Entrevista
Pablo Heras-Casado: «Si no tienes el bagaje, es fácil que Wagner te sobrepase»
El granadino será el primer director español que abra el mítico Festival de Bayreuth, donde dirigirá siete funciones de «Parsifal», la única obra
que Wagner compuso expresamente para este teatro
«Bayreuth, la pequeña localidad bávara cercana a Núremberg, fue su gran proyecto, el sueño hecho realidad de Richard Wagner que culminó su revolución artística e ideológica construyendo su propio teatro, el Festspielhaus, donde poder alcanzar su idea estética de la obra de arte total», esto afirma Pablo Heras-Casado (Granada, 1977), que el próximo día 25 se convertirá en el primer español en inaugurar el Festival de Bayreuth, entrando así a formar parte del selecto grupo de elegidos que han dirigido en este templo wagneriano. Solo otro español lo ha hecho, Plácido Domingo, que en 2018 dirigió «La valquiria». El granadino hará siete funciones de «Parsifal», la única obra que Wagner compuso expresamente para este teatro, y unirá su nombre a la impresionante nómina de batutas que han dirigido en su «foso místico», su retrato lucirá en el pasillo del Festpielhaus, conocido como la «Galería de los Criminales», donde figuran todos los directores desde su inauguración en 1876. Desde entonces, el teatro de la Colina Verde atrae cada verano a visitantes de todo el mundo para ver producciones excepcionales de las óperas de Wagner. «Es un lugar de peregrinaje para melómanos, artistas y aficionados y uno de los focos de atracción cultural más importante del planeta», apunta Heras-Casado, nuestro director más internacional, que desde que en 2016 dirigió «El holandés errante» en el Teatro Real, no ha parado de profundizar en la música del compositor alemán. La tetralogía del «Anillo del nibelungo» de Robert Carsen, también en el Real, le abrió las puertas de Bayreuth.
¿Esta invitación es un reconocimiento a su inmersión en la obra wagneriana?
Sí, claro, los últimos años han sido muy intensos en mi experiencia con Wagner, esta invitación es un honor inmenso y lo vivo como un reconocimiento al proyecto wagneriano que desarrollamos en el Teatro Real. Katharina Wagner, biznieta del compositor y actual directora del Festival, vino a vernos de incógnito a Madrid y ha reconocido que «El anillo del nibelungo» que hicimos fue un descubrimiento para ella, eso la llevó a invitarme y un ofrecimiento así no se puede rechazar. Abrir un evento de esta magnitud es un reto enorme para cualquier artista y más dirigiendo «Parsifal». Es muchísima responsabilidad y un hito que considero un espaldarazo en mi carrera.
¿Cómo es la famosa acústica del Festspielhaus?
Particular, especial y muy compleja de manejar, un caso único en el mundo, diferente a cualquier otra cosa, porque fue creada por el propio Wagner y consigue fusionar el sonido de la escena y del foso con el espacio de manera perfecta, aficionados y músicos deliran con su legendario sonido mixto.
Especial el lugar y el título, pero también la producción de Jay Scheib.
Tiene mucha experiencia en las artes escénicas, es profesor en Massachusetts, universidad puntera en tecnología. Ha llevado la producción al mundo de los videojuegos a través de «realidad aumentada». Se repartirán gafas para el 3D en un sitio como Bayreuth, que tiene apariencia de tradicional y lo es, pero sin olvidar que el propio Wagner fue un transgresor, un innovador, un radical. En Bayreuth fue, tecnológicamente, un visionario que cambió las reglas del teatro, investigó sobre el funcionamiento de la acústica y la iluminación en la experiencia estética. Bayreut ha sido y sigue siendo un lugar de propuestas rompedoras y vanguardistas y aunque sea un museo para preservar la esencia de Wagner, no me extraña que alguien como Katharina abra la puerta al siglo XXI y acoja las nuevas tecnologías.
¿Es consciente de que está haciendo historia?
Lo soy, aunque puede parecer pretencioso, pero es así, porque este lugar es historia. El pasillo de la Festpielhaus que va del camerino al foso de la orquesta, está lleno de fotos de todos los directores con fechas y títulos porque han hecho historia: Strauss, Karajan, Schippers, Boulez, Barenboim, Thielemann…A pesar de sus casi 150 años, la lista no es tan extensa y en el caso de «Parsifal» mucho menos. Soy consciente y, como español, me siento muy orgulloso.
¿La música de Wagner es todo un universo en sí misma?
Sí, es algo tan potente e intenso que, seas experto o completamente neófito, te atrapa. Cada vez que me sumerjo en ella, a pesar de casi 30 años dirigiendo, me sorprende y lo mismo le ocurre a gente que va por primera vez a la ópera y pasa cinco horas inmersa en su mundo. Para algunos ha sido algo que los ha sacado de su zona de confort, les ha sorprendido y cambiado la vida.
¿Por qué tardó en entrar en ella, no se sentía preparado?
He sido más impaciente para otros repertorios y otros compositores, que abordé muy pronto, pero con Wagner nunca tuve prisa porque al ser una música tan profunda e intensa, con un universo tan denso y complejo y no sólo en lo estrictamente musical, también en lo filosófico psicológico, estético, ideológico, etcétera, requiere cierta madurez y experiencia. Toda esa preparación ha sido imprescindible y ha creado la base, el pedestal sobre el que empezar a trabajarlo. A mis 45 años, creo que es un momento ideal.
Abrir un evento de esta magnitud con «Parsifal» es un hito, un espaldarazo en mi carrera
¿Dirigir Wagner requiere estar en buena forma?
