una nueva, actualizada, peligrosa y moderna misión: tendrán que acabar con el Raptapantallas. Las nuevas sensaciones y las escenas de acción no han faltado en una película donde algunos temas de la actualidad han formado parte del guión o se han reflejado en personajes como el del nuevo villano.
Humor, sorpresas y detalles rescatados que ya conocíamos, todo se presenta en «Los Increíbles 2» junto a un nuevo villano que controla las pantallas, es decir, que está en todas partes, y que utiliza la hipnosis y la manipulación de la mente para dominar a las personas. Puede que no sea un reflejo total de la realidad, al fin y al cabo es una película de animación –de Disney, la fábrica de los sueños– en la que el Raptapantallas tiene sus propios motivos para acabar con los superhéroes en el mundo y para volver a la sociedad entera en su contra. De hecho, el mismo director asegura «los villanos que más me gustan son los que creen en su punto de vista, los que tienen sentido aunque sea una forma de pensar un poco retorcida». Es decir, si el «malo» es coherente puede desafiar a los Parr, pero que no lo haga así porque sí. Sin embargo, este aspecto sí podría ser un reflejo de cómo los avances tecnológicos se han hecho notar no solo en una sociedad donde hay personas que utilizan lo digital como arma, sino también en sus efectos sobre la opinión pública.
Vida paralela
Las mejoras virtuales han sido rompedoras desde la primera película en 2004 hasta ahora, tanto en el cine como en la política, el amor y otros aspectos de la vida, y gracias a estas mejoras existen más pantallas y más posibilidades de comunicación, de una forma más inmediata y universal. Esta proliferación de pantallas se ha convertido para muchas personas en un punto de desconexión, una herramienta de trabajo o incluso una vida paralela, y no ha dejado atrás la posibilidad de influir también de forma negativa: si estos avances en vez de ampliar fronteras y comunicar más, censuran o muestran una parte de la realidad, la sociedad nunca va a conocerla en su totalidad. Esto sucede, en parte, con los superhéroes de la cinta, ya que si en lugar de transmitir toda la lucha que llevan a cabo para volver a la normalidad se muestran los destrozos que han causado en las calles y edificios, la imagen de su trabajo cambia. La ilegalidad de ser un superhéroe se debe a un rechazo social provocado por una percepción equivocada sobre el uso de los superpoderes. En pocas palabras, tienen que esconderse y volver a ser ciudadanos «normales» porque no son «socialmente aceptados». Este peligro que la tecnología conlleva se ha plasmado en la película con unas gafas que hipnotizan y unas pantallas que manipulan la mente, como una llamada de atención, «una forma de pedirle a la gente que sean más creativos, que tengan sus propias ideas», según la productora Paradis, aunque agrega que «alguna pantalla a modo de inspiración tampoco está mal».
Desde un primer momento el vínculo familiar de los superhéroes es el protagonista, el que lucha contra el villano y el que representa la dinámica que más le interesó al director, «porque hay muchas cosas que contar y explorar más en el género de la familia que en el del superhéroe», confesó Bird. Por tanto, la secuela de «Los Increíbles» no es solo una película de luchar por el bien y contra el mal, sino que esto «es un plus, algo que la hace más divertida», según el director, una perspectiva diferente que no viene mal con el «boom» actual de películas de superhéroes, poderes y misiones que se ha estado viendo en cartelera.
Codo con codo
En la película de 2004, Violeta y Dash acabaron soportándose y luchando juntos, mientras que Helen acudió a salvar a Bob. Estaban, de alguna manera, separados y todos terminaron coordinando sus cualidades y capacidades, codo con codo, como una familia. En la nueva cinta, cada personaje «tiene un poder que representa el momento vital que está pasando, es un reflejo de lo que ocupan dentro de la familia», explica el director, «como el caso del bebé, que es puro potencial y por eso desarrolla múltiples poderes». La frustración adolescente y amorosa de Violeta hace que se vuelva invisible. Dash no contempla la expresión «echar el freno» en su vocabulario. Mr. Increíble no se rinde y Elastigirl lo abarca todo. Y cada detalle de cada personaje se concentra en una misma historia.
Los protagonistas vuelven a la carga con esta cinta bajo un mismo rol dispuesto a desarrollarse, fortalecerse, incluso cambiar en algunos aspectos, como sucede con el intercambio de papeles de Bob y Helen. Ya no es Elastigirl la que se queda en casa cuidando de la familia mientras Mr. Increíble salva el mundo. En la secuela es al contrario: va a ser ella la que deje a Bob al cuidado de sus tres hijos, realizando los ejercicios del colegio con Dash, intentando recuperar al novio de Violeta y aprendiendo a controlar al torbellino de Jack Jack. Según explica el director, tenían que encontrar la manera de que Bob transmitiese una sensación de no poder ejercer su vocación y así justificar la elección de que fuera Helen la indicada para la misión, «porque ella es más cuidadosa, como en la vida misma». «Mi intención no es hacer una película política, sino pasármelo bien con los personajes y evitar situaciones incómodas», confiesa Bird aún estando de acuerdo en que si este cambio de roles encaja con los movimientos con respecto a la mujer que están sucediendo alrededor del mundo, «eso es maravilloso, pero es un añadido, no es la intención que hay detrás de la película», añade.

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