Giovanni Sartori, el pensador de la democracia
El politólogo más influyente de Europa, retratista de la complejidad italiana y Premio Príncipe de Asturias en 2005, fallece a los 93 años.
El politólogo más influyente de Europa, retratista de la complejidad italiana y Premio Príncipe de Asturias en 2005, fallece a los 93 años.
El politólogo italiano Giovanni Sartori falleció ayer a los casi 93 años dejando huella en la historia del pensamiento político europeo y mundial. La noticia la comunicó el «Corriere della Sera» en su edición digital. En 2005, fue premiado con el Premio Príncipe de Asturias. El presidente del Gobierno italiano, Paolo Gentiloni, dando su pésame a la familia, aseguró que Giovanni Sartori destacó por su «ciencia y por su inteligencia corrosiva mediante la cual ha asignado mapas y nombres a la política para intentar que ésta se volviera a encontrar a sí misma». Laura Boldrini, presidenta del Congreso italiano, añadió: «Ha sido un estudioso original de los fenómenos políticos de nuestro tiempo».
Nació en Florencia en 1924 y, según cuenta el diario él mismo contaba que había leído los mayores clásicos de la filosofía moderna durante la Segunda Guerra Mundial, un periodo en el que se escondió para escapar de la mili obligatoria de los fascistas fugitivos de la república de Saló mientras los Aliados ascendían por el Sur de Italia. Comenzó su etapa universitaria como profesor en 1950, centrándose en el ámbito de la filosofía que tanto le apasionaba. En 1956 siguió impartiendo clases de Ciencias Políticas en la Universidad de Florencia y el decano de la facultad Cesare Alfieri desde 1969 al 1971, época muy marcada por las protestas estudiantiles. Durante más de veinte años será el director de la «Revista italiana de ciencias políticas», tras haberla fundado en 1971. Cinco años después empezó a enseñar su disciplina más allá del Atlántico, en Estados Unidos, primero en la universidad de Stanford y después en la de Columbia, en Nueva York, centro que, con el tiempo, será también profesor emérito.
Un país polarizado
Gran retratista de la política interna italiana, él mismo describió la rivalidad entre la Democracia Cristiana (DC) y el Partido Comunista Italiano (PCI) como un «bipartidismo imperfecto», a lo largo de los primeros cincuenta años de la República Italiana. Definió su país como el escenario ejemplar del «pluralismo polarizado», donde hay muchos partidos, incluso antisistema, con una gran variedad ideológica entre extrema derecha y extrema izquierda, algo parecido a contextos «como los de la República de Weimar, de la España previa a la Guerra Civil o de la Francia de la Quarta República». Así pues, según el «Corriere», que lo acogió durante tantos años en sus páginas, «no hay duda de que la incapacidad de Italia de encontrar una situación estable confirma la existencia de problemas de fondo que Sartori fue capaz de analizar».
Uno de los aspectos más relevantes del politólogo Florentino era la forma de conseguir salirse de los esquemas habituales de los análisis propios de las Ciencias Políticas. Lo suyo era el análisis certero de las democracias occidentales. Fue su pensador.
Sartori se consideraba un «anticomunista moderado», en los tiempos en los que todavía existía el Partido Comunista en el país con forma de bota. Por otro lado, como bien recuerda el periódico que lo tuvo en sus columnas hasta ayer, Giovanni Sartori se mostró firme en denunciar el conflicto de intereses que ponía en evidencia la extraña figura política de Berlusconi. Escribe el diario italiano: «En contraste con la izquierda italiana, criticaba el hecho de infravalorar el problema de la cuestión inmigratoria de masas: lejos de la retórica de la acogida, temía el multiculturalismo como motor de una progresiva “balcanización” de las sociedades occidentales. No paraba de poner en relevancia la vocación teocrática del Islam, hasta el punto de encontrarse en sintonía con la periodista Oriana Fallaci».
Si algo tenía el florentino Sartori es que sabía unir con gran destreza la excelencia científica con la eficacia comunicativa. Enseñó en las más prestigiosas universidades estadounidenses y mundiales y sus libros han sido publicados en todo el mundo. Entre sus mayores legados está el de haber sentado las bases del análisis del sistema político transalpino. Tal como recordaban algunos medios del país ayer, fue uno de los responsables de haber ofrecido nombres propios, en latín, a diferentes sistemas electorales italianos: «Mattarellum» y «Porcellum» entre otros, desde principios de los años noventa. Según el «Corriere», «impartía severas clases de politología y derecho constitucional a los líderes de los partidos políticos y de los gobiernos italianos, también a través de las columnas del periódico, tratando temas como el multiculturalismo y medio ambiente».