Por supuesto, física y mentalmente, dos aspectos importantísimos porque es maratoniano, pero hay que asimilarlo porque, si te falta experiencia o no tienes el bagaje suficiente, es muy fácil que te sobrepase, es tan enorme la carga sonora, emocional y psicológica, que puede superarte si no tratas de ir por encima de la exigencia, anticiparte, planificar y estar física y mentalmente preparado.
Usted no se deja etiquetar en un autor o una época.
Las etiquetas me parecen limitantes y empobrecedoras, no es necesario ser especialista en absoluto y yo prefiero abrirme a un amplio repertorio, se trata de arte, nosotros somos sus intérpretes y no hay por qué ceñirse a un solo autor, como un actor no tiene por qué hacerlo a un solo registro, ampliar es siempre riqueza.
¿A la ópera llegó con Mortier, no?
Sí, para mí fue clave, mi primer contacto fue como asistente en la Ópera de París, vivía prácticamente dentro del teatro, me pasaba el día allí, era un teatro en el que podían convivir ensayando tres producciones en paralelo y yo saltaba de una a otra aprendiendo repertorio, técnicas de ensayo, cómo funciona un teatro, la dinámica del trabajo con cantantes y directores de escena y eso fue importantísimo, ver la importancia del trabajo en equipo y la implicación artística en un papel de líder como es el director desde meses antes de iniciar el proyecto, crear un equipo y una simbiosis con todos los elementos de la producción, porque en esencia la ópera es esto, no es venir, dirigir unas funciones y marcharte, ese trabajo previo es lo que hace que se produzca ese milagro que es la ópera y Mortier lo tenía clarísimo, no hacía concesiones.
¿Qué es lo que más le ha ayudado en su carrera?
La curiosidad, el tesón, el trabajo, las ganas de aprender y crecer han sido todo, el elemento generador desde el principio y lo sigue siendo, no lo logros conseguidos. Hoy hablamos de Bayreuth, imagínate la distancia de ser un niño de barrio en Granada, la música fue un pilar esencial para descubrir el mundo, para aprender y crecer. No hubo nada externo que me empujara, no vengo de familia de músicos, todo salió de dentro y si no tienes ese germen para generarlo por ti mismo, esa pasión no sale.
¿Cree que nuestro sistema educativo favorece la educación musical?
En absoluto, ningún plan de estudio actual favorece la enseñanza artística en general y menos la musical, que se trata superficialmente por cumplir el expediente, pero no propicia abrir las puertas a que ese niño/a pueda sentir amor por ella. Si ocurre es porque en España hay un talento exuberante y porque por fortuna hay orquestas en cualquier ciudad o un centro cultural que lo propicia, pero no los planes de estudio y esto es una tragedia porque en otros países la música es un derecho casi constitucional, forma parte de la formación integral de la persona.
¿En qué momento profesional se encuentra?
No sabría decir, en la música como en la vida, me gustan mucho las transiciones, me interesa más el trayecto que las estaciones. Pienso que la vida es eso, van ocurriendo cosas, apareciendo elementos, personas, motivaciones que te van cambiando el rumbo, que te hacen modificar, redirigir y adaptarte y eso es lo fascinante, lo que más me interesa. En mi carrera prefiero no creer que ya he llegado, solo decir que estoy en el camino. Es cierto que los años te dan cierto poso, son horas de vuelo que te hacen ver las cosas de otra manera, pero lo que me interesa es el camino.
¿Cómo se plantea su relación con los músicos a la hora de dirigir?
La complicidad con la orquesta es esencial, por un lado hay una relación jerárquica, como director tienes que asumir un papel de liderazgo, pero no es óbice para que sea un trabajo en equipo. Lo comparo un poco con la relación padre e hijo, no se gana por imposición o sanción, sino con respeto, comunicación, confianza y admiración mutua. Yo tengo que liderar y reconstruir una versión de esa pieza para que sea mía personal, pero siempre en comunión con los músicos.
Ningún plan de estudio actual favorece la enseñanza artística, y menos la musical
¿Sigue dirigiendo sin batuta?
Claro, es como si me preguntas, ¿sigues siendo zurdo? El lenguaje corporal es muy importante como medio de expresión, no es la mano ni el brazo, es todo el cuerpo, cada
facción de tu rostro, cada palabra, cada momento, cada pausa…comunica, todo tiene un impacto.
La música en su vida es casi todo, pero no todo, ¿no?
Es esencial, pero no es lo único en mi vida, las personas necesitamos pilares fundamentales y la música es uno de ellos, pero tenemos familia, raíces, lugares a los que pertenecemos, que son igual de importantes. Dedico el 80% de mi vida a viajes, teatros, pero eso necesita un apoyo de referencias sentimentales, estéticas y artísticas. Para mí Granada es esencial, mi Carmen en el Albaicín, mi familia, Sierra Nevada, amigos, infancia, recuerdos…todo hace que sea mi lugar en el mundo y desde esa identidad, irradiar a otros lugares.
¿Habrá una cerveza fría después del debut en Bayreuth?
Por supuesto (risas) y espero que esté más fría de lo habitual en Alemania, en España se toma como se tiene que tomar, muy fría. Ese momento es irrenunciable, una cerveza siempre sienta bien, pero lo milagroso después de un concierto de 3 o 4 horas es que ese primer trago parece el primero de tu vida y ese milagro maravilloso se reproduce una y otra vez después de una función de ópera. Si el concierto es especial, me aseguraré de que la cerveza también lo sea.
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