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“No Nukes 1979″: las mejores actuaciuones de Bruce Springsteen que nunca vimos

El músico publica sus conciertos de «No Nukes 1979», unas actuaciones históricas de un hombre en su cumbre creativa
Springsteen caminando por las calles de Nueva York a finales de la década de los setenta
Joel Bernstein
La Razón
  • Alberto Bravo

    Alberto Bravo

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Última actualización:

Corría el año 1979 y el rock and roll estaba bajo sospecha. Woodstock y sus ideales eran solo un recuerdo lleno de cenizas mientras aquellos ídolos que forjaron un estilo parecían consumirse. No estaban los Beatles y los Rolling Stones habían llevado su música de club a los estadios previo paso por el banco. Bob Dylan se abrazaba a la palabra de Dios en una renuncia explícita a sostener el altavoz de una generación y Elvis, oh Elvis, había dejado su grasa, su corazón y su alma en el inmoral desierto de Las Vegas. Sin embargo, el concierto de No Nukes sirvió para constatar quién era el rey del momento: Bruce Springsteen. La película «The Legendary 1979 No Nukes Concerts» se lanzará en HD en formatos físicos el 19 de noviembre, incluyendo los formatos doble CD con DVD, doble CD con Blu-Ray y doble LP. El film estará disponible el 16 de noviembre en HD para descarga digital y en alquiler el 23 de noviembre. Son diez interpretaciones inéditas rescatadas de los conciertos benéficos MUSE en el Madison Square Garden, un evento organizado por Jackson Browne y la organización Musicians United for Safe Energy, un grupo de artistas que clamaba por el uso de la energía segura y ecológica. Cuentan que Browne entró en pánico al ver las pobres ventas de entradas para la serie de conciertos y Springsteen fue su salvación.
Editado por el colaborador habitual de Springsteen Thom Zimny a partir de la película original en 16mm, junto al audio remezclado de Bob Clearmountain, «The Legendary 1979 No Nukes Concerts» muestra qué era entonces Springsteen y cómo sonaba la E-Street Band. «Hace unos años, empecé a revisar los archivos de grabaciones de las apariciones de Bruce y The E-Street Band en los conciertos No Nukes de 1979. Rápidamente me di cuenta de que eran las mejores interpretaciones y grabaciones en vídeo de los legendarios setenta de la banda y me dediqué a sacarle todo el potencial a este material. Puedo decir sin reservas que este nuevo film de noventa minutos restaurado, reeditado y remezclado es el estándar referente para Bruce y la banda en directo durante uno de sus mayores periodos creativos», sostiene Thom Zimmy. Efectivamente, Springsteen llegaba al final de la década en la cima apoyado en dos pilares básicos: el talento y la honestidad. Sus dos últimos discos («Born to run» y «Darkness of the edge of town») eran auténtica elite, pero donde realmente el músico había comenzado a forjar su leyenda era en los conciertos. Nadie ofrecía entonces un espectáculo semejante haciendo rock and roll clásico. Su gira de 1978 había quedado como una de las mejores de la historia. Conciertos largos, sudorosos y llenos de contenido. Físico y mental. Todos acababan exhaustos noche tras noche, tanto músicos como audiencia. Era actitud, pero también eran canciones y la forma de interpretarlas. No había nada intrascendente y demagógico en aquel Springsteen.

