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Talavera se hace un Sijena

Lo que hizo de Sijena un caso especial fue el trasfondo de enemistad política y social entre comunidades autónomas, de rencillas antañonas entre administraciones y vecinos de un lado y otro de una raya fronteriza
larazon

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Lo que hizo de Sijena un caso especial fue el trasfondo de enemistad política y social entre comunidades autónomas, de rencillas antañonas entre administraciones y vecinos de un lado y otro de una raya fronteriza.
Cuando el espinoso asunto de Sijena (¿Se acuerdan? La devolución de un «tesoro» patrimonial de Cataluña a este pueblo de Huesca) estaba en el culmen de su enconamiento, surgieron numerosos casos de reivindicaciones interregionales amparándose lejana o directamente en la «vía Sijena». Entre ellos, el sarcófago paleocristiano del Museo Arqueológico Nacional, reclamado por Astorga, o la eterna disputa por la Dama de Elche.
Lo que hizo de Sijena un caso especial (explotado por sus epígonos) fue el trasfondo de enemistad política y social entre comunidades autónomas, de rencillas antañonas entre administraciones y vecinos de un lado y otro de una raya fronteriza. Pero hete aquí que el ejemplo de Sijena ha cundido ahora en su versión más comarcal: un «deme usted allá esas piedras» que si cobra fuerza y se expande hará de España, más aún, una enorme Casa de Tócame Roque. Resulta que el Ayuntamiento de Talavera de la Reina ha pedido al Gobierno de Castilla-La Mancha la devolución de piezas arqueológicas que custodia en el Museo de Santa Cruz de Toledo.
Entre ellos, un valioso Hércules de bronce que se halló en 1996 en la calle San Clemente de Talavera. Los talaveranos quieren la vuelta a casa de «lo suyo» y para ello no ahorran beligerancias. Sin ir más lejos, el diputado de Ganemos de la localidad habla de «expolio» por parte del Gobierno regional, o sea, de un ente a otro sin salir de la comunidad. Estos, a su vez, aseguran que de mover el Hércules, nanay, ya que no pertenece a Talavera sino a la Junta y que el museo donde pretende instalarlo Talavera no está preparado ni dedicado a la arqueología sino a la cerámica. Unas horas después de que el Pleno de Talavera se manifestara por la «devolución», ya surgieron los primeros imitadores: la villa de Orgaz (de 2.700 habitantes) pidió al mismo museo toledano que devuelva las piezas visigóticas encontradas en su término municipal para trasladarlas al museo temático situado en la pedanía de Arisgotas.
Los vecinos creen que la llegada de nuevas obras complementaría a la perfección la visita al yacimiento arqueológico de Los Hitos. Obviando el hecho de que el Hércules de Talavera no abrigue sentido de pertenencia y de que España no fuese en tiempos de visigodos o romanos exactamente este barullo de administraciones de todo color y todo tipo (era otro barullo distinto), está claro que el turismo de interior y patrimonial es cada vez más la esperanza a la que se acogen pueblos o ciudades pequeñas que antes no hubiesen reparado en ello.
Pero, ¿debemos atomizar las colecciones de las grandes ciudades del país, obras catalogadas, estudiadas y mantenidas en las mejores condiciones en los mejores museos de cada región, para que un concejal de paso se sienta menos «expoliado» por su vecino del otro lado del arroyo o la chopera?