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Manual práctico no fanatizado para padres de adolescentes trans

La discutida ley trans también ha traído un debate a pie de calle, en las familias en los que uno de sus miembros se declara trans. ¿Cómo es posible ayudar sin ideologías?
Imagen de archivo de una bandera transexual, en la ciudad de Nueva York
Imagen de archivo de una bandera transexual, en la ciudad de Nueva YorkRON ADAR / ZUMA PRESS / CONTACTOPHOTORON ADAR / ZUMA PRESS / CONTACTO

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Jose Errasti, profesor titular en la Facultad de Psicología de la Universidad de Oviedo, y Marino Pérez, catedrático de Psicología clínica en la misma institución, saltaban al ruedo de la conversación pública, a puerta gayola y cuerpo gentil, con el libro «Nadie nace en un cuerpo equivocado». Abordaban el debate sobre el sexo y el género con rigor y humor, con datos y argumentos, en toda su complejidad, alejándose del fanatismo, la emocionalidad y el victimismo. El resultado fue el éxito editorial indiscutible de aquel magnífico ensayo y algún pequeño (pero vistosísimo) contratiempo: cancelación de charlas en universidades por presiones de asociaciones trans, coacciones y acosos, asedio a librerías durante sus presentaciones o, mi favorito, amenazas escritas sobre páginas mutiladas del libro empapelando las paredes de la Complutense. Tras aquello, vuelven a la carga con lo que es el complemento perfecto a la teoría expuesta en el anterior. Este libro es la respuesta directa a la pregunta que les han hecho una y otra vez durante todo este tiempo: ¿Qué puedo hacer si mi hijo adolescente me dice que es trans? Y se suma al dúo para ello Nagore de Arquer, psicóloga (a falta de apenas dos asignaturas) y cocreadora de la Agrupación Amanda, que aporta a este «Mamá, soy trans», una guía funcional para padres en apuros, el punto de vista de «alguien que estuviese dentro, que manejase la casuística y que, además, tuviera una buena formación académica», como explica Errasti. «Ellos querían un libro más práctico», apunta la propia Nagore, «orientado a los padres y que sirviese para entender, para empatizar. Y pensaron que mi aportación era interesante ya que yo he estado en ese mundo, conozco las razones que llevan a alguien a transicionar, porque yo he querido transicionar. Y podía complementar con mi aportación lo que ellos querían hacer».
Viñeta de Jae Tanaka
Viñeta de Jae TanakaJae Tanaka
Y es que, efectivamente, «Nadie nace en un cuerpo equivocado» es un libro académico, un ensayo psicológico que analiza el fenómeno de la identidad de género y la naturaleza del sexo. «En las presentaciones», añade Marino Pérez, «siempre había alguien que nos hacía una pregunta directa: «¿Qué hago yo si mi hija de trece años viene y me dice que es un chico?» Así que teníamos que dar una respuesta en condiciones: pensada, en profundidad, sistematizada. Y «Mamá, soy trans» es esa respuesta. Es un libro sin referencias académicas, sin conceptualismos. Una guía funcional: cómo manejar el asunto en casa, cómo dialogar con ese hijo, qué ideas básicas se deben tener, qué está viendo el niño en internet… Queríamos que fuera realmente útil». Y parece que lo es, porque la propia Nagore reconoce que, en aquel momento, en el que ella quería transicionar, a su familia «le habría venido fenomenal un libro como este, como les habría venido muy bien que existiese algo parecido a la Agrupación Amanda (Agrupación de Madres de Adolescentes y Niñas con Disforia Acelerada https://www.amandafamilias.org ). Al enfrentarte a un momento así, cuando tu hijo te plantea transicionar, parece que solo existan dos maneras de abordarlo: decir que no a todo, negar incluso el sufrimiento de la persona, o bien afirmar a lo loco. Muchas veces se cae en uno de esos dos puntos, como si no hubiese ninguna otra opción. En aquel momento, además, no había ninguna referencia sobre la prudencia a la hora de abordar ese tema.
