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Música
Cuando Pink Ployd pasó por Pompeya: lava, rock progresivo e historia
La versión restaurada de «Pink Floyd at Pompeii - MCMLXXII» llega a los cines y se edita en todos los formatos digitales

«Solo somos nosotros tocando un montón de música en el anfiteatro con algunas tomas nuestras al estilo Top Of The Pops caminando por la cima del Vesubio y cosas así», dijo una vez Roger Waters. «Me da bastante vergüenza», declaró David Gilmour. Y sin embargo «Live at Pompeii» representa hoy uno de los momentos más incónicos de la historia del rock and roll, el de una banda en la cima de su experimentación en los días previos al estallido creativo y comercial de «The Dark side of the moon».
Dirigida originalmente por Adrian Maben, aquel concierto que Pink Floydofreció en 1971 sin público y en las ruinas de Pompeya ha sido remasterizado digitalmente a partir del metraje original con audio mezclado por Steven Wilson. Habrá proyecciones en cines el 24 de abril y también saldrá álbum en vinilo, disco compacto y audio digital a partir del 2 de mayo. Porque la famosa vaca de Pink Floyd sigue dando leche.
Aquello era digno de admirarse. Cuatro ambiciosos, hermosos y virtuosos jóvenes en los días previos a su glorioso ascenso a la cima. Un escenario imponente, allá en el Vesubio, rodeados de lava, humo, ceniza y drama. Amplificadores, timbales, guitarras y electricidad más abajo, en la arena de las ruinas del imponente Anfiteatro. Y, por supuesto, esa música.

En aquel año 1971, Pink Floyd era el epítome de ese extenso cliché que es el de «banda de culto». En constante movimiento, era un grupo de rock and roll favorito de estudiantes e intelectuales, y habían logrado desarrollar todo un circuito de conciertos por universidades al tiempo que sus composiciones se iban haciendo más precisas y sus improvisaciones más concretas. Su último disco, «Meddle», constituía la prueba de esa evolución y, todavía más importante, el claro presagio de lo que estaba por venir e inmortalizado poco después en el lado oscuro de la luna.
Lo de Pompeya se anunció en su día como «¡Más que una película! Un concierto cinematográfico explosivo». Se trataba de una filmación que situaba a Pink Floyd en su etapa más nerviosa, en la que lo mismo componía música para ballets como hacía bandas sonoras a películas de arte extranjeras, grababa en París o montaba conciertos imprevisibles que estimulaban la consciencia del espectador con música e imágenes. Casi parecía natural llevarles a tocar a un volcán.
Rodada en 35 mm, «Live At Pompeii» se hizo originalmente para televisión y nació, como tantas cosas en el grupo, casi por casualidad. Fue producto de la visión del director Adrian Maben, fan de Jean-Luc Godard y proactivo estudiante en el agitado mayo del 1968. También era fan de Pink Floyd, el grupo que mejor combinaba su amor por el arte, la música y la experimentación. «Era un mundo diferente, y ese mundo diferente era absolutamente fascinante», diría.
Así que Maben llama al mánager del grupo, Steve O'Rourke, a principios de 1971 y concierta una reunión para hablar de la locura que se le ha ocurrido: la fusión entre arte, historia y Pink Floyd. Hay una reunión con David Gilmour y al guitarrista le parece bien. Por entonces, todo le parecía bien. Se lo traslada a la banda y hay un acuerdo provisional. El grupo filmará un concierto. La incógnita es dar con el lugar apropiado. En un viaje de placer, Maben se topa con la mismísima Pompeya, la ciudad a las afueras de Nápoles que había sido destruida por la erupción del volcán Vesubio en el año 79 d. C., dejando sepultados bajo las cenizas a 11.000 habitantes. La ciudad fue redescubierta a finales del siglo XVI y pronto se convirtió en un seductor imán para curiosos visitantes de todo el mundo. Un percance con el pasaporte de Maben le había llevado a regresar al anfiteatro de la gran ciudad por la noche y entonces cuando se da cuenta de que sería perfecto para que el grupo toque allí. Maben dirá más tarde: «Era el silencio, era la noche, era inquietante; este es el lugar donde Pink Floyd tenía que estar».

