Love of lesbian: un acto de fe creativa
El grupo agota las entradas tres noches seguidas en Madrid y prepara una gira que pasará por BBK Live, SOS Murcia, Weekend Beach, Low Festival, Santander Music y Sonorama con su nuevo y arriesgado disco
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El grupo agota las entradas tres noches seguidas en Madrid y prepara una gira que pasará por BBK Live, SOS Murcia, Weekend Beach, Low Festival, Santander Music y Sonorama con su nuevo y arriesgado disco.
Love of Lesbian son un grupo coral, no forman la típica banda que hace lo que dice el cantante. Y sin embargo, a veces... «Hemos hecho lo que dice el cantante», ríe Jordi Roig señalando a Santi Balmes. «Santi no es un cantautor, pero sí que tiene la presencia suficiente para serlo y cada vez se va acercando más. Y en este disco decidimos entre todos escucharle», añade Roig sobre las características de «El poeta Halley», el último trabajo de la banda de Barcelona, que tiene poco que ver con los estribillos pegadizos y ocurrentes dentro de temas de tres minutos que componen los anteriores trabajos. «No creas, no ha sido fácil hacer un disco así, con temas intencionadamente largos y que no siguen como se espera. Hemos tenido que engañar a los productores. Pero mucho, porque les prometimos un disco corto y prácticamente es un álbum doble», añade Oriol Bonet. «Los temas son largos porque están al servicio de una historia que se quiere contar y que tiene importancia. En ningún caso hemos cortado la letra. Si tenía que ser así, que sea».
Para no contagiarse
Un chollo para Santi Balmes, cantante y letrista, ¿no? «Bueno, nos planteamos hacer algo diferente. Una propuesta en el sentido de que no hay una sola manera de escribir canciones o de presentarse en directo en festivales», asegura. «Queremos un reto, porque ya tenemos una discografía anterior y pensamos que al público no se le puede menospreciar pensando que siempre quiere lo mismo». El resultado son canciones de larga duración y desarrollo, sin apenas un coreable «uo, uo» que echarse al gaznate. A veces parece «Bohemian Rhapsody» y otras, Flaming Lips. «El álbum es el resultado de un año parados y escribiendo. Si hubiéramos estado de festivales mientras componíamos, habría sido más fácil imbuirnos de la tendencia creativa del resto de grupos y que nos contagiáramos de los éxitos de los demás grupos que actúan en el festival antes o después que nosotros», explica Balmes, que, junto a su banda, llenará tres noches seguidas desde hoy La Riviera de Madrid (7.000 personas sumadas) y que se enfrenta a una enorme gira plagada de festivales: SOS 4.8 de Murcia, Festival de Les Arts, Weekend Festival, BBK Live, Cruïlla, Low, Arenal, Santander y Sonorama.
«Pensamos que es un disco puro e ingenuo», describe el vocalista. Y es, además, un trabajo conceptual, un viaje o un cortometraje. Lo explica Balmes, el ideólogo, con una parrafada que le sale del tirón: «Trata de rendir homenaje a la profesión del escritor de canciones. A sus momentos de fracaso y de luz, que es cuando llega el cometa del título. Esa búsqueda de inspiración es a veces un segundo, una ráfaga en el cielo. Y todo se vuelve a poner oscuro y tienes que seguir mirando al negro del cielo hasta que vuelve a aparecer. Y de eso trata, de que a veces llevas tres páginas escritas y todo es auténtica basura. Te tienes que acostumbrar a ese fracaso, porque la proporción es diez fracasos a un cometa. De eso habla, de la persistencia, de la fe. Y ese momento maravilloso justifica los tropiezos. Una línea de guitarra o de bajo te arregla la semana. Y eso es lo que más ennoblece, la persistencia del fracaso. Asimilar que, si quieres llegar a ese punto vas a fracasar muchas veces y aceptarlo como parte de tu profesión. Porque es muy difícil conectar con la gente. Y vale la pena conectar con la magia de las palabras y todo lo que implica un trabajo de artesano y también un punto de ilusionismo. Y bajo el punto de vista del observador, no eres el mismo si ves el cometa de niño que de adulto. Eso, si tienes la suerte de ver dos cometas en la vida».
Las luchas por la naturaleza del disco fueron cruentas. «Es que Santos y Fluren, los productores, se toman el disco como si fuera suyo. Y les tienes que decir: ‘‘Para, para, para. Que lo vamos a defender nosotros. Que tú luego te pones con Izal o el grupo que sea y te olvidas, pero nosotros nos quedamos con el disco el resto de nuestras vidas’’», relata Bonet. Y es que todo su afán era quitar temas. «También es verdad que por nuestra parte fuimos muy mentirosos. Prometimos un disco cortito... y les engañamos como a chinos».
El Vicente Calderón
Las tres noches de lleno en La Riviera en Madrid, con las entradas agotadas hace meses, hacen pensar que podrían haberse atrevido con el Palacio de los Deportes. «Pero en las salas pequeñas Santi lleva al público por un camino o por otro. Hay que estar muy seguros para un pabellón y todavía no tenemos el disco tan asimilado. Nos gusta hacer del concierto un cuentacuentos», señala Bonet. «Pero tenemos que probarlo, no podemos ir en contra de eso», añade Balmes. «Creo que el Palacio se nos queda pequeño. Mejor el Vicente Calderón», farolea Roig. Bueno, quizá al final el grupo hará otra vez lo que dice el cantante, como la típica banda. «Mejor di que hemos apostado por él, que es un valor emergente. Y ésta es la útima vez», amenaza Roig.