Este libro, por un lado, conceptualiza muy bien en su primera parte. Luego habla de redes sociales y de cómo el contagio social es real, y después, en lo más práctico, explica muy bien que el sufrimiento del niño es real y por qué no hay que caer ni en el negarle todo, porque no se puede ignorar ese sufrimiento, ni decirle a todo que sí, porque le estás dañando a largo plazo. Por eso precisamente creo que este libro puede ayudar mucho». «Lo escribimos además», explica Errasti, «con la idea de que lo pueda leer tanto el protagonista, el adolescente que está viviendo ese momento, como la familia. Y que sea útil para todos. Al tratarse de un problema nuevo, es normal que la primera respuesta sea la confusión y el desconcierto. No entienden muy bien lo que puede estar pasando, a veces se sigue confundiendo con problemas de orientación sexual. Y no eso, no tiene nada que ver: una cosa es lo que me guste y otra lo que yo sea. Por eso es habitual responder de maneras extremas: a todo sí (te reforzamos, te llamamos de otra manera, cambiamos toda tu ropa) o a todo no (de ninguna manera, esto es una tontería, no se habla más del asunto). Las dos posturas extremas son equivocadas y acaban perjudicando al menor». «Son posturas erróneas», tercia Marino Pérez, «que, en la mayoría de los casos, van a dar lugar a malos resultados. La afirmación absoluta, además, confunde en la práctica lo que es aceptar con lo que es promover. La línea es muy fina y constantemente vemos en las redes sociales y los medios de comunicación cómo la aceptación, que faltaría más, de todo tipo de posturas referentes al sexo y al género, se está defendiendo, y cómo la línea que separa la aceptación de la promoción es muy, muy fina y se atraviesa irresponsablemente en muchas ocasiones». Por esa razón, quizá, hay cuatro puntos imprescindibles que no se deben perder de vista, en palabras de los autores, para intentar llegar a una solución satisfactoria en estas situaciones. Vendría a ser, cuenta Errasti, algo así como «un plan de cuatro puntos para hacer frente a la situación». Son los siguientes y de sentido común:
1 Sensatez: hay que tener algunas ideas muy buenas y nada bueno puede ocurrir si abrazamos ideas erróneas. El sexo es binario y no se puede cambiar, no se asigna al nacer y nadie nace en un cuerpo equivocado. Esto no va contra nadie, no es tránsfobo, pero no se puede partir de ideas insensatas nunca vamos a llegar a buenas conclusiones. Partir de ideas claras y sencillas.
2 Prudencia: el 87% de las personas que consultan el servicio Transit de Cataluña de atención a la disforia de género sale de la primera consulta con la receta de hormonas en la mano. Eso es imprudente. La intervención ha de ser prudente, extensa en el tiempo, sin apresuramientos ni exceso velocidades.
3 Empatía: la persona nos está contando un sufrimiento real y hay que intentar ponerse en su lugar, aceptar lo que nos está contando, lo que no quiere decir validar la explicación que nos está dando. Lo normal es preocuparse, ayudarle y querer aliviarle. Pero igual que no rascaríamos a un niño con varicela porque nos lo pide y sufre, porque no queremos perjudicarle, en este caso tampoco debemos optar por soluciones de alivio a corto plazo que pueden perjudicar en el largo plazo.
4 Respeto: respetar es tratar al menor como un ser racional, no como un tonto al que damos la razón sin más. Dar la razón en ocasiones es una falta de respeto, respetar implica tratar como a un ser racional que puede dialogar, escuchar otras opiniones, que puede argumentar, dialogar y buscar la verdad. Aquí encajarían perfectamente aquellos versos machadianos que dicen «tu verdad no, la Verdad; y ven conmigo a buscarla». Y la verdad no es lo tú digas o lo que yo diga, sino lo que entre todos razonemos.
Estamos, pues, ante un libro que es toda una herramienta alejada, sobre todo, de la ideología y el fanatismo.