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El último solo de trompeta

Nacido en Manhattan y con raíces puertoriqueñas
larazon
  • La Razón es un diario español de información general y de tirada nacional fundado en 1998

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El trompetista y percusionista neoyorquino Jerry González, uno de los exponentes mundiales del llamado "latin jazz", ha fallecido hoy en Madrid.
erry García falleció ayer en su casa del popular barrio madrileño de Lavapiés víctima de un incendio del que no pudo escapar con vida a pesar de los esfuerzos médicos. Las llamas se llevaron a un artista que supo revolucionar el género con el uso minimalista de la trompeta, su pasión por la fusión y un gusto por colaborar con músicos aparentemente alejados de su estilo.
Los agentes de la Policía Nacional se encontraron al músico tumbado, inmóvil y en parada cardiorrespiratoria. Ellos mismos iniciaron el intento de reanimación hasta la llegada de los servicios del Samur-Protección Civil. Los médicos lograron sacar de la parada a la víctima y la trasladaron en estado muy grave al Hospital Clínico de Madrid como consecuencia de la inhalación masiva de humo. Pero ya fue demasiado tarde como para salvar una existencia vivida sin freno y con la música como eje central de su osado carácter.
Nacido en Nueva York el 5 de junio de 1949, se crió en el Bronx junto a su familia de origen puertorriqueño. Allí forjó un carácter duro y mimético. Su padre, maestro de ceremonias y vocalista de la mítica sala Palladium, lo impulsó a desarrollar su instintiva pasión por la música, que mamó desde la cuna.
El Music & Art High School y la Universidad de Nueva York le proporcionaron la técnica. El resto ya lo llevaba dentro después de años estudiando a Miles Davis, Dizzy Gillespie o Mongo Santamaría. Tras una breve estancia junto a Gillespie, de quien aprendió sus fraseos cortos pero intensos, en 1974 entró en la banda de Eddie Palmieri, donde hizo todo un máster avanzado.
«Calle 54»
Fue a finales de los años 70 cuando publicaría su primer álbum, «Yo ya me curé», para poco después formar la Fort Apache Band, donde expondría buena parte del gran catálogo de expresiones que mostraría en los años sucesivos. Por allí pasaron músicos del calibre de Kenny Kirkland, Sonny Fortune, Milton Cardona y Jorge Dalto. Los 80 fueron un maná para él y su influencia en el devenir del llamado «jazz latino» resultaría decisiva en el desarrollo de un género en sí mismo que además disfrutó del favor comercial dentro de un estilo, como el jazz, tan «underground». «Rumba para Monk», de 1988, se situó como una enorme referencia del género, un disco todavía hoy reivindicado por las nuevas generaciones.
La popularidad de Jerry González en España creció enormemente a raíz de su aparición en la película «Calle 54», de Fernando Trueba, que también incluyó a gigantes de la talla de Tito Puente, Bebo Valdés y Michel Camilo. Desde entonces, los promotores se esforzaron en llamarlo para festivales y conciertos por todo el país y él, amante del estilo de vida canalla y nocturno, decidió fijar su residencia en Madrid. Aquí tenía todo lo que le llenaba: la noche, la buena comida, los amigos, las fiestas y la libertad para enseñar su arte y ser valorado.
Durante estos años, se sumergió todavía más en sus ansias investigadoras y se propuso probar los resultados de la fusión entre jazz y flamenco, que tan fructífera le salió. Sus colaboraciones con gente como Niño Josele, Diego El Cigala, Enrique Morente, Javier Limón, Jorge Pardo y Paco de Lucía generaron todo tipo de reverencias hacia su innato talento para llevar el jazz a terrenos inexplorados.

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