¿Que hay de nuevo, Raphael?
El artista inicia una gira de cinco meses que pasa por el festival Sonorama, donde tiene previstas algunas colaboraciones que prometen una noche memorable
El artista inicia una gira de cinco meses que pasa por el festival Sonorama, donde tiene previstas algunas colaboraciones que prometen una noche memorable
Hace seis meses, en un día de enero, llevó a cabo su jugada maestra. En un movimiento guerrillero, el Sonorama confirmaba a Raphael para su cartel de 2014, el mismo día que el Primavera Sound, el festival «cool» por antonomasia, la meca de los gafapastas ibéricos, estrenaba en cines un cortometraje que desvelaba los grupos de su oferta. Frente a la parafernalia de los segundos, el buen humor y la humildad de los primeros ganó por KO. Y pasado el tiempo y los festivales, con un balance más bien discreto en noches para enmarcar, Raphael tiene todas las papeletas para ser la bomba musical del verano. Su actuación en este festival «indie», que se celebra en Aranda de Duero entre los días 13 y 16 de agosto, apunta a categoría de «gran noche» en el diccionario raphaeliano: aunque los detalles son secretos, habrá no una, sino varias colaboraciones de artistas de otras generaciones que cantarán con el de Linares sus temas icónicos. Agárrense, que Raphael es aquel... músico «indie».
«No estás diciendo ninguna tontería: es que no hay nadie más ''indie'' que yo. Pero no lo soy ahora, lo he sido toda mi santa vida. Bueno, retiro lo de santa: toda mi vida. He ido siempre por mi cuenta, y no tengo bodegas ni ganaderías ni nada de eso. Yo he invertido en mi carrera los beneficios que he obtenido, para que fuese por los caminos que yo quería», dice el gran protagonista en una declaración tan «indie» que podría haber sido suscrita por cualquier banda de Nueva York en los noventa. En cambio, por si algunos dudan de cómo será recibido Raphael en un festival que anteriormente ha vivido polémicas por programar a Amaral (que este año repiten), al considerarlos un grupo comercial, hay razones a considerar.
w un «cachi» con raphael
«Yo creo que cuando haces las cosas con pasión y con ilusión, la gente responde», señala Raphael. Javier Ajenjo, coordinador del Sonorama, tiene argumentos: «Nosotros llevamos 20 años en esto y vivimos el ''indie'' desde sus inicios; ya sabes, las cintas de cassette y todas esas bandas americanas e inglesas. Pero eso ya ha pasado y la gente joven escucha una música global en la que cada semana hay un éxito mundial de un género diferente. Pasan de Leiva a Calle 13 y de ahí, a un grupo estadounidense. Y eso es positivo, porque es otra educación musical», explica. Otra razón para creer en Raphael es que el de Aranda no será un «bolo» cualquiera: hay varias colaboraciones que mantienen altas las expectativas. Niños Mutantes, Ivan Ferreiro o Shuarma de Elefantes, que actúan ese día, son firmes candidatos. Los Planetas tocan el día antes y Amaral y Nacho Vegas después. Podrían ser momentos antológicos, pero es más improbable. ¿Qué pasará, qué misterios habrá?... Un tercer argumento es más difícil de explicar, pero los que han ido al festival antes saben que allí la integración de visitantes y arandinos es absoluta y armoniosa, única en el panorama. «Sabemos lo que va a ocurrir el día de Raphael –dice Ajenjo–. Habrá grupos de chavales de 20 años al lado de señoras de 60 y te aseguro que van a pasárselo bien los dos. Se van a producir situaciones tremendamente divertidas». ¿Más motivos? Raphael se presenta en Aranda del Duero con un repertorio en el que están «todas las joyas de la corona, que es como yo llamo a esas canciones que el público ya ha hecho historia –adelanta el artista–. Creo que no se puede ir a un lugar así y dedicarse a estrenar cosas. Y además irán una detrás de otra, porque tengo tantas...», dice el incombustible cantante, que arranca estas fechas una gira de cinco meses que concluye con 20 noches seguidas en Madrid, a lo Frank Sinatra en Las Vegas.