Su siguiente movimiento es realmente inteligente. A las autoridades les espanta la idea de un concierto de rock con un montón de hippies trepando por los monumentos, llevándose piedras en la mochila, pintando con tiza en una columna «yo estuve aquí» y volando en su ensoñación. «Les dije que quería hacer un concierto donde lo único que veríamos fuera a los propios Floyd, un poco del equipo y sin espectadores», señalaría Maben. Y es así como logran cerrar el anfiteatro al público durante seis días.
Lo siguiente es el concepto: hacer un anti-Woodstock. Solo Pink Floyd y su música entre el silencio. Nada de un concierto al uso. El milagro final de Live At Pompeii sería salir del formato televisivo para convertirse en una película con distribución internacional. Definitivo para convencer a los cuatro ambiciosos muchachos de la banda de que aquello dispararía su proyección como grupo. En lo único que insisten los Floyd es en hacer una grabación multipista para ofrecer un sonido perfecto. Todo un acierto. Habrá película.
«Fue un trabajo duro», diría el batería Nick Mason en su biografía «Dentro de Pink Floyd». «Sin salidas nocturnas para probar la gastronomía local y la carta de vinos, pero el ambiente era agradable, y todos se dedicaban a sus tareas». Y probablemente lo más recordado de la película sean dos momentos bien diferentes. Primero, el visual, con Roger Waters golpeando su gong durante «A Saucerful Of Secrets». Y luego la interpretación de su monumental «Echoes», con ese plano general de la pared de amplificadores y esa música sideral.

En perspectiva, «Echoes» marcaría el final del largo recorrido de Pink Floyd hasta alcanzar ese sonido por el que sería conocido en todo el mundo y que les convertiría en multimillonarios. Se trataba de una canción de 23 minutos que ocupaba entera la cara B de «Meddle», una epopeya sónica en la que diferentes ideas se ensamblaban para lograr una única sinfonía de varios movimientos que te transportaba muy lejos sin temor a sufrir un mal viaje. Un tema que, sin ir más lejos, hubiera encajado a la perfección en un disco como su posterior«Animals», correspondiente ya a su etapa dorada. Y eso sonó en Pompeya. «Los elementos que parecieron hacerla funcionar, y que no consideramos realmente durante el rodaje, fueron la decisión de tocar en vivo en lugar de hacer mímica y el ambiente bastante áspero creado por el calor y el viento», explicaría Nick Mason.
En la película también se incluirían unas sesiones en los Bulogne Studios de París que darían lugar a nuevas versiones de la lisérgica «Careful With That Axe, Eugene» y la emblemática «Set The Controls For The Heart Of The Sun». «Tuvimos que hacer algunas versiones de canciones en París para mantener la continuidad e intentaron convencerme de que no me daría cuenta en la versión final», declararía Gilmour a «Rolling Stone». Habría un tercer tema grabado en París, «Mademoiselle Nobs», la escalofriante prueba de lo que puede ocurrir cuando un experimento se te va de las manos.
La película original de una hora de «Live At Pompeii» se estrenaría en el Festival de Cine de Edimburgo en 1972 y Mabel no quedaría muy satisfecho. Tampoco Roger Waters, quien le sugeriría al cineasta grabar nuevas imágenes de las sesiones de «The Dark Side Of The Moon». «Capturó un momento en el tiempo», sentenciaría David Gilmour. Y sería este histórico metraje el que extendería la película a 80 minutos para convertirse en la versión estrenada en el verano de 1974. La revista «Cash Box» hablaría de «una película que superó la perfección» mientras «Melody Maker» la definiría como «un pastiche musical al estilo Zappa». Ahora, ya avanzado otro siglo, ha quedado como un momento icónico del rock que ahora es devuelto a la memoria.
La película y sus versiones
Hasta la fecha, se han realizado tres versiones de la película, estrenadas en 1972, 1974 y 2003. Así pues, la presente es la cuarta. La película original de 35 mm pasaría luego a vídeo VHS, disco láser y DVD con sus correspondientes revisiones. Ya lo comentó Roger Waters en su día: «La tecnología avanza a una velocidad increíble y debemos aprovechar las maravillas electrónicas que están disponibles en el mercado». Lo nuevo es una remasterización digital en 4K a partir del metraje original y con audio revisado y mezclado por Steven Wilson.
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