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Fernando Pardo, Sex Museum: «Nos tomábamos la música a vida o muerte»

Fernando Pardo habla sobre la historia de Sex Museum, que publican nuevo trabajo, "Big City Lies", en el 30 aniversario de la formación
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Fernando Pardo habla sobre la historia de Sex Museum, que publican nuevo trabajo, "Big City Lies", en el 30 aniversario de la formación
Son una de las bandas fundamentales de la escena madrileña y española. Surgidos del "underground"malasañero, Sex Museum llevan tres décadas en la carretera, haciendo de la música una filosofía y una forma de vida. Junto al núcleo duro formado por Marta Ruiz y los hermanos Miguel y Fernando Pardo, la formación actual de Sex Museum la completan Roberto Lozano Loza (batería desde 2000) y Javi Vacas (bajista desde 2005), y que, con un tercer Pardo ayudando en labores de composición de canciones, publican "Big City Lies", un disco que definen como una vuelta a los orígenes y una buena excusa para que Fernando, una institución musical, hable sobre lo que ha pasado desde que era un joven skater por Madrid. Están de gira de presentación del trabajo, que pasa por Vitoria (18 de abril), Bilbao (19), Córdoba (24), Sevilla (25), Granada (26), Vigo (2 de mayo), Ferrol (3), Madrid (30), San Sebastián (31) y Burgos (27 de junio).
-Cumplen treinta años y la mejor manera de celebrarlo debía ser entrando al estudio.
-Es así, dando un golpe en la mesa. Estos años hemos estado girando con los primeros repertorios y se nos metió algo dentro como de "actitud viejo estilo". No habíamos hecho ese ejercicio de mirar atrás y tener en cuenta el pasado, pero de alguna manera hemos cerrado un círculo, que se toca el pasado con el presente. Y aquí estamos, eso es: lo que hemos sido y lo que es ahora. De dónde venimos.
-Con unos kilómetros de carretera, eso sí. Y más sabe el diablo por viejo...
-Absolutamente. (Risas) Podríamos escribir un libro con la vida de Sex Museum y ese podría ser el título. Si hay algo en nuestra vida, ese ese concepto. Porque Sex Museum empezó totalmente cruzado con la realidad y nos hemos ido encontrando con ella poco a poco. Y hay veces que piensas, "si hubiera pensado un poco...".
-¿Ahora se sienten igual de "underground"?
-No, claramente. Eran otros tiempos los ochenta en España. Eran como el nacimiento de esa escena alternativa orgullosa y provocada opr la Transición. Nosotros, que somos nacidos a mediados-finales de los sesenta, nos encontrábamos con un mundo en el que no éramos consicentes del franquismo. No nos pilló ni adolescentes y teníamos esa sensación de "venga tíos vamos a abrir camino ahora, que España es un sitio bastante rancio y hay que dejar de oler a coliflor". Ahora es claramente diferente. La actitud combativa de estar contra todo ya no es así. Pensábamos que la música española podía ser más sexy, y más interesante. Y desde mediados de los noventa, esa evolución ha dado lugar a una realidad musical que ha cambiado mucho.
-En los noventa llegó el "hardcore"americano. ¿Les influyó?
-Absolutamente, lo más curioso y extraño de todo es que nunca nos lo preguntan. Para mí, en esos años lo más importante era el "skate"y conseguí que mi padre en el 79 me suscribiera a una revista, "Action Now", que era "skate", bicicletas y en el mismo número te hablaba de música: mezclaban a Blondie, Black Flag, Dead Kennedys, 999, o los Hallibuts y la escena neoyorkina o el post punk... y de repente, recibir esa información, en esa época... nos quedamos colgados de Black Flag y Deak Kennedys. Pero sobre todo con su filofosía en lo musical y en el significado que tenían el "do it yourself"y toda la conciencia alternativa. Nos fliparon.
-Hay un libro sobre esos grupos que se llama "Nuestra banda podría ser tu vida"(Contra) y que al final llega a la conclusión de que los grupos no supieron digerir el éxito que tuvieron. ¿Para vosotros él éxito jugaba algún papel?
-Es que esta pregunta, para argumentarla, tengo que dar algunos datos que son fundamentales. Nuestros baterías han acabado tocando con Calamaro o con Fito y los Fitipaldis, o bajistas que han acabado con Ariel Rot o la reunión de Tequila... porque hubo un momento en el que nos tomábamos la música a vida o muerte. Queríamos hacerlo hacerlo así, con esa forma de ver las cosas en el plano paralelo a cómo funcionaba la música, porque entonces nos parecía todo una farsa gigante y nos lo sigue pareciendo. Porque la música, es algo que si te bullía de dentro, tenías que ser puro, no tenías por qué aspirar a llegar a ciertos sitios. Y esa mentalidad la teníamos a saco. Ensayábamos tanto, tocábamos tanto, y estábamos tan metidos en el gruop que dábamos lugar a grandes músicos que no estaban de acuerdo necesariamente con nuestra visión de la vida. Marta (Ruiz) y yo somos muy radicales en eso. Y claro, los músicos nos decían: "somos hermanos y nos llevaremos increíble siempre, pero con el nivel que tengo yo como músico, podría ganar más pasta en otro sitio". Y daban el paso al siguiente nivel.
