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Cien discos a corazón abierto

El músico Carlos Pastor reúne en «Cien discos inolvidables» un catálogo de obras maestras y una experiencia personal
Cien discos a corazón abierto
Portada del disco "Sgt. Peppers Lonely Hearts Club Band»La Razón
Ulises Fuente

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Como se pregunta Carlos Pastor en el prólogo, ¿para qué hacer un libro hablando de discos en una época en la que ni siquiera existen los álbumes? Esta es la contradicción a la que se enfrentaba el profesor de música y compositor, que acaba de publicar «Cien discos inolvidables» (Ediciones Ruser), un libro que trata de reunir los ejemplos más emocionantes de aquellas reliquias llamadas elepés, que han marcado su vida como oyente e intérprete. «Me siento obligado a seguir mi propio instinto, porque, si no, el mundo sería un encefalograma plano: todos haríamos lo mismo, diríamos lo mismo, seguiríamos las mismas corrientes. Nos instalaríamos en una especie de pensamiento único que, en el fondo, es lo que nos está pasando», dice el escritor sobre un trabajo que, lejos de aspirar a enciclopédico, está hilvanado a corazón abierto.
Portada de «Songs In The Key of Life»
Portada de «Songs In The Key of Life»
El volumen quedó terminado hace 25 años y aparece ahora publicado, sin tocar una coma. «Escribirlo fue una especie de terapia. Yo llevaba muchos años en la música y tenía una relación profesional con mi hermano Adolfo, pero, lógicamente, también una de amor y cariño. Y su ausencia, cuando falleció, fue un ‘‘shock’’ muy grande para mí. Necesitaba encontrar algo donde refugiarme del dolor inmenso que sentía. Así que me encerré durante unas Navidades a escribir este libro sobre los discos que escuchábamos tanto, de los que hablábamos tanto. Me lo tomé como una forma de catarsis», dice Pastor sobre el volumen, que aparece con aquel aliento y sin querer matizar las impresiones del pasado. «Habría perdido la pureza. Podría haberme dado bombo a mí mismo, pero habría perdido sinceridad. Fue así, y así se queda».
Portada de "Sticky Fingers"
Portada de "Sticky Fingers"
Pastor no se siente como alguien que defiende una música difunta: «Creo que lo que tiene un verdadero poso de calidad al final sobrevive de alguna manera. ¿Quién puede negarse a que los Beatles representan un icono cultural sin hacer el ridículo? Todo el mundo sabe que hay canciones que van a perdurar porque son melodías inmejorables», explica.

Su propia colección

El autor elaboró su personalísimo canon sin ceder a la opinión más extendida sobre esos «mejores discos de la historia». No accedió a incluir ninguno que no sintiera de una manera particular y, además, como queda probado en el volumen, cada disco ha sido extraído, reproducido y colocado de nuevo en la propia estantería del autor: son su propia colección. Entre los títulos, muchos ineludibles, como «Sgt Peppers Lonely Hearts Club Band», «Sticky Fingers», «Songs In The Key of Life», «The Last Waltz», y otros menos obvios como «Playing The Fool» (Gentle Giant), «Phaedra» (Tangerine Dreams), «Onenes» (Santana) e «In London» de Al Jarreau. Pastor tiene una relación especial con Genesis, banda de la que formó una banda de tributo, Harold & The Barrels. «En su momento, grabamos un disco de versiones y tuvimos la ocurrencia demandárselo a Phil Collins, porque nos parecía gracioso que lo tuviera, estaba hecho con cariño pero sin pretensiones. Resulta que Collins nos mandó una carta de respuesta diciendo que le había encantado y hasta nos incluyó en su página web como un grupo recomendado», ríe el músico, que se deslumbró con apenas 14 años cuando asistió a un concierto del grupo británico en Madrid. «Ver y escuchar ‘‘The Lamb Lies Down in Broadway’’ fue una experiencia que me cambió. Me dejó deslumbrado», recuerda. Desde entonces, un disco tras otro, su vida se fue levantando sobre aquellas cosas antes conocidas como discos. Hablar hoy todavía de algunas de aquellas obras maestras no es, aunque haya quien pueda creerlo, una cuestión de nostalgia. Es historia.
Portada de "The Last Waltz"
Portada de "The Last Waltz"

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