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Música, buen tiempo y un gran gentío en Oviedo para recibir a los premiados, entre ellos Mary Beard y Hugh Herr, los más queridos por el pueblo
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Música, buen tiempo y un gran gentío en Oviedo para recibir a los premiados, entre ellos Mary Beard y Hugh Herr, los más queridos por el pueblo
Estandartes, banderas, música de gaitas, vecinos en las ventanas y los balcones, familias con niños sentados en carritos o cogidos en brazos que se acercaban para ver a los galardonados de este año y un buen número de curiosos a los que les sorprendió la celebración de los Premios Princesa de Asturias en medio de la calle y querían asomarse para presenciar el inicio del acto de la ceremonia de entrega. Oviedo, con menos protestas que en ediciones anteriores, tuvo un aire más festivo, quizá, por el sol, y los asistentes que acudieron al centro de la ciudad se hacinaron junto a las vallas para aplaudir a los galardonados durante su pausada llegada al Teatro Campoamor, en especial a la historiadora Mary Beard, que se ha ganado la simpatía de todos a través de su intensa participación en las diferentes actividades que ha protagonizado durante la semana anterior; a Richard Ford, muy paciente con los fotógrafos, que presumió de elegancia y con una elocuente expresión de satisfacción, y a Hugh Herr, que ha sido capaz de concitar alrededor de su figura el aprecio de muchos. «Para mí, es el que más se lo merece», comentaba una persona con entusiasmo mientras le sacaba unas fotografías.

- Variada alfombra azul

Entre los invitados hubo diferentes políticos, como Ana Pastor, presidenta del Congreso de los Diputados, Albert Rivera, que llegó acompañado de su pareja, Josep Piqué, que acudió junto a Gloria Lomana, Francisco Álvarez-Cascos y Miguel Ángel Revilla, el más popular, por supuesto, y que se desmarcó del protocolo habitual para saludar a un gaitero, al que abrazó con bastante efusión antes de regresar a la fila de invitados. La madre de la Reina, Paloma Rocasolano, recorrió la alfombra azul que precedía la entrada del teatro arropada por un grupo de amigos y saludó a varias personas que, desde lejos, le gritaban: «¡Paloma, guapa!». Entre los asistentes se pudo ver al astronauta Pedro Duque, que, reclamado por la Prensa, se detuvo para que le fotografiaran; el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, que, con gran puntualidad, fue uno de los primeros en aparecer, y el atleta Abel Antón. La llegada de los Reyes levantó una larga ovación. Acompañados de Doña Sofía, que venía en un coche distinto a ellos, se entretuvieron en mirar y saludar al público que reclamaba su atención desde las casas de alrededor, antes de detenerse un momento para que la Prensa gráfica recogiera ese instante y después, despacio, sin prisas, traspasar las puertas del Campoamor.