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“La reina de la belleza de Leenane”: Juan Echanove dirige a María Galiana y Lucía Quintana

Juan Echanove dirige a María Galiana haciendo el que podría ser el gran papel en la carrera de la popular y veterana intérprete de "Cuéntame"
María Galiana y Lucía Quintana durante una representación de «La reina de la belleza de Leenane»
María Galiana y Lucía Quintana durante una representación de «La reina de la belleza de Leenane»LR
La Razón

Madrid Creada:

Última actualización:

Escrita por Martin McDonagh en 1996, La reina de la belleza de Leenane es uno de los dramas realistas de creación más o menos reciente que sigue representándose con éxito en estos tiempos en los que el drama realista parece que no está ya muy de moda. Sumando el suyo a los nombres de Mario Gas, Julio Manrique o Alvaro Lavín, entre otros, Juan Echanove engrosa ahora la lista de directores que han llevado a las tablas en nuestro país esta turbadora historia ambientada en un pueblo de Irlanda con dos potentísimos personajes femeninos. La obra toma como asunto central la relación de Mag Folan (interpretada por María Galiana) y su hija Maureen (a quien da vida Lucía Quintana). Con más de 40 años cumplidos, Maureen ha visto como su vida ha quedado reducida, en el constreñido entorno rural donde ha nacido, a cuidar de una madre con problemas de movilidad. Por si fuera poco, la convivencia entre ellas, que poseen caracteres muy diferentes, es bastante difícil. La tensión entre ambas estallará definitivamente con el regreso a Leenane de Pato Dooley, que hará brotar en Maureen algo parecido a la posibilidad del amor y avivará, como consecuencia, los celos de su madre. “Es una obra sobre la dependencia, el egoísmo, la frustración, las oportunidades perdidas y, sobre todo, la soledad –asegura su director-. Plantea una realidad que yo diría que hoy es todavía más descarnada que cuando se escribió, porque vivimos en una sociedad que ha acrecentado su problema de no saber qué hacer con las personas mayores y no saber qué hacer con las personas jóvenes”.
Producido por Okapi, con quien Echanove viene colaborando asiduamente en los últimos tiempos, llama la atención que el montaje no se ajusta bien a los parámetros del teatro ‘cómodo’ y ‘amable’ que impera hoy en la cartelera comercial. “Con tanta oferta y tantas plataformas de televisión, el entretenimiento parece que está ganando la partida a la reflexión –reconoce el director-; pero el teatro sigue mereciendo la pena por la capacidad que tiene para hacernos reflexionar, para tenernos sentados una hora y media pensando en nuestra realidad. Eso también es disfrutar. Y eso es lo que consiguen que hagamos autores como McDonagh, como Miller, como Valle-Inclán… y como todos los grandes dramaturgos a lo largo de la historia”.
No obstante, la propuesta tiene también su reclamo para el gran público, ya que brinda la posibilidad de ver trabajar juntas –dentro de un elenco que se completa con Javier Mora y Alberto Fraga- a dos actrices muy diferentes, e igualmente aplaudidas, a la que su director conoce ya muy bien: “A Lucía (Quintana) esta es la segunda vez que la dirijo, pero hemos trabajado juntos en los últimos cinco montajes de nuestras vidas. Es una de mis mejores amigas en esta profesión; y lo que yo pienso de ella como actriz… espero que no lo sepa nunca, porque no me parece que sea bueno para la carrera de una actriz o un actor sentirse tan admirada y reconocida por un director, aunque sea su amigo. Creo, sinceramente, que es una de las grandes, grandes, grandes del teatro. En cuanto a María (Galiana), a la que he dirigido en tres ocasiones, el espectador va a encontrarse con alguien que no se espera, porque nunca ha podido verla anteriormente en este registro. Cuando le propuse este papel, ella aceptó encantada porque quería demostrar que es una actriz con más recorrido del que la gente imagina, una actriz que va más allá de ese personaje de Herminia de Cuéntame que ha interpretado de manera magistral durante 30 años”.
Compaginando de una manera ya muy normalizada la dirección y la interpretación, y haciendo en la primera de estas dos facetas cada vez más incursiones en el terreno de la lírica, Echanove se siente muy afortunado, al mirar atrás, de haber llegado donde está: “Yo he dedicado al teatro mi vida, pero es tan maravilloso lo que el teatro me ha devuelto a mí, incluyendo la posibilidad de dirigir, que ha merecido y sigue mereciendo la pena”.