Peter Saville, portadas de Joy Division y pensamiento mágico
El hombre que diseñó el arte de las carátulas de Joy Division o New Order, recibe el premio del Madrid Design Festival: “los discos son la colección de arte para los que no pueden tener arte”
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Fue socio fundador y director de arte de Factory Records durante los 14 años que duró el pensamiento mágico hecho sello discográfico en la entonces gris ciudad de Manchester. Peter Saville (Manchester, 1955) había estudiado en la facultad de arte y diseño de su ciudad y se preguntaba por qué las cosas no pueden ser arte y éste se encuentra solo en los museos. «Yo era un idealista y siempre me importó que aquello que nos enseña el arte sirva para la vida. Para que sea más práctica, funcional o más bonita», dice en la terraza de un hotel madrileño poco antes de recibir el premio de Madrid Design Festival a una carrera en la música, la moda y todos los campos en los que aplicó ese mismo idealismo que, en los 70 y 80, le impulsó a crear portadas de discos capitales de Joy Division, New Order o Kraftwerk y de la icónica The Haçienda, donde todo sucedió.
En Factory Records comenzó todo, pero, según Saville, no era la comedia que presenta «24 Hour Party People». «Llamamos esa película una farsa porque en realidad se trata de una gran broma. Aunque no fue un chiste, sino algo serio y hubo gente que murió en aquella locura. Pero sí existía un espíritu de libertad y un deseo de hacer cosas. Una voluntad. Éramos un grupo de individuos haciendo de forma conjunta lo que individualmente queríamos realizar. Así que se parecía más a un colectivo autónomo», explica sobre una discográfica donde no había contratos, y donde «ni una sola decisión en su historia se tomó por criterios de beneficio. Ni siquiera de rentabilidad. Era más un proyecto artístico que una empresa y por eso fue tan extraordinario y a la gente le importó». Había ideales y había una actitud. «Todos teníamos ideas adolescentes de la cultura pop, incluso Tony Wilson, que no era tan joven. Ni él ni Martín Hannet habían trabajado en el sector de la música y queríamos formar parte de él sin convertirnos en industria –dice apurando un cigarrillo–. Había un idealismo debajo de toda esa apariencia de fiesta. Éramos muy conscientes de que en el momento en que se pagan anticipos y te conviertes en una empresa real, se acabó el idealismo. Y así fue».
Discos e historia del arte
En Factory dio forma a la portada de «Unknown Pleasures», un icono de la cultura popular. «La imagen la trajo Bernard Sumner. Es el diagrama de un pulsar que encontró en la biblioteca de Manchester, en la ‘’Enciclopedia Cambridge de Astronomía’'. ¿Por qué demonios estaba leyéndola? No sabría decir. Pero pensaron que era enigmática y que quería decir muchas cosas: un latido, una onda de sonido, una cordillera. Un símbolo perfecto para el disco, y yo solo tuve que intentar no cagarla».
Diferente historia tiene la portada de «Autobahn», de Kraftwerk, la edición inglesa: «Fue muy importante para mí. Se trataba de un símbolo monocromático que hablaba de la historia del arte. De catedrales, palacios, estaciones y... autopistas. Y era sencillo, algo que podía hacer cualquiera. Pero yo me sentí dialogando desde dentro con la historia del arte, inmerso en el canon occidental. Comprobé la potencia de un símbolo». Mucha gente conoce esas portadas, pero apenas pueden identificar tres cuadros en El Prado. ¿Están esas fundas de discos poco valoradas como «arte»? «No te diría que no. Pero no me gusta verlo así. Me interesa más pensar en otra idea: las portadas de los discos eran las piezas de arte que podías tener como adolescente en tu casa. Era tu colección de arte. Así que solo hice las que yo habría querido tener».
Saville no puede confirmar ni desmentir mucho acerca de la legendaria fiesta de «Madchester». «La verdad es que solo estuve una vez en The Haçienda (el club en torno al que giraba la escena). Pasaba mucho tiempo en Londres, trabajando. Estuve en Manchester en los 70, pero me perdí casi todo lo que pasaba en los 80». Sí tiene una idea de cuándo se acabó el sueño de Factory Records: «Fue cuando pedimos dinero prestado. Creo que se trataba solo de reacondicionar el edificio, pero la consecuencia es que entramos en el sistema, en el mundo adulto. Desafortunadamente, estábamos en el año 89, en el punto antes de la recesión económica de los 90. Y ya no podíamos mantener el idealismo». Después, se dedicó a la moda y anduvo «sin carrera, sin saber hacia dónde dirigirme». Recibió un encargo del Ayuntamiento de Manchester para diseñar una identidad visual y cultural de su ciudad. ¿Puede el diseño cambiar una? «El diseño en sí no puede cambiar demasiado, pero el mundo se enfrenta cada generación a problemas serios y el diseño es resolver problemas. Y pueden afrontarse desde el pensamiento creativo». O del pensamiento mágico.