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Cine

Pau Durá hace camino al volar en "Pájaros" | Festival de Málaga

Luis Zahera y Javier Gutiérrez viajan de Valencia a Bucarest buscando encontrarse en una emotiva "road movie"

Javier Gutiérrez y Luis Zahera (dcha.) en «Pájaros»
Pau Durá hace camino al volar en "Pájaros" | Festival de MálagaFOSCA FILMS

Hace tiempo que las hechuras de Pau Durà nos hablan de un director que se hace grande en las palabras, los silencios, y aquello que cruza a los hombres frágiles, contradictorios y confusos de nuestro tiempo. Así lo demostró en la excelente «Formentera Lady» (2018), de la mano de José Sacristán, y así lo vuelve a hacer en «Pájaros», presentada a concurso en el Festival de Málaga y protagonizada por dos titanes de nuestro cine como Javier Gutiérrez y Luis Zahera. La extraña pareja, aquí un buscavidas bajito que dice ser músico pero que trabaja en un aparcamiento y un narigón tartamudo que miente más que habla, viajará de Valencia a Bucarest buscando ver garzas. O eso es lo que se repiten para obviar los kilómetros que van acumulando y que les hacen pasar por Italia o Eslovenia, por la noche turinesa y las bodas judías del este de Europa.

Lo que se encontrarán, en realidad, son sus sombras, gracias a una «road movie» que va de lo patético a lo sublime por la vía de lo humano. «Quería hacer una película sobre los hombres de mi edad, no necesariamente cercanos a mí en la personalidad, pero sí en las inquietudes, en lo que esperan de la vida. Estos papeles no podrían interpretarlos dos tíos de 30 años, porque tienen que tener un pasado, unas vivencias», explica Durà a LA RAZÓN sobre un filme tan irregular como sincero, tan imperfecto como real para con la historia que quiere contar.

Luis Zahera y Javier Gutiérrez en Pájaros
Luis Zahera y Javier Gutiérrez en PájarosICÓNICA PRODUCCIONES

Una "road movie" dejando atrás los errores del pasado

En «Pájaros», Mario (Zahera) es un abogado al que la vida le ha pasado por encima, aún traumatizado por un accidente de tráfico que le cambió la vida, y que acaba pidiéndole a Colombo (Gutiérrez) que le acompañe en su travesía europea, acaso solución a los problemas económicos por los que está pasando como recién divorciado. «Me interesaba mucho explorar la idea de la escapada y de la evolución personal a través del viaje. Era casi una necesidad personal, y de ahí también los pájaros, esas ganas de volar para dejar atrás el pasado», añade un Durà que se mira de manera inequívoca en Alexander Payne y su evolución desde «Entre copas» (2004) hasta «Nebraska» (2013).

Melancólica por momentos, a veces canalla y a veces tierna, «Pájaros» va creciendo con su metraje, calando en el espectador a medida que los protagonistas se acercan a su destino. Y ese trabajo, según explicaba Durà en la rueda de Prensa en Málaga, pasó por más de 15 versiones de guion que acabaron empapándose de espíritu europeo. «Es cierto que no es lo mismo irse a Rumanía que irse a Murcia. Teníamos que investigar qué se podían encontrar, y así dimos con la boda judía en Hungría, donde el protagonista se acuerda de algunas palabras en yiddish. Son pequeños detalles que nos ayudan a construir a los personajes», explica el director sobre una película en la que vemos a inmigrantes sirios o caravanas de exiliados ucranianos: «Al principio no eran de allí, pero tenía todo el sentido del mundo llegados a esa zona de Europa, porque le aportaba emotividad. Además, ocurre cuando a los personajes no les queda ya dinero encima, por lo que la escena les hace crecer. Es una hostia en la cara importante», apunta entre risas a LA RAZÓN.

Al final, y gracias al músculo interpretativo de Gutiérrez y al carisma de Zahera, que agradeció al director sacarle del registro en el que «asesina y vende cocaína» todos los días, «Pájaros» confirma a Durà como un excelente director de actores (al moverse con soltura entre los dos gremios) y nos lleva a preguntarnos por la naturaleza comercial del filme, hecho a medida de un festival autoral como el de Málaga pero que se la jugará en taquilla con sus dos rostros protagonistas.