Letras líquidas
La batalla de los géneros
Reforzando, siempre, el máximo respeto a los derechos de todos los ciudadanos, hay que marcar límites para evitar fraudes y abusos
Recordaba estos días un artículo de Nora Ephron dedicado a «la batalla de los sexos». Les contextualizo. En 1973 acaparó gran parte de la atención pública en Estados Unidos un partido de tenis (el «partido del siglo», como llegaron a denominarlo entonces) entre Bobby Riggs y Margaret Court, un veterano jugador ya retirado y una tenista en activo, respectivamente. Unas declaraciones en las que ella alababa la brillantez del ejercicio femenino sobre el masculino fueron el detonante de la polémica que culminó con la celebración del encuentro llamado a demostrar, definitivamente, quién estaba por encima de quién. Como resulta una evidencia, medio siglo después, que ese litigio deportivo está más que superado, se preguntarán porqué he vuelto a rememorarlo ahora. Y la respuesta es sencilla. Donde se escribía «sexos» pongamos «géneros» y ya tenemos la actualización de aquella batalla: del feminismo basado en el eje mujer-hombre se ha pasado a otro, no sé exactamente de qué oleada, impregnado por la teoría «queer». Una de las controversias públicas instaladas en España en los últimos meses.
Y el deporte vuelve a ser uno de los escenarios donde se manifiestan algunas tensiones, en este caso, derivadas de la falta de concreción a cuestiones generadas por la conocida como «ley trans»: competiciones desvirtuadas, en natación o atletismo, por desigualdades de los participantes. Pero no solo. Disfunciones en pruebas físicas para el acceso a puestos en la administración o el caso de las prisiones (que se lo pregunten a la dimitida ministra principal de Escocia Sturgeon) son algunos ejemplos de la necesidad de afrontar la regulación específica. Reforzando, siempre, el máximo respeto a los derechos de todos los ciudadanos, hay que marcar límites para evitar fraudes y abusos a partir de normas que apuestan por la igualdad. Solo así, abordando los detalles, la nueva batalla terminará superada, como la del tenis que narró Ephron.
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