Intimidad y electricidad

El nuevo film es una selección de dos actuaciones en el Garden y comienza con «Prove it all night», incluido un buen solo de guitarra del propio Springsteen, para pasar después a su clásico «Badlands». A continuación viene otra de sus gemas, «The promised land», con ese soberbio diálogo entre armónicas y piano, entre el delirio de la audiencia. Los asistentes tuvieron el privilegio de disfrutar por primera vez de «The river», canción inédita entonces y que daría título a su siguiente disco, que sería doble. Parecía increíble que entre tanto concierto y exigencias de su vida como músico sacara tiempo no solo para escribir tantas canciones, sino para que éstas fueran tan buenas. Tanto en ésta como en la juguetona «Sherry Darling», Springsteen mostraba ese don que tenía de hacer que las masas se sintieran como en un club. Con esa sutil mezcla de intimidad y electricidad.
Uno de los puntos culminantes de cada show de Springsteen era «Thunder Road», y aquí no lo es menos. Ya entonces utilizaba los trucos de las carreras, los saltos al piano y los abrazos con Clarence Cleamons, solo que entonces no resultaban grotescos. O cómo dramatizaba «Jungleland». Pero si hay que elegir un momento que plasmaba fielmente quién era aquel Springsteen es el de «Rosalita (come out tonight)». Una composición maravillosa, una especie de suite de rock and roll, en la que músico y banda se desataban para lograr un ambiente y un sonido realmente únicos. El Garden se venía abajo mientras los asistentes se frotaban los ojos ante el espectáculo que se le ofrecía. Ni siquiera importaba que una canción tan compleja como «Born to run» quedara acelerada.
El set que aquí se muestra también incluye el viejo clásico «Stay», que Springsteen interpreta con un arreglo más similar al del original de Maurice Williams que al que Jackson Browne popularizó en su disco «Running on empty». Le acompañan el propio Browne y el siempre recordado Tom Petty. El final es el broche clásico de aquellos años de Sprigsteen, con un medley de clásicos, el instrumental «Quarter to three» y el fantástico recuerdo a Buddy Holly y su mítico «Rave on».
Obviamente, Springsteen se beneficia del valor de un grupo tan magnífico como la E-Street Band. Aquello era una mezcla de Schubert y un tren de mercancías. Pocas secciones de ritmo han sido menos reconocidas en su valor como la compuesta por Max Weinberg y Garry Tallent. Por su parte, el piano de Roy Bittan era uno de los mayores signos de distinción de aquel sonido tan personal. La E-Street Band se muestra completamente arrolladora.
La filmación es todo lo buena que cabe esperar de una época en la que el mundo del vídeo y sus cientos de imágenes por minuto no habían pervertido el placer visual de asistir a un concierto por televisión. Son tomas largas que permiten disfrutar de todo lo que entonces proponía un genio en su mejor momento, un hombre que había forjado su credibilidad en varias decenas de canciones espléndidas y conciertos extenuantes. Nadie ofrecía un espectáculo así entonces.
Así era entonces el espectáculo de Bruce Springsteen & The E-Street Band y probablemente estos conciertos del Garden sean la cumbre de aquel sonido y su forma de representarlo. «No Nukes» salió en 1979 como un triple álbum que no arrojó buenas ventas. La selección de canciones no fue la mejor posible y gente como Doobie Brothers, Bonnie Raitt, John Hall, James Taylor o Crosby, Stills & Nash no atravesaban su mejor momento precisamente. Sonaban como el eco lejano de una época que fue manifiestamente mejor. El álbum apenas incluyó dos selecciones de las actuaciones de Springsteen, «Stay» y del «Detroit Medley», algo poco representativo de su show. Ahora llega un ajuste de cuentas que sitúa frente al espejo quién era aquel Sprinsgsteen. Algo digno de verse y ser recordado.

¿Otro catálogo en venta?

La fiebre de la venta millonaria de canciones puede tener una continuación con Springsteen, y «Variety» ya avanzó que está en conversaciones para vender los derechos de sus grabaciones y composiciones a Sony Music. Se ha abierto la veda y parece que a medida que los músicos alcanzan o pasan la edad de jubilación estándar, es hora de comenzar a evaluar el patrimonio. Y más en estos tiempos que corren de streaming y plataformas digitales. Bob Dylan vendió su catálogo de canciones a Universal Music Publishing por unos 400 millones de dólares y se estima que Springsteen podría acercarse a esa cifra. Dicen que otro fuerte impulso para vender es el previsible aumento en los impuestos a las ganancias de capital. Springsteen es uno de los artistas discográficos más exitosos de los últimos 50 años, con más de 65 millones de discos vendidos solo en EE. UU. y unos derechos millonarios cada año tanto por canciones como por ventas de catálogo. También comercializa grabaciones en vivo de su archivo en su sitio web, de las que posee en exclusiva unos derechos libres de distribución.