-Vaya ironía, músicos del "underground"yéndose por pasta
-Sí... Duante una época teníamos una coña que es que éramos los preparadores para mercenarios que aspiran al "mainstream". Nuestra visión era radicalmente diferente. Es curioso, Sex Museum siempre ha querido hacerlo a su manera, de una manera diferente, y resulta que terminamos siendo una máquina de crear mercenarios. (risas) Son cosas que hay que reconocerlas. Antes nos cabreaba muchísimo, pero con el tiempo lo vemos como algo divertido, y hay que entender que les llevábamos por giras europeas en los que te pasabas tres meses enteros en un "squatter"(casa ocupada). Y estaba previsto un mes, pero terminabas haciendo tres meses en una furgoneta, pero es más, con nuestras dos hijas pequeñas también. Tocábamos con grupos como NOFX al principio con Offspring de teloneros. Eran finales de los 80 y principios de los 90. Y regresábamos y decíamos: "Nunca más me voy a tocar fuera en este plan". Pero lo hacíamos al año siguiente.
-¿Durante cuánto tiempo?
-Pues hasta hace cosa de seis años. Mucho, mucho, mucho tiempo. Pero es que en la última formación cuando el último bajista flojeó también, pues nos lo replanteamos. Puede que nos hagamos mayores. En un grupo hay a quienes les va mucho probar estas cosas diferentes y hay otros que no.
-No se puede decir que muchos miembros de Sex Museum no sean auténticos jornaleros del rock que se pasan el año entero de gira, también con otros proyectos...
-Absolutamente. Marta no lo es, muy a su pesar porque le encantaría esto. Y las dos niñas que te decía antes eran nuestras hijas. Joder, si es que escolarizamos tarde a la mayor por estar tocando. Se nos fue la olla hasta en eso. Estánbamos un poco fuera de la realidad cotidiana y claro, cuando llevamos a la niña con seis años al colegio, nos preguntaron: "¿ahora la escolarizan?".
-Casi le mandaron a los sevicios sociales...
-Casi, tío. En serio... todo ese rollo lo hubo, y ese rollo de: "¿pero qué estoy haciendo aquí y qué gente es esa...?"también nos pasó. Esos personajes hippy punk que conocimos... (risas)
-Me hago cargo. Y ahora que hablan de cerrar el círculo, ¿es un último tren para Sex Museum?
-Es que la gente se ha dado cuenta de que estamos aparte. Todo lo que consigamos viene bien, pero sabemos que somos embajadores de la escena española y madrileña del rock & roll, y que adonde puede llegar Sex Museum puede llegar cualquier otra banda. Por eso, reconozco que a final de los 90 pensábamos que teníamos que subir un escalón más o ver qué hacíamos si podíamos seguir adelante con esto, si nos iba a servir para vivir... Pero ya hemos llegado a cierto punto en el que, digamos, la parte de la necesidad de funcionamiento comercial la tenemos abandonada. Mientras tengas un movimiento constante, y te centres en hacer mejores canciones cada vez, te da la sensación de que haces cosas y con esas vas avanzando, tratando de que el siguiente disco sea mejor. No estamos forrados pero tiramos adelante y no está mal.
-Otra vez han llevado el "Do It Ysourself"a su máxima expresión con este disco.
-Sí, en alguna ocasión nos hemos puesto en manos de otro para comprobar cómo lo haría otra persona, y eso nos ha abierto caminos o puertas. Para recuperar perspectiva. Nos gusta salir para coger ángulo porque, de hecho. del final del 87 al 92 o por ahí, Marta y yo vivimos como si estuviéramos en otro mundo o incluso en los sesenta. Estámabos muy metidos en eso, sin relacionarnos con nadie más en lo alternativo, en Suiza, en Austria, y en Los Ángeles. Pasábamos temporadas en sitios distintos. Para mí fue como vivir los 60 que no viví. Por épocas sí lo pasamos fuera porque Malasaña era una época dorada de explosión de gente muy loca y los alquileres eran baratos. Era un pueblo dentro de Madrid y tambén un poco endogámico. Perdimos la perspectiva literalmente.
-Hoy, en Malasaña hay cierta pesadumbre.
-Sigue teniendo un punto caótico que lo hace atractivo. Ha evolucionado a un poco más de control, y hay gente que es capaz de organizarse como Cuervo Store o personas que llevan una actividad de corazón y porque les sale. Hubo una etapa en la que eso no existía. Nos metieron en la cabeza que todo tiene que tener un fin, y que el fin era siempre el dinero. Y mira, gracias a las crisis te das cuenta de que lo pasas igual de mal, pero, aunque ganes una mierda, por lo menos haces lo que quieres.
-Lo que se lleva mucho menos en Malasaña son los pogos...
-(Risas) Mucho menos, eso sí. Pero sigue habiendo sitios lúdicos y un poco locos donde pasan cosas como en el Wurlitzer, donde hay gente que está como una cabra. Y es mejor que eso no cambie.