Teatro Real

Crítica de «Las bodas de Fígaro»: ¡Tranquilos!, Mozart sobrevive a todo

Una dirección orquestal de Ivor Bolton en el Teatro Real correcta, pero falta de vuelo y de gracia en muchos de los tantos maravillosos momentos que tiene la partitura

En «Las bodas de Fígaro» de Mozart, basta con tener una voz razonable, y el reparto del Teatro Real lo cumple
En «Las bodas de Fígaro» de Mozart, basta con tener una voz razonable, y el reparto del Teatro Real lo cumplelarazonTeatro Real/EFE
«Las bodas de Fígaro», de Mozart. Intérpretes: André Schuen, María José Moreno, Julie Fuchs, Vito Priant, Rachael Wilson, Monica Bacelli, Fernando Radó, Christopher Mortagne. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Director Musical: Ivor Bolton. Director de Escena: Claus Guth. Teatro Real. Madrid, 22-IV-2022.

Curioso que este título se esté ofreciendo también en el Liceo y que en ambos casos no haya grandes nombres en sus repartos. El Mozart-Da Ponte catalán no está saliendo muy bien parado y el propio Minkowski ha de salir a defenderse en los medios. Tampoco puede salir bien parado el que nos ocupa. El Real tenía anunciada la producción de Lotte De Beer estrenada en Aix-on-Provence el año pasado. Algo ha debido de suceder para que veamos la peor producción de este título que se ha ofrecido en el Festival de Salzburgo en los últimos 50 años y para colmo datando de 2006. Lo afirma quien estuvo en 1972 en las formidables de Karajan y Ponnelle, la Filarmónica de Viena y un reparto espectacular, que incluía a Berganza como Cherubino. El festival no pudo llegar a menos para celebrar los 250 años del nacimiento de su gran compositor que con el trabajo de Guth. Uno no sabe si está ante Mozart o Buero Vallejo, lo anoto por «Historia de una escalera», ya que toda la acción se desarrolla sobre o debajo de una inmensa escalera que a veces hasta se duplica. Un decorado feo que impide que las sutilezas de una gran obra de teatro y música, una ingeniosa comedia de enredo, lleguen inteligiblemente a los espectadores.

Tal es la imposibilidad que el regista ha de recurrir a meter en escena a un cupido para que «dirija» la acción. Cupido que, por cierto, es el mismo de aquel Salzburgo pero 16 años después y ya no es un niño. Texto y escena se contradicen ampliamente: cuando se habla de un bosque sigue la escalera y cuando llega la inspirada marcha resulta que la pareja está sentada en los peldaños de la eterna escalera, la pobre «Canzonetta sull’aria»… Tampoco se refleja la lucha de clases que provocó alguna vez la prohibición de la ópera y el Conde es tan gañán como Fígaro. En fin, que siendo claro, muchos ya estamos hasta los mismísimos de tomaduras de pelo. Más cuando el Real tenía una preciosa y fiel producción de Emilio Sagi de 2009, repuesta en 2014. Lo bueno que tiene cuando te dan una entrada en la primera fila de butaca –lo que nunca es deseable para un crítico porque se traga la orquesta– ante una producción como la presente es que se puede mirar a los profesores de la orquesta y encontrarte con el placer de ver cómo el oboe realmente disfruta y se implica con su trabajo. La mayoría en los fosos caen en la rutina.

En fin…Por lo demás, una dirección orquestal de Bolton correcta, pero falta de vuelo y de gracia en muchos de los tantos maravillosos momentos que tiene la partitura o de encanto en la misma aria de Barbarina. En esta ópera de Mozart basta con saber cantar y tener una voz razonable y todo el reparto lo cumple. No hay genialidades –la que más se aproxima es María José Moreno en un muy buen «Dove sono», cantado además en posición un tanto incómoda–, pero todo funciona más o menos, salvo el inaudible «Non so piu cosa son cosa faccio» de Cherubino, luego ya audible en el «Voi che sapete». Y, hablando de posiciones incómodas, la de André Schuen cuando ha de cantar «Hai già vinta la causa» con el absurdo Cupido a caballo. Mozart es Mozart y sobrevive a todo. Vayan y disfruten de su música, porque afortunadamente orquesta y reparto les dejan hacerlo.