Los mensajes "ocultos" de la pintura, al descubierto en el Museo Thyssen
La pinacoteca descubre los símbolos secretos que existen en 59 cuadros de su propia colección
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En los cuadros no todo está a la vista y no todo lo que ve es lo que parece. Por eso el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ha reunido en una exposición insólita 59 obras extraídas de los fondos de su propia colección para enseñar al público qué significan, qué códigos ocultos existen en ellos y qué mensajes suelen pasar desapercibidos. La muestra, comisariada por Guillermo Solana, pretende atraer la atención sobre los detalles, figuras, anécdotas y elementos en los que nadie suele reparar, pero que son de una sustancial importancia para comprender al completo lo que pretende comunicarlos un cuadro. "Es un intento de acercarse al arte de otra manera, con más imaginación. No se pretende iniciar a los visitantes en las artes oscuras", ha declarado con humor Solana.
Como advertía el propio museo durante la presentación, durante siglos, las ciencias y los conocimientos denominados "ocultos" han tenido temibles adversarios. En principio fue la religión, que desconfiaba de esta clase de alfabetos y saberes; posteriormente, el racionalismo y la eclosión de las ciencias, cuyos hombres eran muy renuentes a creer en este tipo de presuposiciones y creencias. Por eso, a lo largo de la historia, todo este conocimiento se ha ido heredando a lo largo de los siglos de una manera más o menos velada; de una forma más o menos secreta o disimulada.
Este "camuflaje" era de distinto tipo. A veces eran símbolos que necesitaban de una desincriptación (una iniciación que permitiera al observador acceder a lo que querían transmitir o decir) y, en otras encarnándose en imágenes que se usaban como metáforas o "alegorías herméticas". En esta muestra, que abarca desde el Renacimiento hasta las vanguardias del siglo XX, puede apreciarse este fenómeno a través de las siete secciones que la componen, que abarcan desde la "alquimia", hasta la "astrología", la "demonología", el "espiritismo", la "Teosofía", "el chamanismo" y los "sueños. Oráculos y premoniciones". "Es un viaje extraordinario y una manera de acercarse a los cuadros desde una perspectiva distinta a la común, algo que tampoco está de mal que hagamos los historiadores. Mirar al arte desde un ángulo distinto", ha comentado Guillermo Solana.
A lo largo de este recorrido nos van a sorprender bastantes piezas. Por ejemplo, en "La piedad", de José de Ribera, un excelente lienzo de este maestro, todo parece normal. Pero si uno detiene la mirada en la parte sombreada que hay debajo de Cristo, en las sábanas, podrá apreciar algo sorprendente: un ojo. ¿Qué es lo que significa? ¿Qué quiere decir? ¿Qué hace ahí? El significado más extendido es que es una advertencia del mal y de que el diablo siempre está alerta, oculto entre las sombras.
Pero esta no es la única pieza que va en este sentido. La presencia del demonio va más allá y podemos rastrear su influencia en otro lienzos. Resulta evidente en óleos como "Las tentaciones de San Antonio", de Han Wellens de Cock, "La ninfa de la fuente", de Lucas Cranach el viejo o "Jesús ante los doctores", de Durero. En ellos puede observarse lo imaginativo y lo versátil que es el demonio para disfrazarse y mutarse en criaturas cuyo único fin es derrotar al bien y arrastrar al hombre al pecado o el mal.
La parte dedicada a la astrología permite reunir a creadores de épocas distintas y también muy distantes entre sí. Aquí se puede disfrutar de "El evangelista san Marcos", de Gabriel Mälesskircher, "Cristo resucitado" de Bramantino o "Retrato de Matthäus Schwarz", de Christoph Amberger, que son pintores más "clásicos", pero también apreciar cómo esta rama del conocimiento oculto tiene raíces largas y profundas que llegan hasta hoy en día, como se puede apreciar a través de "Campesino catalán con guitarra", de Joan Miró, o del cuadro "Orión en invierno", de Charles Ephraim Burchfield.
Como ha declarado Guillermo Solana, una de las intenciones de la muestra es aportar los "códigos" que ayuden a desvelar "los sentidos escondidos" que hay en estas obras y que ayuden a realizar una "lectura nueva" alejada de las comunes. Y en ese sentido podemos disfrutar de piezas enigmáticas como "El viaducto", de Paul Delvaux; "Noche con luna", de John Atkinson Grimshaw o la inquietante "Encuentro en el espacio", de Edvard Munch.
Los pintores clásicos se alternan con los modernos, lo que supone a la vez un recorrido por las distintas etapas de la pintura y de cómo se han reflejado estos temas. Así tenemos "Pintura con tres manchas nº 196", de Kandinsky, o "Composición de colores", de Mondrian, que ilustran la parte dedicada a la teosofía, y "Estudio para la cabeza de Desnudo con paños", de Pablo Picasso, cuadro relacionado con el chamanismo, o "Retrato del Dr. Haustein", de Christian Schad y "Retrato de George Dyer en un espejo" realizado por Francis Bacon.