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Leticia Moreno: «Cuando toco el violín es como si entrara en trance»

larazon

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Este año no se le va a olvidar tan fácilmente a Leticia Moreno (Madrid, 1985). Lo ha vivido intensamente y lo está saboreando. Descubrir las canciones que componen «Spanish Landscapes (Paisajes españoles)», editado por el sello Deutsche Gramophon, la ha llenado «porque son preciosas». Tocará desde hoy en Luxemburgo, Viena, Colonia, París y Ámsterdam. También visitará Italia, los auditorios más importantes, de primerísima línea todos.
-¿Qué se siente al rescatar estos temas?
-Varios de ellos estaban ignorados, como si fueran un Picasso que está cogiendo polvo en una esquina. En este disco no hay una sino muchas joyitas, como el «Poema de una sanluqueña», de Joaquín Turina, las «Siete canciones populares españolas», de Falla, y la «Sonata para violín y piano», de Granados.
-¿Cómo llegó a ellas?
-De manera casual, casi por accidente. La verdad es que no sé de dónde viene este impulso de querer descubrir obras porque antes no me había volcado con la música española, pero nace de una voluntad de buscar mis raíces. He hecho la mejor música con el mejor socio posible, el BBVA.
-Y a su edad, 27 años, tiene un currículum impresionante.
-Aprovecho bien el tiempo. El violín me apasiona. En España ha habido buenos profesionales pero se ha tendido más a liderar orquestas, a primeros violines con una trayectoria impecable. Creo que es la primera vez que se hace algo así, con estas obras.
-¿Es el violín un instrumento difícil?
-Es complejo, te atrapa y te vuelcas en él. Es mi modo de vida. Ten en cuenta que en la música el desarrollo artístico es precoz. Yo llevo inmersa en esta carrera desde muy temprana edad. Tengo un hijo de seis años y llevar esta profesión y ser madre es duro, aunque es una cuestión de logística. Hasta ahora me había dedicado al estudio y ahora me ha cambiado todo. Con él he firmado hasta discos juntos. Toca el chelo y el piano, monta a caballo, estudia varios idiomas y ha empezado con el ruso.
-Una infancia llena.
-Así es, como fue la mía. Yo hacía ballet casi desde que andaba, asistí a clases de pintura, me gustaba esculpir y el violín fue una actividad más hasta que se convirtió en «la» actividad. No me quejo. Siempre me han dado lo que necesitaba, me he sentido rodeada de cariño. Nunca he buscado el paso siguiente que dar. Los míos han estado arropándome y abriéndome el espacio para la vida artíctica. He construido mi carrera con muchísima dedicación y esfuerzo y a lo largo de estos años me he ido encoentrando con grandes que me han guiado.
-Debutó con orquesta a los...
-Doce años. Y mis primeros conciertos en escenario fueron a los seis. Ya sentía desde niña que disfrutaba comunicando.
-Hábleme de su mentor.
-Rostropovich. Le conocí con 18 años y me ayudó a meterme en cada compositor. Él me decía que los instrumentistas somos meros recreadores, que la obra pasa por nosotros pero que no deja de ser un prisma entre el mensaje del compositor y el público. Yo digo que somos como una especie de máquina del tiempo. Hay tesoros que están esperando que en cada actuación los revivamos y cada interpretación es distinta. Si nosotros no la tocáramos la obra no existiría. Qué grandeza, ¿verdad?
-¿Piensa en algo cuando toca el violín?
-Yo lo comparo a estar en trance. Tus manos se mueven sin que tú se lo digas, pero que nadie se engañe y piense que la magia está siempre en tu mano. Al violín no lo puedo llamar ni objeto ni persona. Es con quien más tiempo paso y con quien más sincera soy. Yo lo llamo mi esculturilla. Es un violín de 1762, un Gagliano mío. Si encuentras el adecuado es como si te casaras con él.
-Llevar un violín del siglo XVIII debe de ser un riesgo.
-No soy una paranoica, ya estoy muy acostumbrada a llevarlo conmigo. Es como cuando paseas con tu hijo por la calle. Es un instrumento más fuerte de lo que puede parecer.
-No me diga que cuando no toca el violín escucha a Lady Gaga.
-Nunca escucho música de violín en mis ratos de ocio. A mi hijo le fascinan Michael Jackson y los Beatles, es lo que escucha ahora. A mí me encanta el jazz y la música electrónica.
-¿Es duro vivir de acá para allá?
-Vivo en una maleta y esta temporada está siendo muy cargada, por eso cuando visito una ciudad me la pateo, busco los lugares más recónditos, procuro correr y hacer deporte. Y hago turismo.
-¿Le gusta la cocina?
-No es lo mío y no me libera andar entre fogones, sí disfruto cuando lo hago, aunque imagínate el cuidado que tengo que poner para no cortarme un dedo o hacerme daño, porque sería un auténtico desastre. Me gusta comer y mezclar ingredientes y eso de probar es estupendo, es una parte muy rica de nuestra cultura. Además, tienes que buscar alimentos para alimentar tu creación artística.
-¿Y es importante desconectar?
-Fundamental. No puedes ser demasiado controladora con el proceso creativo porque no se puede poner coto a una ola.
-Un deseo.
-Que la cultura tenga mayor visibilidad, que seamos capaces de crear nuevos formatos de presentación para transmitir y llegar a los públicos más jóvenes. El que desconoce no tiene la culpa de no saber, pero si se le dan facilidades podrá elegir y optar por una música que permite la evasión.