La lástima es que Raphael no se acercará a una de las barras del festival a pedir lo que es de rigor: «un cachi de kalimotxo». «¿¿Un qué??», contesta el artista. Un vaso grande de vino con Coca-Cola y bien de hielo. «Aaaahhh... Ya sabes que yo eso no puedo, por lo del trasplante, pero los que van conmigo seguro que sí. Y me lo contarán», dice. Raphael suele decir que es un artista de sólo 11 años, los transcurridos desde que recibió otro hígado. «Tengo las mismas ganas de comerme el mundo que cuando empecé. Y para mí es que la palabra retirada no tiene sentido, yo no me retiraré, porque un artista nace así y artista se muere. Lo único que pido es tener la lucidez para saber cuándo tomarme unas vacaciones», bromea. Desde luego, las redes sociales arderán la noche del 14 de agosto. «Yo no hago las cosas por lo que se puede armar. Te sonará a poco creíble, pero no sé hasta dónde puedo trascender. Ni tampoco sé por qué he tenido la inmensa suerte de seguir cantando».
La organización ha vendido un 25% más de entradas para la noche del jueves que el año pasado y prevé conseguir el aforo completo en los días que quedan. «Hay gente que se extraña, pero cuando un señor lleva cincuenta años de carrera y está donde está, todavía hay quien se pregunta por qué. Y a mí eso me asombra. Estamos en el siglo XXI. Hablamos de un señor que sigue teniendo su peso, vendiendo sus entradas, sacando discos y que es un icono de la música. A la gente se le olvida, pero ha sido un músico absolutamente influyente para los grupos del ''indie''. Es curioso que pudiera haber seguidores talibanes que le critiquen», apunta Ajenjo, que recuerda que durante el fin de semana actúan 114 bandas, y sólo tres se saldrían del cliché: «Duncan Dhu, Amaral, si quieres, y el propio Raphael. Te quedan 111 grupos». Desde la organización lo tienen claro, seguirán reivindicando a los artistas que les parezcan. «Con todos los respetos, David Bisbal no va a venir. Pero lo que sí vas a encontrar es cualquier músico o banda que haya supuesto emoción en la vida de las personas que vienen al Sonorama. Y no pasa nada porque venga Leiva», suelta ¿dando alguna pista, quizá?. Y es que parece un pequeño milagro que Aranda de Duero sea el centro de atención estos días. «Hemos aprendido a vivir con nuestros hándicaps. No tenemos playa, ni estamos en Madrid o Barcelona, y además se nos ocurre celebrar el festival el 15 de agosto en un pueblo de Castilla. Aquí, antes, ni los perros salían a la calle en agosto. Hemos conseguido romper con eso y nos da igual si los grupos son ''indies'' o no. Queremos traer a gente a nuestro pueblo y nuestra prioridad es sobrevivir. Y te digo una cosa: anunciamos sorpresa gorda para el año que viene. Así que mejor que se vayan atando las zapatillas porque va a ser la revolución».
Transgredir
Un festival diferente
Sonorama no es un festival como los demás. Está organizado por una asociación cultural sin ánimo de lucro, «400 chavales arandinos que trabajan para cumplir nuestro eslogan: un festival que juega Champions con recursos de segunda B», dice Ajenjo. Por eso, la transgresión está en su ADN. «No nos queda más remedio. Queremos que se conozca la ciudad, el vino de Ribera del Duero y el lechazo. Ése es el objetivo final, y lo que tratamos de explicarle a nuestros queridos políticos en Aranda: hay que entrar en el mapa mental de la gente, para que un día de noviembre un señor que esté viajando de San Sebastián a Madrid o al revés, de camino le apetezca pararse a comer un lechazo». Por eso no se plantean aumentar el aforo previsto, unas 12.000 personas, sino mantenerlo «para que todos estemos a gusto».